Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos. Leer en inglés.
El 20 de mayo de 2014, Rudy Coronado estaba en su camión a la puerta de su casa, cerca de Carson (California), cuando su suegra comenzó a gritar.
Rudy entró en su casa corriendo y se encontró con una escena espantosa. En la cama yacían los cuerpos sin vida de sus tres hijas: Sophia (dos años), Yazmine (un año) y Xenia (tres meses). Su mujer, Carol, las había degollado. A Yazmine le había golpeado la cabeza con un martillo, mientras que a Sophia y Xenia las había apuñalado en el corazón. En el pecho de cada una de ellas, había dibujado una cruz con sangre.
Carol, que estaba desnuda, se acercó a los cuerpos y amenazó con un cuchillo a su marido y a su madre. Después, se clavó el puñal en el pecho. Cuando llegó la policía, Carol estaba junto a sus hijas, boca arriba, cubierta de sangre y con la mirada perdida. Se había perforado un pulmón, pero sobrevivió.
En 2016, Carol fue condenada a tres cadenas perpetuas sin libertad condicional por el asesinato de sus tres hijas. Un tribunal de apelación estatal ratificó la condena en febrero.
No son frecuentes los crímenes como el de Carol Coronado, pero este tampoco se trata de un caso aislado. Según un estudio reciente de la Universidad de Brown, ha habido una media de 200 casos de filicidios maternos (madres que matan a sus hijos) en Estados Unidos al año entre 1976 y 2007. El año pasado, una madre de Indiana fue condenada a 130 años de prisión por estrangular con sus propias manos a sus dos hijos, de seis y siete años.
En marzo, el vehículo de Sarah y Jennifer Hart cayó por un precipicio en California, matando a ellas y a sus seis hijos adoptados. El incidente se produjo poco después de que los Servicios de Protección Infantil visitaran su casa, tras la llamada de un vecino al enterarse de que uno de los niños pedía comida con regularidad y se la negaban sus madres, según sus palabras, como forma de castigo.
La psicosis posparto, un estado mental inestable que surge después de dar a luz y en el que suele haber delirios y alucinaciones
Este tipo de casos provocan una reacción muy intensa por parte de la sociedad. Se consideran no solo un agravio contra la justicia, sino también contra la propia naturaleza. “Cuando pensamos en el amor de una madre por su hijo creemos que es algo sagrado y que lo va a proteger siempre, independientemente de los peligros a los que se exponga”, apunta Michelle Oberman, profesora de la facultad de Derecho de la Universidad de Santa Clara y coautora del libro When Mothers Kill (“Cuando las madres matan”).
“El filicidio materno es muy impactante para todos. Todas esas personas están traicionando su rol como madre”. Sin embargo, es posible que necesitemos dar una vuelta de tuerca a la concepción que tenemos de ese rol. Las circunstancias que rodean a todas estas tragedias nos hacen pensar que nuestra visión contemporánea de la maternidad está distorsionada y, por lo tanto, es peligrosa.
Un análisis de la Universidad Case de la Reserva Occidental descubrió que predominan los problemas mentales entre las mujeres que están o bien encarceladas por un filicidio maternal o bien hospitalizadas por haber sido absueltas de sus cargos debido a su demencia. De hecho, Torang Sepah, que trató a Carol Coronado en el Centro Correccional de las Torres Gemelas (Los Ángeles) y testificó en su juicio, piensa que la causa de que matara a sus hijas fue la psicosis posparto, un estado mental inestable que surge después de dar a luz y en el que suele haber delirios y alucinaciones (al estar basada en el testimonio público de Sepah, esta información médica no se considera confidencial).
Sin embargo, los problemas mentales no son más que el principio. Las expectativas sociales de que la maternidad debería traer alegría y “naturalidad” pueden hacer que haya madres primerizas —a las que les da vergüenza pedir ayuda o les da miedo meterse en problemas— que luchen contra sus problemas mentales, como Carol Coronado, y no los dejen sin tratar. La falta de apoyo social, de sueño y otras situaciones que causan estrés podrían ser el empujón definitivo para que estas madres decidan pasar a la acción.
La psicosis posparto es solo la punta de un iceberg que comienza con los cambios de humor y la depresión posparto, que se estima que afecta a más de una de cada diez mujeres y cuyos síntomas son los sentimientos de tristeza y culpa, entre otros. La psicosis posparto es menos común, ya que afecta a solo una, dos o tres mujeres de cada mil, según un análisis de 2017, pero también es más grave, ya que sus síntomas son los pensamientos desorganizados, las conductas erráticas y las ideas perturbadoras.
Por ejemplo, según el diario Daily Breeze, una semana antes de los asesinatos, Carol Coronado desconectó la corriente eléctrica de la casa mientras su marido veía la televisión y le recriminó que estuviera viendo Padre de familia enfrente de los niños. Además, esa misma semana su marido declaró que ella se había abalanzado sobre él mientras estaba tirado en el sofá. La misma mañana de los asesinatos, Coronado llamó a su madre para decirle que tenía miedo de su marido y le dejó varios mensajes de voz en los que parecía nerviosa.
En 2014, Sepah, que actualmente es profesora clínica auxiliar de Psiquiatría en la facultad de Medicina de la Universidad del Sur de California y médica especialista en hospitales presbiterianos, diagnosticó psicosis a Carol Coronado, quien admitió “haber tenido pensamientos perversos y siniestros” el día de los asesinatos, pero sin poder recordar el proceso que la llevó a hacerlo y mucho menos el propio hecho. Sepah cuenta que no es extraño que la gente no se acuerde de que ha experimentado o cometido un acto violento.
Del 16 al 29 por ciento de los filicidios maternos acaban con el suicidio de la madre, mientras que muchos otros, como el de Carol Coronado, terminan con un intento de suicidio, según un estudio de la Universidad Case de la Reserva Occidental. A diferencia de aquellos en los que existen maltratos, como el abandono, estos casos suelen tener un motivo “altruista”. “En vez de dejar que sus hijos crezcan sin madre en un mundo tan cruel o se enfrenten a lo que cree que es un destino peor que la muerte, la madre piensa que está actuando por su bien”, comenta Philip Resnick, unos de los investigadores y coautores del estudio sobre el filicidio.
“Cree que matar a sus hijos los protegerá de abusos sexuales, secuestros y otros peligros”. Resnick, por ejemplo, testificó que Andrea Yates ahogó a sus cinco hijos en la bañera de su casa de Houston en 2001 porque creía que arderían en el infierno para siempre si no morían antes de llegar a la “edad de responsabilidad” (una referencia religiosa), los diez años. “Es una manifestación muy trágica del instinto maternal”, lamenta Sepah.
Resnick añade que la psicosis aguda puede incitar a las madres a matar sin ningún motivo comprensible. Por ejemplo, pueden obedecer órdenes de matar a sus hijos por parte de las voces que escuchan en su cabeza, como confesó una mujer de Arizona, que apuñaló y mató a su hijo de cinco meses el año pasado.
Sepah confirma que Coronado también sufría una depresión posparto grave que iba empeorando con cada embarazo posterior, lo que incrementa el riesgo de psicosis. “La depresión echa más leña al fuego”, asegura. “Las neuronas empiezan a activarse de manera inadecuada con la depresión y se terminan expandiendo”, por lo que aumentan las posibilidades de desencadenar una psicosis.
Muchas de las madres del estudio de Oberman experimentaron problemas mentales después del parto provocados por la soledad, ya que pasaban muchísimas horas al día a solas con sus hijos. Aunque Sepah diga que Rudy “apoyaba mucho a Carol”, pasaba muchas horas vendiendo accesorios de vehículos, por lo que ella asumía la carga del cuidado de los niños. Puede que contar con un cónyuge que la apoye sirva de ayuda, pero, según Oberman, “no es suficiente cuando hay una mujer con psicosis que pasa muchas horas a solas con su hijo”.
Sepah declaró que tener un historial traumático también puede incrementar el riesgo de psicosis. De hecho, Carol Coronado había sufrido abusos sexuales a punta de pistola con cinco años y fue violada cuando era adolescente, según el testimonio de Diana Lynn Barnes, psicóloga especialista en familias y matrimonios.
Sepah puntualiza que la falta de sueño también fue un factor de riesgo, puesto que nadie había estado ayudando a Carol Coronado a cuidar a sus hijos por las noches. Su marido dijo en los tribunales que una de las causas del crimen fue “no haber dormido durante varios días seguidos”, comenta. “Él se sentía fatal por… no haberse dado cuenta antes de que podría haberse involucrado más”.
Aun así, Sepah es prudente y prefiere no señalar a nadie. A pesar de que las familias de clase baja, como la de los Coronado, suelen luchar para poder tener acceso a los servicios de salud mental, el condado de Los Ángeles lo ofrece de manera gratuita a los residentes que no lo pueden conseguir por otros medios.
"Esperamos que las madres mantengan la calma al nivel de una superheroína mientras cuidan sin ayuda externa al recién nacido y sin tiempo para descansar. Toda una hazaña”
El problema es, según ella, que la comunidad médica necesita informar mejor a la ciudadanía acerca de cómo detectar cambios anormales en las madres primerizas para poder prevenir ciertos problemas. Además, la psicosis posparto responde a la medicación. “Cuando una madre dice que necesita ayuda porque se está volviendo loca, tenemos que tomárnoslo en serio”.
“Sin embargo, es posible que a las madres primerizas les dé vergüenza compartir su lucha con los problemas mentales, ya que desde fuera se ve todo de color de rosa, por lo que pueden pensar, ¿Y entonces qué me pasa?”, recalca Sepah. “Se supone que debería estar en la gloria”. Los médicos suelen hacerse eco de esa expectativa cultural, ya que no dudan en felicitar a los pacientes.
“No siempre damos a la mujer la oportunidad de que nos comunique que no duerme bien, que necesita ayuda, que está triste o que tiene pensamientos perversos. No estamos pendientes de eso porque hemos convertido la maternidad de manera ficticia en la experiencia más maravillosa del mundo. Parece un tablón de Pinterest”.
“Carol Coronado se esforzó por mantener una actitud positiva para ser ‘el pilar’ de su familia, lo que pudo dificultar la tarea de identificar los síntomas peligrosos”, indica Sepah. “Hizo todo lo que pudo por no caer en la depresión. Siempre intentaba mirar hacia delante y sacar el máximo partido de cada situación”.
En su consulta, Sepah intenta olvidarse del bebé y centrarse en la madre, sabiendo que la transición hacia la maternidad es complicada y preguntándole si tiene a alguien que pueda ayudarla a cuidar de su hijo en caso de que tenga que irse a trabajar. Estas preguntas sirven para que se tranquilice y sepa que no pasa nada por que no todo sea positivo.
Hasta las generaciones más recientes, los vecinos, amigos y familiares de una madre primeriza le echaban una mano con el niño, lo que le permitía tener ratos libres en los que poder echarse una siesta o darse un baño. Para Oberman, “ese modelo ya no existe, pero todavía no hemos eliminado del todo la imagen simbólica de la madre dulce”. Esperamos que las madres mantengan la calma al nivel de una superheroína mientras cuidan sin ayuda externa al recién nacido y sin tiempo para descansar. Toda una hazaña”.
Además, según Oberman, nuestro sistema capitalista, para el que tener hijos es una decisión privada cuyas consecuencias son individuales, no se construyó para satisfacer los intereses de las madres primerizas y los bebés. Sabiendo que el cuidado de los hijos ya no supone un esfuerzo colectivo, la única alternativa posible es recurrir a profesionales, siempre y cuando se lo puedan permitir.
Un informe del centro de estudios New America descubrió que el costo de una guardería a tiempo completo asciende a 9,589 dólares en promedio al año para niños de hasta cuatro años, más que los 9,410 dólares en promedio que cuesta una matrícula universitaria. No es fácil de llevar para las familias de clase baja que las guarderías cuesten en promedio cerca de dos tercios del salario mínimo de un trabajador.
La investigación de Resnick ha identificado más razones por las que existen estos filicidios, entre las que se incluyen ver al hijo como un estorbo y matarlo accidentalmente debido a maltratos como el abuso o el abandono. Incluso esto se explica con problemas del sistema más complejos. El último es especialmente común entre los padres más pobres cuya economía hace que no se puedan permitir tener hijos. “Se frustran cuando los hijos lloran, se ven sobrepasados por la situación y los sacuden”, explica Resnick.
No es muy frecuente que uno de los padres mate a sus hijos como venganza contra su cónyuge. Los abogados de la acusación citaron este como el motivo de Carol Coronado, describiendo cómo su marido la había amenazado con el divorcio y la había dejado que cuidara de sus hijas sola la mayor parte del tiempo, y la acusaron de simular los síntomas. Sin embargo, Sepah no se cree ese argumento, especialmente porque los otros psiquiatras, que testificaron individualmente, también la diagnosticaron con psicosis.
“Lo que le pasó a Carol es una representación de nuestra visión cultural de lo que debería ser la maternidad”, sostiene Sepah. “En esencia, todos somos responsables de lo que pasó, incluso aquellos que no estábamos allí y no conocíamos a Carol. Este no es un acto ocasional, sino el resultado de una persona que había fracasado unas veinte veces”.
Melissa Pandika https://ift.tt/eA8V8J
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