Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Mi última ruptura no fue realmente una ruptura, pero fue bastante mala. Realmente nunca salimos en citas como tal, y definitivamente él no era (y nunca sería) mi novio. Habíamos estado teniendo sexo intermitentemente durante unos meses, cuando inexplicablemente dejó de contestar mis mensajes de texto, momento en el que me di cuenta de que probablemente él conservaba las nudes que le había enviado.
Le pedí que las borrara, aunque nunca sabría si realmente lo haría, y terminé bloqueándolo de todas mis cuentas de redes sociales, lo cual él notó casi de inmediato. Esto lo llevó a enviarme varios mensajes de texto iracundos, llamándome "perra" y "zorra", porque no quería que mis nudes se hicieran públicas. Después de eso, continuó hostigándome por medio de mensajes durante meses, mostrándome ocasionalmente las fotos para presionarme a verlo, hasta que bloqueé su número.
No sospecho que este tipo haya compartido, o alguna vez comparta, mis fotos con nadie. También soy afortunada. No soy famosa, no trabajo con niños, y mi familia ya sabe que soy medio golfa, así que no tengo mucho que perder al enviarle una foto de mi culo desnudo a la persona con la que esté saliendo en un momento dado, lo cual sé que es un gran privilegio.
No me arrepiento por enviar mis nudes, pero lamento habérselas enviado a esta persona en particular, quien, cuando estábamos juntos, parecía estar mucho más interesado en tener pruebas digitales que en mí. Creo que se embarcó en el poderoso viaje de hacerme dudar, y que estaba bastante enojado como para hacer que me preguntara si intentaría usar las fotos en mi contra.
No había mucho que pudiera hacer para evitar que hiciera lo que quisiera con mis fotos, incluso si lo único que quería era guardarlas para él mismo por siempre. No podía recuperarlas, pero quería que supiera que si alguien iba a publicar mis fotos desnuda, sería yo y me iban a pagar por ello. Así que abrí Instagram, publiqué un anuncio de que estaba vendiendo mis nudes, y compartí un enlace a mi cuenta de PayPal. Quería que este tipo supiera que el que tuviera mis nudes en su teléfono no le daba poder sobre mí. Sólo significaba que era un hombre afortunado.
"Nuestras vidas modernas son una mezcla constante de lo digital y lo físico, y nuestras relaciones íntimas no son una excepción", le dijo a VICE Lesley Carhart, experta en ciberseguridad y en Informes forenses digitales y respuesta a incidentes (DFIR). "Siempre existirá la vergüenza pública o el potencial de chantaje en cualquier relación íntima, digital o no. Eso no ha disuadido a la gente en toda la historia de la humanidad, y las reglas para protegernos no han cambiado drásticamente".
La mayoría de los estados tienen leyes que penalizan la pornografía no consentida y el intercambio de imágenes, pero el porno por venganza es un problema que va en aumento. Este fenómeno puede tener consecuencias sociales, financieras y emocionales devastadoras que dejen un impacto duradero en la carrera y la salud mental de las víctimas; sin embargo, aún hay pocos recursos disponibles para quienes se han visto afectados o que son vulnerables a un posible hostigamiento.
Aunque Carhart enfatizó que "hay una línea divisoria entre dar la educación necesaria a todas las mujeres (y hombres) jóvenes sobre las cuestiones de privacidad y seguridad en el sexteo, y simplemente avergonzarlos por ser sexuales, lo cual definitivamente quiero evitar," hay algunos puntos básicos en cuanto a las imágenes y los mensajes enviados por internet que todos deberían entender. "Cualquier cosa que publiques en internet es muy probable que esté ahí 'para siempre'", dijo Carhart. "Cualquier imagen o mensaje que creas en un dispositivo digital puede recuperarse de ese dispositivo con las herramientas adecuadas. La forma en que Internet funciona hace que los datos se almacenen en múltiples lugares y que a menudo queden respaldados por múltiples grupos".
Incluso las aplicaciones donde los mensajes con fotos "desaparecen", como Snapchat, conllevan un riesgo, agregó Carhart. "Cualquier aplicación o programa que diga que puede garantizar completamente que las imágenes y el texto enviados desde tu teléfono al teléfono de tu pareja son 100% privados o que desaparecen por completo es casi seguro que te está engañando. Es posible mejorar la seguridad de la conexión al momento de enviar mensajes por Internet, y es posible proteger mejor los dispositivos de envío y recepción para impedir el espionaje, pero mientras la gente tenga cámaras con las que un destinatario pueda hacer una captura de pantalla de una foto, ningún software podrá jamás darte una garantía del 100%".
Carhart dijo que es importante considerar el riesgo personal y profesional de participar en cualquier relación que involucre sexteo y nudes, y manifestar cuando las peticiones de tu pareja o una situación en particular te incomoden. "Si tu imagen profesional está en grave peligro, o si eres parte de una cultura más conservadora, es posible que el riesgo de enviar mensajes íntimos o fotos que se te puedan atribuir ahora o en el futuro sea inaceptable", dijo.
Si comprendes y aceptas el riesgo involucrado y aún así deseas enviar nudes, "toma las fotos o el video tu mismo", dijo Elisa D'Amico, socia de la firma de abogados K&L Gates. D'Amico es también cofundadora del Proyecto Jurídico de Derechos Civiles Cibernéticos de la firma, el cual proporciona ayuda legal gratuita a las víctimas que han experimentado amenazas o que están siendo amenazadas actualmente con el uso abusivo de sus imágenes. "Mantener los derechos de autor permite un mayor control sobre las futuras publicaciones, si las hay", le dijo D'Amico a VICE. También recomendó poner por escrito, como en un correo electrónico o un mensaje de texto, cualquier conversación o acuerdo que tengas con tu pareja sobre las reglas o límites relacionados con las fotos.
Incluso si has tomado todas las precauciones, "siempre existe el riesgo de que la información destinada a ser privada sea compartida o distribuida más allá de la audiencia original prevista", dijo D'Amico. "Esto se aplica a imágenes y videos sexualmente explícitos, así como a otra información, como correos electrónicos o mensajes de texto, e información personal o privada. Las personas deben ser conscientes y mantener siempre en mente cuán fácilmente se logra el intercambio de información".
Si descubres o sospechas que tus nudes han sido compartidas sin tu consentimiento, o si has experimentado alguna forma de abuso sexual, "resiste la tentación de eliminar cualquier cosa", aconsejó D'Amico. "Considera tomar medidas iniciales para conservar todo lo que de alguna manera podría relacionarse con lo que te esté sucediendo". D'Amico también recomendó tomar y almacenar capturas de pantalla y las URLs de cualquier sitio web o página de redes sociales en donde se haya publicado el material para mantenerlo como evidencia y armar un caso contra la persona que compartió las fotos.
Si crees saber quién es el perpetrador, "no elimines ningún material o información que se relacione con esa persona y que esté en tu poder", dijo D'Amico. "También debes considerar denunciar el incidente a la policía y pedir hablar con alguien que trabaje con víctimas especiales y/o con crímenes cibernéticos, ya que por lo regular son los que están familiarizados con la pornografía no consensual. Y, por supuesto, deberías considerar hablar con un abogado".
Para la atención no legal, asesoramiento de crisis y apoyo emocional, D'Amico recomienda ponerse en contacto con grupos activistas y organizaciones sin fines de lucro que ofrezcan recursos y apoyo para víctimas de pornografía vengativa y abuso de imágenes. Estas organizaciones les pueden ayudar a eliminar sus fotos y a enviar spam a los foros de venganza pornográfica para hacer que las imágenes robadas sean más difíciles de encontrar.
Lo que es más importante, si descubres que has sido objeto de abuso sexual en línea o de pornografía por venganza, debes saber que no es tu culpa. "No creo en 'culpar a la víctima' o en avergonzarla por elegir tomar y compartir material íntimo", dijo D'Amico. "Cuando alguien comparte pornografía no consensual e imágenes íntimas y/o videos sin el consentimiento del individuo en la foto o el video, es el perpetrador quien está equivocado, quien tiene la culpa y merece castigo".
Para ser honesta, mi propio intento por reclamar la propiedad de mis nudes fue una especie de fracaso. Solo vendí un puñado de fotos a un chico al que rechacé en la universidad. Sin dudas fue un poco vergonzoso, pero vender mis fotos me hizo sentir que de alguna manera estaba recuperando el control sobre mi cuerpo y mi imagen.
Después de meses de ansiedad constante, finalmente sentí que podía seguir adelante, sabiendo que mi examante ya no tenía poder sobre mí, y tampoco ninguno de los otros hombres en mi pasado a quienes les pude haber mandado nudes. Seguía recibiendo textos a las 3AM de algunos de ellos, a pesar de que no habíamos hablado en meses, sólo porque aún tenían una vieja foto de mí desnuda en sus teléfonos.
Desbloqueé temporalmente a mi ex para enviarle un enlace a la publicación de Instagram anunciando mis nudes, y él nunca más me volvió a molestar después de eso. Mis fotos ya no eran especiales; tenía las mismas fotos que otras personas ya habían visto, que yo quería que vieran, y entonces ya no podía avergonzarme por eso.
La táctica que elegí obviamente no es la adecuada para todos los que luchan contra la venganza pornográfica, pero fue suficiente para recuperar la autonomía sobre mi propio cuerpo y quitarle esa prerrogativa a un tipo que sentía que podía controlarlo. De esta manera, las fotos ya no podrían dañarme, y tampoco él.
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