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miércoles, 25 de julio de 2018

No hay nada que celebrar con el gabinete paritario de Iván Duque

El día de hoy nuestro presidente electo, Iván Duque, terminó de nombrar su gabinete ministerial. El último nombre fue el de Silvia Constaín, economista y MBA de la Universidad de los Andes, quien ha trabajado en el sector corporativo con empresas como Google y Apple e hizo parte del gobierno de Álvaro Uribe Vélez no solo en su Ministerio de Gobierno y como negociadora del TLC en la parte de inversiones, encargándose de asegurarle estabilidad jurídica y tributaria a los inversionistas.

Con este último nombre se cierran las 16 carteras del gobierno que se viene, ocho de las cuales quedarán a cargo de mujeres. Duque está cumpliendo así una de sus primeras promesas: la de un gabinete paritario.

Es importante mencionarlo. Es el primer gabinete paritario del país y, a primera vista, este podría verse como un paso adelante hacia la equidad de género, un paso adelante para las mujeres, para el feminismo incluso.

Sin embargo, desde el primer nombramiento de una mujer en este nuevo gabinete, el discurso que han sostenido tanto los medios como las personas en redes sociales y hasta el mismo Duque (que anda sacando pecho por esta promesa cumplida) es el de que los nombramientos de estas mujeres son motivos de alegría simplemente por el hecho de ser mujeres; es decir, debemos alegrarnos de que la cuota de este gabinete paritario se cumpla, sin importar la persona que esté ocupando el cargo.

Si algo me ha enseñado el feminismo es que la crítica es necesaria. No por ser mujer debemos justificarnos entre nosotras todos nuestros actos, ni debemos apoyar absolutamente todas nuestras decisiones. Y así como muchas mujeres dejaron claro el pasado 17 de junio que Marta Lucía Ramírez no nos representaba, quise hacer un análisis de por qué algunos de los nombramientos de las mujeres del gabinete de Duque son más una derrota que un triunfo. De los ochos nombramientos, me detuve específicamente en cinco.

Uno de los nombramientos que más sorprendió fue el de Nancy Patricia Gutiérrez, quien quedó a cargo del Ministerio de Interior. Liberal al comienzo y de Cambio Radical después, esta excongresista fue investigada por la Corte Suprema de Justicia por parapolítica, después de que Rocío Arias, una congresista ya condenada, la acusara de estar relacionada con “El Pájaro”, un jefe paramilitar.

Sin embargo, el mayor escándalo de esta excongresista sucedió en 2011, cuando tuvo casa por cárcel por haber utilizado su posición como presidenta del Congreso de ese entonces para pedirle al DAS que le entregara información confidencial sobre un viaje que hizo Piedad Córdoba en esa época. La Silla Vacía afirma que dos altos funcionarios del DAS dijeron que la orden había sido dada por Álvaro Uribe y aprobada por María del Pilar Hurtado. En 2012 la Corte la absolvió por no encontrar pruebas de que hubiera obtenido ilegalmente esta información. Luego de eso, Gutiérrez volvió al ruedo político como presidenta de Asomovil (gremio de los operadores de celulares), cargo que tuvo hasta este nombramiento.

Luego tenemos a Alicia Arango, un nombre impopular en las últimas semanas, no solo porque primero sonaba para el Ministerio de Cultura y luego terminó en el de Trabajo, sino porque durante estos días soltó una frase certera: “gobernará Iván Duque, pero no hay que olvidar que Uribe es nuestro jefe”.

Esta administradora de empresas ha trabajado con Enrique Peñalosa y Uribe, primero siendo su secretaria privada, y luego como directora de su partido, el Centro Democrático. Durante la campaña de Duque, Arango fue una ficha clave, y lo ayudó en la consulta interpartidista con Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez.

Para Fabio Arias, director de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el nombramiento es más estratégico que sorpresivo. Para él, se vienen reformas regresivas para los trabajadores en materia tributaria, pensional y laboral, así como privatizaciones que “cuadren las regla fiscal que tanto exigen que se cumpla, el FMI, la OCDE, el Banco Mundial, las firmas evaluadoras de riesgos financieros, similares a todas las aplicadas por Uribe”, afirma. Alicia Arango entonces, según él, vendría manejando las relaciones entre empresarios y trabajadores, unas relaciones “ ‘fraternales’ ”, como las llama.

“¿Podrán ser fraternales para los trabajadores esas regresivas medidas anunciadas por el gobierno y solicitadas por el empresariado?”, se pregunta Arias.

Gloria María Borrero fue nombrada también ministra, en este caso de Justicia. Para muchos el nombramiento fue una victoria más que otra cosa, destacando su labor como Directora de la Corporación Excelencia en la Justicia (CEJ) desde el año 2005 y sus propuestas de reforma a la justicia y de proyectos de mejoramiento de la gestión judicial. Sin embargo, llama la atención que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo hacen parte de los entes que financian a la CEJ.

“Este nombramiento no dista mucho de la visión corporativa del gabinete de Iván Duque en todas las áreas”, trinó Aurelio Suárez en su momento. “Comparte en esas áreas la línea de los grandes ‘cacaos’ y sus grupos”. Quizá también valga la pena recordar su relación personal cercana con el fiscal Néstor Humberto Martínez.

Por su parte, en el sector Educación, hoy volvió a tener lugar un paro nacional de maestros por 24 horas, para protestar por varias razones. Una de ellas, fue el reciente nombramiento de María Victoria Angulo como la nueva ministra de Educación. Angulo, ha trabajado en el entonces Ministerio de Desarrollo, en Planeación Nacional en la Secretaría de Hacienda del Distrito con Mockus y más recientemente como secretaria de educación de Peñalosa.

Fue durante este cargo que desató la polémica, cuando anunció que el contratista que vendió las famosas pechugas de pollo a $40.000 para el Plan de Alimentación Escolar (PAE) en Cartagena, iba a seguir ejerciendo en Bogotá, con un contrato de casi 180 mil millones de pesos.

Asimismo, varios gremios de profesores acusan a Angulo de aprobar casi 400 mil millones de pesos para entregar en concesión 13 colegios públicos de Bogotá. “Denunciamos a la secretaria Angulo de ser parte importante del ‘mercenarismo’ de los privatizadores en Bogotá. Por eso decimos abajo las concesiones”, señaló uno de los manifestantes durante las protestas de hoy.

Por último tenemos a Carmen Vásquez, quien terminó siendo la ministra de Cultura. Mientras unos celebraban los logros de esta abogada, quien logró convertirse en la segunda viceministra afro en la historia de Colombia, otras, como la conocida activista Francia Márquez criticaban el nombramiento rotundamente, alegando que en 2014, cuando varias mujeres negras del Norte del Cauca se movilizaron hasta el Ministerio del Interior en contra de la minería ilegal, fue Vásquez la que no dejó que les llevaran cobijas en pleno invierno bogotano. “Pero eso no fue nada”, sigue denunciando Márquez. “Lo peor es que realizamos unos acuerdos que quedaron en el papel y hoy muchas comunidades están tomando agua contaminada con mercurio porque simplemente no les importa”.

“¿Qué sabe esta mujer de prácticas ancestrales y culturales?”, se pregunta Márquez. “Ella está ahí sólo por poner su cara negra y para servir de puente para que el Gobierno de Duque facilite a las multinacionales el saqueo y la destrucción de nuestros territorios y nuestras vidas como pueblo afro”.

Ocho mujeres, varias de las cuales representan lo que, a todas luces, Duque está buscando para estos cuatro años: un gobierno que esté del lado de las empresas, con un perfil corporativo y tecnocrático. Y si bien el presidente electo logró cumplir la promesa del gabinete paritario, que sepa que ahí vamos a estar las mujeres que creemos en la igualdad, cuestionando y monitoreando a las mujeres de sus ministerios, esperando la mejor labor posible por parte de ellas.

No por ser mujeres nos representan a todas, como lo hemos dejado claro, ni las causas por las que van a trabajar van a ser más benevolentes con ellas. Acá seguiremos pendientes.

Nathalia Guerrero Duque https://ift.tt/eA8V8J

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