Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
David Coates estaba sentado en la oficina de su terapeuta sosteniendo un electrodo en cada una de sus manos y describiendo la última vez que vio a su madre. Los electrodos pulsaban alternativamente, izquierda y derecha, mientras hablaba.
Coates, de 37 años, contó que su madre le había dicho que la estaba asustando. En un arranque de rabia y bajo los influjos de la droga, golpeó una pared y rompió el marco de una foto. Ella huyó y le dijo que si seguía en su casa cuando regresara, llamaría a la policía. Fue la última vez que hablaron. Meses después, él estaba preso y ella muerta a causa de un cáncer de mama que se había extendido a su cerebro y pulmones. Mientras hablaba, Coates, un tatuador que vivía cerca de Boulder, Colorado, enfocaba su atención en los electrodos que se encendían y apagaban en sus manos.
Coates estaba participando en la desensibilización y el reprocesamiento del movimiento ocular (EMDR), una forma de terapia en la que un paciente revive un evento traumático mientras realiza un seguimiento de un estímulo que se alterna de un lado a otro. La forma original para realizar una EMDR, era siguiendo con la mirada los movimientos lentos de las manos de un terapeuta, pero en los últimos 20 años se han introducido otros estímulos. Entre varios aparatos electrónicos de mano y señales de luz, algunos terapeutas de EMDR construyen cajas de herramientas extensas. Pero hay una constante: el cliente describe una experiencia traumática mientras mantiene una respuesta física monótona a la estimulación bilateral.
La EMDR es practicada por una multitud cada vez mayor de terapeutas certificados. Ha sido avalada por celebridades, incluso por la cultura pop (ver Russian Doll), y ha sido difundida en las redes sociales. Aunque sus defensores dicen que ayuda a neutralizar los desencadenantes y los impactos fisiológicos del trauma, nadie está exactamente seguro de cómo funciona.
Existen varias herramientas para la EMDR, pero hay una constante: el cliente describe una experiencia traumática mientras mantiene una respuesta física monótona a la estimulación bilateral.
"No sabemos lo que sucede en el cerebro" durante una sesión, dijo Robbie Dunton, directora administrativa del Instituto EMDR, que supervisa la capacitación de terapeutas en el proceso. "La gente tiene diferentes teorías sobre esto [pero] hay tantos estudios que demuestran la eficacia que ha sido aceptado en la corriente principal".
Algunos escépticos han atribuido los resultados positivos de la EMDR a los conceptos básicos terapéuticos (estar en un ambiente amable y tener la oportunidad de hablar) y han desestimado los movimientos oculares y los pulsadores de las manos como meros trucos. Pero los que la han experimentado dicen que hay algo más.
Coates creció en una zona de pandilleros en Fresno, California, y desde su adolescencia ha lidiado con su adicción a la metanfetamina intravenosa. Antes trabajaba como prestamista para dealers pero terminó disparándole a un chico que se defendió. Aunque no le dio, Coates enfrentó cargos graves, incluido un intento de asesinato. Solo fue condenado por robo. "Mi trauma más profundo es que me hayan encerrado cuando mi madre falleció", dijo. "No tuve la oportunidad de estar con ella o abrazarla para decirle adiós. No tuve la oportunidad de enmendar las cosas terribles que hice y dije".
Desde entonces, no ha podido pensar en la pérdida sin apretar la mandíbula y desconectándose mentalmente, dijo. Así que cuando escuchó sobre la EMDR en su grupo para adicciones, decidió probarla. Después de cuatro de las ocho sesiones planificadas, el sentimiento angustia está empezando a cambiar. "Parte de la terapia es que ella trata de que entienda mis desencadenantes fisiológicos", dijo Coates sobre su terapeuta de EMDR. "Si es tristeza o dolor, puedo sentirlo profundamente en mi pecho".
La psicóloga clínica Francine Shapiro tuvo la idea inicial de la terapia EMDR a finales de la década de 1980, cuando se dio cuenta de que miraba de un lado a otro mientras caminaba por un sendero en la naturaleza. Ella guió una técnica similar a través de ensayos clínicos, a partir de 1989.
Después de cuatro de las ocho sesiones planeadas, el sentimiento de angustia de Coates está empezando a cambiar.
Algunos estudios de finales de los noventa en grupos pequeños de participantes se mostraron prometedores para el método: un estudio de 1997 de 66 personas, de las cuales aproximadamente la mitad había sido diagnosticada con TEPT, encontró una reducción del 68 por ciento en los síntomas relacionados a través de la EMDR. Otro mostró una reducción del 90 por ciento de los síntomas en las víctimas de agresión sexual, en comparación con un grupo de control que no había recibido tratamiento (mientras estaban en una lista de espera).
Dunton, quien también es colega de Shapiro, dijo que las dos usaron la EMDR en Israel y Europa antes de llevarla a Estados Unidos. Ahora, el instituto tiene un calendario de talleres de un año de duración, impartido por un equipo de psicólogos, para certificar a los terapeutas en la EMDR. No tienen un recuento exacto de los que tienen certificación EMDR, pero Dunton dijo que está en los cientos de miles.
Eso no significa que ya hayan descifrado la ciencia. "Seré la primera en admitir que no sabemos cómo funciona", dijo Dunton. "Simplemente lo hace". Ella ha visto cómo la terapia ha aliviado los síntomas del TEPT en innumerables ocasiones: "Han llegado pacientes con traumas graves, con mucha ansiedad. Esto rompe las sensaciones y experiencias que han estado reviviendo".
Hay varias teorías alrededor de la EMDR. Algunos dicen que el enfoque bilateral puede reflejar el REM, la etapa del sueño asociada con el procesamiento de los recuerdos. Otros han sugerido que la tarea mental de tic-toc previene el arraigamiento fisiológico que puede sobrepasar el cuerpo y la mente cuando una persona tiene desencadenadores, permitiendo que el pensamiento y las emociones relacionadas se procesen adecuadamente. Otra teoría es que practicar la coordinación de izquierda a derecha puede aumentar la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro. Y Shapiro ha sugerido que debido a que la estimulación bilateral consume recursos mentales que de otra manera se emplearían para revivir un horror, "la memoria se vuelve menos vívida, menos completa y menos emocional".
"Seré la primera en admitir que no sabemos cómo funciona", dijo Dunton. "Simplemente lo hace".
Después de 30 años de diferentes teorías, los escépticos siguen sin estar seguros. El psicólogo de Harvard Richard McNally comparó la propagación de la EMDR con el surgimiento del mesmerismo, la locura por la salud del siglo XVIII que trató de curar dolencias mediante la manipulación de una fuerza vital invisible. Steven Novella, editor ejecutivo del sitio web de los escépticos, Science-Based Medicine, la comparó un poco más amablemente con la acupuntura, diciendo que ambas eran "nada más que un ritual que provoca efectos terapéuticos no específicos".
Un estudio mostró que la EMDR no produce mejores resultados que la terapia de exposición, en la que un profesional crea un entorno terapéutico para discutir y revivir experiencias traumáticas. Un simpatizante le preguntó a Shapiro en un foro de The New York Times: "¿La EMDR (como siempre he sospechado) es simplemente otra versión de exposición prolongada usando chasquidos, agitando las manos o usando luces para inducir movimientos oculares que no tienen relevancia clínica?" En respuesta, Shapiro proporcionó una larga lista de estudios que sugieren que la EMDR es tan eficaz como la terapia cognitiva conductual o un poco más.
En 2008, un informe del Instituto de Medicina indicó que se necesitaba más investigación para determinar la eficacia de la EMDR, pero desde entonces el escepticismo del sistema médico y psicológico se ha enfriado, y el tratamiento ha obtenido el respaldo de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, el Departamento de Defensa de EE. UU., la Organización Mundial de la Salud y el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Recientemente, la terapia EMDR ha encontrado defensores famosos en Rachel Evan Wood y Brie Larson, que han elogiado públicamente el efecto que ha tenido en ellas.
El tratamiento estándar de la EMDR es de ocho sesiones. En la primera sesión, el terapeuta indaga acerca de la historia y los síntomas de un cliente y considera una memoria traumática a la cual dirigirse. "Es como una cita típica en el psicólogo", dijo Lynn Lauria, una terapeuta al oeste de Nueva York que practica la EMDR. "También estoy decidiendo si la EMDR es apropiada". En la segunda sesión, el terapeuta explica la técnica, incluidos los estímulos bilaterales (los movimientos de la mano o las herramientas electrónicas) y una "señal para detenerse" si la sesión se vuelve demasiado intensa.
En la tercera, desarrollan un plan de juego: el terapeuta y el cliente se ponen de acuerdo en el trauma a tratar y este último evoca la imagen más sobresaliente asociada con ese recuerdo (como el recuerdo de Coates de que su madre había huido mientras miraba el marco destrozado). El cliente declara una creencia negativa derivada de ese recuerdo y los dos idean una creencia positiva para reemplazarla.
En las siguientes tres sesiones, el terapeuta y el cliente revisan la memoria traumática y las imágenes, emociones y creencias asociadas con ella, mientras usan los estímulos bilaterales. "Cuando el cliente no informa de ningún problema relacionado con la memoria específica, se le pide que piense en la creencia positiva preferida que se identificó al comienzo de la sesión", dice la página web del Instituto EDMR.
La octava sesión es un resumen, aunque para muchos pacientes las sesiones duran más tiempo antes de que terminen.
Lauren Withrow, una veterana de la marina en Texas, se sometió a un tratamiento de ocho sesiones después de un intento de suicidio. Withrow había soportado años de un TEPT que no tenía nada que ver con el combate. "Solía dormir al lado de la puerta porque esperaba que alguien entrara y nos hiciera daño", dijo. (La fuente original de su trauma solo la compartió con sus terapeutas, dijo).
El año pasado, cuidaba a sus dos hijas y trabajando como reportera y fotógrafa para un periódico de una pequeña ciudad. Un día fue a fotografiar al equipo de futbol de la secundaria y el pensamiento se apoderó de su mente: tenía que suicidarse. "No es racional y nunca me había pasado", dijo, "pero actué en unas pocas horas".
Después de su intento de suicido, Withrow pasó de una unidad de cuidados intensivos a una sala de psiquiatría en un hospital local de la Administración de Salud para Veteranos. Le dio, temporalmente, la custodia física de sus hijas, ambas adolescentes, a un miembro de la familia. Luego escuchó sobre la terapia EDMR a través de las redes sociales. A lo largo de ocho sesiones, ella y su terapeuta trataron de desarmar el recuerdo desencadenante de estar en terapia intensiva e informar a sus hijas que había intentado suicidarse.
Withrow y su terapeuta utilizaron una variación del cambio de creencia negativo y positivo. Están tratando de eliminar su creencia de que el intento de suicidio significa que es una "mala madre". En cambio, trabajaron para implantar un "recuerdo futuro", en el que ella imagina una escena específica en un futuro óptimo: "Intento verme a mí misma reconectándome con mis hijas", dijo Withrow.
Aunque las reacciones causadas por el trastorno de estrés postraumático pueden parecer erráticas e irregulares para la gente a la que no le ha pasado, Withrow dice que el efecto es como un algoritmo computacional predecible. Durante meses, cuando pensaba en sus hijas, se desarrolló un programa: sentía repulsión, culpa y fracaso. Significaba que no podía concentrarse en descubrir cómo volver a conectarse con las chicas.
Ahora, dijo, es capaz de imaginar un futuro juntas, donde están felices por un día y tienen un horario normal entre madre e hija. "Había un patrón en la forma en que había estado pensando con el trastorno de estrés postraumático", dijo Withrow. "Ahora, hay una falla en la programación que impide que se complete".
Nick Keppler https://ift.tt/eA8V8J
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