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martes, 16 de julio de 2019

'Stranger Things 3' parece estar retrocediendo con respecto al trato que le da a las mujeres

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Dado que Stranger Things se enfoca en Eleven (Millie Bobby Brown) –una chica con superpoderes que puede derrotar monstruos con su mente– pareciera que la serie contaría con la aprobación del feminismo por default. En la popular serie de ciencia ficción retro de Netflix, también hemos visto a Nancy Wheeler (Natalia Dyer) pasar de ser una chica dulce, a una temible guerrera peleando contra el Demogorgon; a Joyce Byers (Winona Ryder) superar su dolor y encontrar a su hijo perdido en el inframundo; y en la segunda temporada, conocimos a Max Mayfield (Sadie Sink), una chica de California independiente y temeraria que se hace amiga de los chicos en el mundo malévolo de Hawkins, Indiana. Sin embargo, en muchos aspectos, la tercera temporada de Stranger Things, que se estrenó la semana pasada, presenta problemas para dirigir los roles de sus personajes femeninos, como si estuvieran retrocediendo.

En Stranger Things 3, vemos a Eleven aprendiendo a ser independiente ahora que ella y Mike (Finn Wolfhard) son novios. Los adolescentes hormonales se la pasan besándose con una balada romántica de los 80s de fondo, dejando atrás a sus amigos para, bueno, seguir besándose. Esto desata el enojo de sus amigos y hace que la figura paterna de El, Jim Hopper (David Harbour), empiece a preocuparse descontroladamente –muy al estilo de la vieja escuela– por su hija que pasa demasiado tiempo con su novio haciendo sabrá Dios qué. Pero ni siquiera mantener la puerta de su habitación abierta mínimo 10 centímetros, puede evitar que los inseparables adolescentes intercambien saliva tanto como sea posible. Por supuesto, en lugar de seguir el consejo de Joyce de hablar con ellos abiertamente y establecer límites saludables, Hopper opta por amenazar físicamente a Mike, lo que lleva a una ruptura infantil y nos deja una lección cursi sobre el poder femenino.



Eleven va con Max en busca de consejos y se acaba la rivalidad que tenían en la segunda temporada. Ahora, se unen para formar una alianza anti-chicos después de que Mike le miente a El. Max, que tiene más experiencia, le dice, "La vida es más que chicos estúpidos", mientras la arrastra fuera de su habitación para ir al terreno sagrado en donde todas las chicas encuentran su fuerza: ¡el centro comercial! Empieza a sonar "Material Girls" de Madonna porque ¡Es hora de ir de compras! Las chicas se ríen, se toman fotos con chamarras de mezclilla deslavadas y, como sigue siendo una serie de ciencia ficción, El hace que le explote una soda a una chica mala usando sus poderes mentales. Cuando llega el momento de escoger el nuevo look de El, Max le dice, "Te pruebas cosas hasta que encuentras algo que va contigo... No con Hopper. Ni con Mike. Contigo".

Los nuevos outfits y el descubrimiento del poder que tienen las chicas explican una verdad inevitable que se ha visto en casi todas las películas de adolescentes: Mike pronto estará soltero. Y, en efecto, Eleven lo termina con un simple "Te dejo", burlándose como solo una adolescente criada en un laboratorio podría hacerlo.

Stranger Things
Priah Ferguson como Erica Sinclair disfrutando un helado en 'Stranger Things'. Créditos: Netflix

Quizás esta escena fue la manera en que los Hermanos Duffer (quienes crearon la serie y escribieron el episodio) hicieron una especie de homenaje a las películas de chicas adolescentes de los 80, o quizás fue un intento de borrón y cuenta nueva después de crear una serie que, aunque es entretenida, nos ofrece tanta representación reflexiva, progresiva e incisiva del empoderamiento femenino como la estatua de Fearless Girl; si investigas un poco más descubrirás que en realidad es una falsa imitación feminista corporativa.

Aunque la serie se enorgullezca de sus momentos referenciales –y la escena del centro comercial es sin duda eso, y definitivamente linda– estos también representan la idea que tienen los Hermanos Duffer sobre el feminismo de que la única forma de darle a su personaje principal –una chica literalmente empoderada– independencia y empoderamiento es que se vaya de compras y luego deje a su novio. Incluso tratándose de un show ambientado en los 80, deberían esforzarse un poco más.

Este momento se percibe especialmente superficial considerando la relación de Eleven con Hopper, quien, bajo el pretexto de protegerla de agentes malvados del gobierno, impone brutalmente un control sobre su vida y su cuerpo. No solo hace que El se vista con sus camisas a cuadros horribles, sino que también hace lo posible por mantenerla alejada de su novio solo porque eso lo hace sentir incómodo. Esta es la clase de hombre tóxico que le dice a las mujeres que lo único que quiere es cuidarlas, cuando en realidad está abusando de sus derechos. Este es el tipo de padre que hace que las mujeres gasten miles de dólares en terapia para superar el trauma que le han infligido a sus hijas bajo el disfraz de amor. El padre malo que grita porque te ama no es algo para entretener como modelo de bondad.

Stranger Things
Maya Hawke como Robin haciendo cosas sarcásticas en 'Stranger Things'. Créditos: Netflix

El no es la única a la que retratan de esa forma. Erica, interpretada por Priah Ferguson, una niña de 12 años, salva a los chicos con su inteligencia, valentía y capacidad para caber en espacios pequeños y confinados. Pero a su personaje, la única niña negra del programa, lo retratan como una persona que habla rápido, descarada y contestona –los típicos estereotipos raciales. Su personalidad es divertidísima, y destaca en contraste con las de Eleven y Nancy, que son más suaves, pero su inclusión parece premeditada, dado que la otra mujer negra de esta temporada (la recepcionista del hospital) también se reduce a un estereotipo descarado. Si bien Ferguson es magnífica esta temporada, y se le dio mucho material con el que trabajar, es decepcionante ver más de los mismos papeles estereotipados y formulados que le otorgan a las actrices negras talentosas.

Mientras tanto, en el Hawkins Post, Nancy se enfrenta a una oficina llena de hombres sexistas y repugnantes mientras está de practicante e intenta comenzar su carrera como periodista. Si bien cualquier mujer que ha trabajado en salas de redacción puede decir que el sexismo en la industria va en aumento, solo vemos que Nancy es derrotada una y otra vez por estos idiotas, y francamente, es deprimente. Ninguna de sus compañeras de trabajo se ofrece a ayudarla; ni Jonathan (Charlie Heaton), su novio y colega en el periódico. Nunca recibe crédito ni reconocimiento por la historia que descubrió y, más allá de una charla prometedora con su madre, no hay ninguna resolución profesional para ella al final de la temporada. Aunque llega a matar al idiota de su jefe y su colega, la promesa de que Nancy se vengue de todos los hombres que la destrozaron nunca se cumple.

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