Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Plantar miles de millones de árboles es la manera más eficaz de combatir el cambio climático, o al menos eso asegura un estudio de Science. Al principio, los expertos aplaudieron estas conclusiones en un sinfín de artículos, pero la respuesta también está recibiendo una gran cantidad de críticas, desde activistas indígenas y expertos en políticas a científicos medioambientales.
El estudio calculó que existen 900 000 millones de hectáreas de territorio disponibles para la reforestación. Eso supone espacio para miles de millones de nuevos árboles que, según ellos, podrían absorber 205 gigatoneladas de carbono, o dos terceras partes de lo que se estima que hemos producido hasta el momento, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).
La reforestación como única medida para reducir las emisiones de carbono no es suficiente, y eso fue lo que el autor Jean-Francois Bastin explicó a Motherboard. El hecho de que haya espacio para bosques no significa que sea tan sencillo como empezar a plantar miles de millones de árboles y, además, eso supondría una tarea monumental a nivel político, medioambiental y logístico.
La publicación ofrece una visión matemática de una posible solución que no contempla todas las complicaciones que podría implicar, así que desde Motherboard hablamos con científicos y activistas para saber más sobre las consecuencias que podría causar un proyecto de esas proporciones.
¿Es posible plantar miles de millones de árboles?
Bastin hizo hincapié en que su objetivo era mostrar el potencial que tiene la Tierra para la reforestación desde un punto de vista teórico. Dijo que su investigación no se traducía en acción inmediata, pero se podía usar como guía para quien quisiera llevar a cabo la reforestación y los posibles lugares donde se podría aplicar.
“Hasta ahora, desconocíamos los límites de la capacidad física del planeta”, dijo Bastin. “Estamos intentando crear una visión de lo que podríamos conseguir, lo que podría sostener la Tierra”.
Pese a que el estudio no pretendía que estas medidas fuesen interpretadas como soluciones directas, muchos medios de comunicación empezaron a afirmar que estas iniciativas de reforestación frenarían el cambio climático. Algunos científicos especializados en medio ambiente y expertos en política temen que se esté simplificando una cuestión más compleja a nivel internacional, y el optimismo con el que se ha recibido la plantación de árboles podría desembocar en graves problemas prácticos.
Para empezar, la solución no es tan sencilla como colocar los árboles donde estaban antes. La deforestación a gran escala se practica en todo el mundo desde hace décadas, y Bastin destacó que debemos tener en cuenta cómo cambian los ecosistemas con el paso del tiempo. Como parte del estudio, su equipo creó un mapa interactivo que ayudara a determinar qué tipo de árboles plantar y dónde, con el objetivo de asegurarnos de que los nuevos bosques puedan sobrevivir al cambio climático.
Mientras que los árboles vuelven a crecer en algunos lugares como Europa, la deforestación a gran escala sigue presente en muchas partes del mundo. Este afán por la recuperación “no sirve para nada”, dijo Bastin, “si no detenemos la deforestación en zonas como Brasil, donde la tala indiscriminada en el Amazonas ha alcanzado cotas alarmantes”.
Gran parte del territorio analizado en este estudio es propiedad privada, y convencer a la gente de plantar árboles en su territorio no siempre es fácil. Algunos gobiernos han establecido políticas que consisten en pagar a los propietarios para que realicen labores de reforestación en sus terrenos, pero esto conlleva otros problemas como garantizar que se produce un crecimiento sostenible de los bosques.
Además, talar un árbol lleva mucho menos tiempo que lo que este tarda en crecer y alcanzar la madurez. En el momento en que se tala, libera todo el carbono de nuevo a la atmósfera. Incluso si volvemos a plantar árboles, los beneficios no serían perceptibles hasta que llegaran a la madurez, lo cual podría llevar décadas.
“Lo único que calcula el artículo es la cantidad total de dióxido de carbono que podría eliminarse con la reforestación. Sin embargo, no habla de la rapidez con la que esto ocurriría, el coste o la manera de incentivar la recuperación”, según dijo el profesor de Derecho Medioambiental Jesse Reynolds en UCLA, Los Ángeles.
Otros científicos temen que los descubrimientos sean demasiado optimistas. En una entrada de blog, los científicos Mark Maslin y Simon Lewis se cuestionan la afirmación de que la reforestación a gran escala podría almacenar 200 gigatoneladas de carbono, comentando que para acercarnos a esa cifra, tendrían que pasar cientos de años.
Zeke Hausfather, un científico especializado en el medio ambiente, señaló que esas estimaciones representan “una posibilidad técnica, pero no económica”. Cita un estudio previo que calcula que, teniendo en cuenta las fuerzas económicas, la reforestación solo podría aplicarse al 30 por ciento del territorio que supuestamente está preparado para albergar árboles. Para acabar de complicar las cosas, dijo que absorber el carbono fuera de la atmósfera no es tan sencillo como parece.
“Si emites una tonelada de carbono, aproximadamente la mitad se queda en la atmósfera. La misma lógica se puede aplicar al hecho de eliminar una tonelada de carbono de la atmósfera; solo se consigue eliminar una mitad de manera permanente, ya que los cambios en el territorio y los sumideros del océano equilibran la otra mitad”, dijo Hausfather.
Las medidas de reforestación deben contar con las opiniones de los nativos
Los autores del estudio dicen que han empezado a adaptar su trabajo en colaboración con las Naciones Unidas a las necesidades a nivel local, con el objetivo de encontrar gobiernos y organizaciones que puedan ayudar a perfeccionar sus proyecciones. La deforestación ha tenido un gran impacto en las zonas indígenas, así que la plantación de árboles también debería aplicarse a esos mismos territorios. Gracias a este mapa, es posible ayudar a organizaciones locales que estén investigando otras perspectivas, como los derechos de las tierras indígenas y las necesidades de la comunidad, dijo Bastin.
El artículo no menciona directamente a las comunidades indígenas que suelen sufrir la explotación del colonialismo medioambiental y la exclusión de las medidas de conservación habituales. Aunque los autores pretenden abordar esa cuestión, el impacto tan positivo que ha tenido en los medios de comunicación como solución contra el cambio climático también ha generado temores, debido a que el plan omite las opiniones de los indígenas.
La reforestación exhaustiva “tendría que estar dirigida por las comunidades indígenas autóctonas para que sea equitativa”, dijo BJ McManama, coordinador de Indigenous Environmental Network, una alianza que principalmente desarrolla sus actividades en Estados Unidos y cuya política se basa en la justicia medioambiental, llevada a cabo por activistas indígenas.
La ley que habla de la devolución de los territorios y recursos que fueron arrebatados de los indígenas está respaldada por una investigación revisada por especialistas como un método efectivo de administración medioambiental. Un estudio de 2017 publicado en PNAS reveló que la restauración de los derechos del territorio de las comunidades indígenas en la Amazonia peruana “puede ayudar a proteger los bosques, al menos en términos generales”, y tiene efectos en cascada que incluyen la retención de carbono y la protección de la biodiversidad.
Otro paso esencial en la descolonización es devolver los territorios robados, que en muchos países se fundaron a partir de la expulsión racista de sus hogares que sufrieron las comunidades indígenas. En la actualidad, un movimiento en expansión liderado por indígenas pretende rectificar estas injusticias. A pesar de que los activistas no se preocupan por las consecuencias que supone el estudio de Science, el impacto que ha tenido ha desatado un importante debate, dijo McManama.
“Aunque el modelo señala la cantidad de territorio que podría restaurarse con la plantación de árboles, no tiene en consideración la actividad humana que se necesita para ello”, dijo Alaka Wali, conservadora del Museo Field de Historia Natural y directora fundadora del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. ¿Sufrirán [las personas indígenas] el desahucio de sus tierras?
El ecologismo tiene una serie de prejuicios tan enraizados que resulta casi imposible excluirlos de los debates políticos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define “bosque” de tal manera que pone en el mismo grupo los árboles autóctonos y las especies foráneas. Eso ha permitido el despliegue de plantaciones de monocultivo en África y Sudamérica, que ahora albergan hectáreas de eucalipto y explotaciones de pinos y que han originado el desalojo forzoso de las familias indígenas.
El ciclo de desigualdad continúa, ya que los países invierten en este tipo de proyectos de reforestación para compensar la huella de carbono al mismo tiempo que siguen confiando en los combustibles fósiles.
En un plano más reducido, las comunidades indígenas como la tribu india de los Menominee, en Wisconsin, están recuperando los bosques desde un punto de vista que tiene en cuenta la biodiversidad y la perpetuidad. Los menominee han aprovechado la madera de 81 000 hectáreas de zonas boscosas durante 150 años, pero se han asegurado de su resiliencia al plantar una variedad de árboles y seleccionándolos cuidadosamente. “Están haciendo un trabajo increíble [al crear] modelos que se pueden transmitir a otras comunidades”, dijo McManama.
Puede que todo esto sueno desolador, pero no lo es. Casi todo el mundo está de acuerdo con que la reforestación es una poderosa herramienta para combatir el cambio climático. Además de la absorción del dióxido de carbono, proporciona el hábitat necesario para muchos organismos, ayudando a frenar la gran extinción que está causando el ser humano. Con el nivel de dióxido de carbono que se ha emitido hasta el momento, muchas personas como Bastin están de acuerdo en que necesitamos combinar la reducción en las emisiones y la retención del dióxido de carbono para frenar el cambio climático de manera efectiva.
La reforestación no era el único objetivo que pretendía trasmitir el estudio, pero muchas personas lo han interpretado de esa manera. Reynolds equipara la mitigación climática a la inversión, alegando que necesitamos diversificar a la hora de aplicar las soluciones necesarias para poder reducir los riesgos. Si solo nos basamos en plantar árboles para combatir el cambio climático, estamos ignorando la amenaza del incremento de las emisiones. También estamos pasando por alto el potencial de otras soluciones, como la geoingeniería.
“El cambio climático constituye un problema de gestión de riesgos que requiere de varias soluciones. Por esa razón, dar demasiada importancia solo a una de ellas o asegurar que se trata de 'la mejor solución disponible a día de hoy' conlleva el riesgo de desviar la atención y los recursos, ya de por sí limitados, de otras posibles soluciones”, dijo Reynolds.
Madeleine Gregory https://ift.tt/eA8V8J
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