Artículo publicado originalmente por VICE India.
En Chennai, India, Srinivasan –un pescador y entrenador de Kabaddi– ha estado atrapado en una batalla durante los últimos cinco años. No solo entrena a los jóvenes de su pueblo pesquero de Ennore, sino que también lo hace mientras lucha por el derecho a respirar de la ciudad. La periodista Aruna Chandrasekhar escribió en 2018 que el aire de la ciudad es "una potente amalgama de amoníaco, carbón, alcantarillado y diésel, mezclándose con la brisa marina". Al recordar la lucha en curso de Srinivasan contra los grandes contaminadores de la ciudad, capta la ironía de todo. "Está luchando contra las grandes compañías de carbón mientras entrena a sus estudiantes para respirar", le dice a VICE.
La historia de Srinivasan, y la de muchos otros, ha desencadenado el proyecto de Chandrasekhar, con sede en Bengaluru, con el fotógrafo con sede en Delhi Ishan Tankha, titulado Breathless. El proyecto, que incluye historias y fotografías, y ha sido organizado por colectivos de la contaminación del aire Help Delhi Breathe y Clean Air Collective, reúne imágenes convincentes de ocho regiones de la India: Bengaluru, Chhattisgarh, Delhi, Ennore, Mumbai, Punjab, Guwahati y Chennai. Algunas de estas ciudades figuraron en la lista de las más contaminadas del mundo el año pasado, en el Informe Mundial de la Calidad del Aire 2018 publicado por Greenpeace e IQ AirVisual.
En los últimos años en la India, la única narrativa que se ha hecho cargo de todas las conversaciones sobre el tema del cambio climático ha sido la contaminación del aire. Aparece en las noticias, se está convirtiendo en movimientos de todo el país y, mientras hablamos, está en nuestras caras.Y como indica este informe de la ONU, la contaminación del aire y el calentamiento global son esencialmente dos caras de la misma moneda. Pero la historia no se limita a la región de la capital nacional.
Chandrasekhar y Tankha comenzaron a viajar por todo el país el año pasado en septiembre, y vieron no solo las manifestaciones físicas de la contaminación, sino también el costo humano de todo esto. "La gente tiende a no tener mucha empatía por la cantidad de muertos que se muestran sin contexto, o por las enfermedades, hasta que les sucede", le dice Chandrasekhar a VICE. "Queríamos retratar historias en las que las personas tomen acción y recuperen el poder, incluso si se enfrentan a una gran cantidad de contaminación".
Las historias, entonces, toman la forma de tres categorías de narraciones. "Estas son personas comunes luchando contra enfermedades extraordinarias, personas comunes enfrentándose a contaminadores extraordinarios y personas comunes que trabajan con el estado y tienen la tarea de limpiar después de nosotros. Los sobrevivientes que elegimos forman parte de estas categorías, los paisajes en los que viven, las fuentes clave de contaminantes y las interconexiones con otras partes del país", dice Chandrasekhar, quien ha estado escribiendo sobre el medio ambiente durante los últimos ocho años.
El proyecto también es bastante oportuno, con la creciente atención internacional sobre el cambio climático a nivel mundial. Pero los indios también luchan, junto con la contaminación, otra amenaza: la apatía. “Tendemos a recurrir al fatalismo y al pensamiento apocalíptico, que termina librándonos de toda culpa. Pero la mayoría de las personas no tienen esa opción", dice Chandrasekhar. "Esta es una llamada de atención, para que las personas se den cuenta de su propio poder y presionen para que se produzcan cambios antes de que los impactos sean irreversibles".
La serie de fotos también indica el hecho de que la mayoría de las discusiones sobre la contaminación se centran principalmente en Delhi. No hay mucha atención nacional hacia los problemas serios que existen más allá de la región de la capital nacional. “Me enfurece que solo la contaminación del invierno llame la atención y la mayoría de los informes se limitan a Delhi y culpan a los agricultores. Nadie habla constantemente de los demás problemas”, dice Chandrasekhar.
“Los políticos no tienen derecho a decir que las acciones individuales son más importantes. No, es política y eso depende completamente de ellos. No pueden reducir todas las leyes ambientales, permitir que la gran industria se salga con la suya con el robo a plena luz del día y decir, "hagan una buena acción ecológica en familia y todo estará bien".
Las imágenes aturden instantáneamente, presentando una realidad de quienes se ven obligados a vivir con la contaminación, en oposición a la versión diluida con la que la mayoría de los habitantes urbanos viven. Aparte de Srinivasan, está la historia de Atul Jain de Delhi, que tiene cáncer de pulmón. Sus hijos hoy en día, ya no truenan petardos o toman el metro o caminan, para ayudar a que el resto de Delhi pueda respirar mejor.
"Queríamos asegurarnos de que hubiera un reconocimiento por la lucha que se ha hecho [por el medio ambiente]", dice Chandrasekhar. "Hemos llegado a un punto en que nuestras conversaciones sobre la contaminación son un tanto fatalistas, especialmente para aquellos que están más atrapados. Decimos cosas como, sí, es el fin del mundo, ¿qué podemos hacer? Seguimos con nuestras vidas con la esperanza de que el apocalipsis llegue amablemente. Es muy sencillo para las personas que la tienen más fácil, decir que estamos condenados. Pero aquí están algunas de las comunidades más marginadas que arriesgan sus cuerpos, pelean en los tribunales, movilizan a otras personas y van a la cárcel por un bien común".
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