Artículo publicado por VICE México.
Mi familia era católica, según ellos lo siguen siendo, pero ahora más en la práctica que en la prédica, lo cual es un fruto muy dulce para mí. Siempre fue una pesadilla ir a la iglesia todos los domingos a escuchar regaños y sermones que estaban muy lejos de adecuarse a mi comportamiento. Era una hora a la semana que podía ser suficiente para pudrir todo el resto del día. Era una hora en la que más allá de reflexionar sobre lo malo que era, me dedicaba a imaginarme el tlacoyito urbano de haba que me esperaba a la salida de la casa de nuestro señor.
Como diosito sabía de mis herejías me castigó. Cuando muy niño, más pequeño que la niña del video de abajo, me bautizó un padre. Ese párroco era falso y engañó durante 10 años a la iglesia donde me bautizaron, no me imagino la cantidad de dinero con la que huyó. De esto nos enteramos cuando mis padres decidieron que era momento de que hiciera la primera comunión: “No señores, el bautizo de Luis no cuenta porque el padre que trabajaba aquí era un impostor, lo sentimos”, dijo una de los dependientes de la sucursal católica. “Tendrán que rebautizarlo” y me re-bautizaron a los 11 años para poder ser acreedor de la eucaristía.
A pesar de recibir la comunión tarde y a regañadientes, fui más prudente en mis comentarios que la niña del video, quien independientemente de no conocer a profundidad la fuerza e intención peyorativa de la palabra “puto”, no cesó en su afán de re-bautizar al padre.
Los niños son imitadores perfectos, así que no estaría mal preguntarles a los padres de la niña por qué existe en su vocabulario un insulto como este, mira el video abajo.
Aquí otro video similar del 2016:
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Luis Carreño https://ift.tt/eA8V8J
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