Articulo publicado originalmente por VICE Rumania.
El verano pasado, estuve encerrada en una sala fría y espeluznante con siete desconocidos, viendo cómo un enfermero limpiaba el desagüe del suelo mientras sonaba Post Malone a todo volumen en una radio colocada sobre el aparato de aire acondicionado. “No queremos que se quede atascado con restos humanos”, nos explicó el enfermero. Nosotros, entretanto, hacíamos lo posible por respirar el aire impregnado de formaldehído que dominaba la estancia, a la espera de que se pusiera unos guantes limpios y comenzara la autopsia del cadáver que había sobre la mesa.
Los siete desconocidos que me acompañaban en aquella sala del Centro Médico Forense de Chișinău, la capital de Moldavia, eran de los primeros participantes en el nuevo programa de concientización sobre los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol implantado por las autoridades. La idea es hacer que asocien el hecho de conducir alcoholizados con la muerte.
El programa se implementó en mayo de 2019 y consiste en 12 sesiones repartidas a lo largo de tres meses. Todo aquel que quiera recuperar su licencia de conducir debe visitar la morgue, trabajar en el cementerio y ofrecer asistencia a las víctimas de accidentes automovilísticos. Desde que el programa se puso en marcha, han participado 16 personas en total.
Me reuní con el director del cuerpo de Inspección de la Libertad Condicional de Moldavia, Andrei Iavorschi, para que me diera más detalles sobre este proyecto para frenar la conducción en estado de ebriedad. Esta organización es responsable de aplicar sentencias que no impliquen el ingreso a prisión, como es el caso de este programa, que fue aprobado el año pasado por el Gobierno anterior como parte de una ley exhaustiva para la lucha contra el alcoholismo.
Pregunté a Iavorschi si no le parecía que el programa era un poco extremo. “Esas personas asumieron todos los riesgos desde el momento en que decidieron ponerse al volante habiendo consumido alcohol”, fue su respuesta.
Y es que estas drásticas medidas están motivadas por unas estadísticas que también son drásticas. Según la Organización Mundial de la Salud, Moldavia tiene a nivel mundial el mayor índice de consumo de alcohol per cápita y la mayor tasa de mortalidad causada por la conducción bajo los efectos del alcohol. Entre enero y octubre de 2019, la policía registró 2145 casos de conductores alcoholizados que causaron 30 muertes y 134 lesiones irreversibles.
Actualmente, este ex Estado de la Unión Soviética atraviesa un complejo proceso de transformación económica que ha obligado a casi un tercio de la población a buscar trabajo en el extranjero. Esto ha provocado la separación de familias en comunidades empobrecidas en las que el consumo de vino de elaboración casera es extremadamente frecuente.
En la morgue, el forense nos explicó cómo funciona el centro y respondió preguntas sobre anatomía humana. Por lo que explicó, el trabajo es mucho más duro de lo que lo pintan en la tele. Hubo participantes que tuvieron que salir a tomar aire a mitad de la autopsia o prefirieron verla desde el pasillo. “Desde aquí se ve bastante bien”, dijo uno.
Transcurridas tres de las cinco horas que duraba la sesión, la novedad de la autopsia empezó a desvanecerse y daba la sensación de que lo único que querían los participantes era largarse de allí cuanto antes. Varios de ellos, no obstante, parecían entusiasmados y me dijeron que les habría gustado que aquello estuviera incluido en cualquier programa educativo.
Uno de los asistentes era Victor, de 37 años. El 14 de enero de 2019, Victor iba vestido de Santa Claus cuando un policía de transito lo detuvo para hacerle una prueba de alcoholemia. El 14 de enero es el día de Año Nuevo en el calendario ortodoxo, por lo cual la policía ya esperaba que fuera un día ajetreado. Victor dijo que iba a más velocidad de la permitida porque tenía ganas de llegar a casa. Tenía invitados, pero al final los invitados se quedaron sin Victor, y Victor sin licencia.
Días antes de mi cita en la morgue, vi que otro grupo se inscribió en el programa durante un ejercicio de reflexión. En él, se pedía a los participantes que escribieran en una pizarra los pros y los contras de consumir alcohol. Como aspectos positivos, mencionaban que beber te hacía más listo, alegre y amable, que “ayuda a limpiar las heridas” (psicológica y literalmente) y ahogar las penas. Entre los negativos, señalaban que destruía el sistema nervioso y los órganos internos, la familia y la propia personalidad.
Tras pasar horas entre cadáveres en la morgue, interrumpieron la pausa del cigarro para informarnos que: se nos requería en la segunda planta del centro médico, donde están hospitalizadas las víctimas de accidentes de viales. A cada uno se nos asignó un paciente al que debíamos cuidar durante unas horas. A algunos los distraían con conversación, a otros los ayudaban a comer, de forma que sus familiares, privados de sueño durante horas, pudieran descansar un poco.
Hablé con Hottabych*, de 30 años, a quien paró la policía de transito el 8 de marzo de 2017 cuando volvía de pasar la noche de fiesta en un club nocturno. Es habitual que los conductores borrachos intenten sobornar a la policía para que les dejen irse sin consecuencias, pero Hottabych siempre ha tenido fuertes objeciones morales respecto a esa práctica. “La gente no piensa en las consecuencias que puede tener sobornar a la policía. Aquí la ley no vale nada”. También se mostró escéptico sobre el programa y dijo que preferiría que se reformara el sistema jurídico y se pusiera fin a la corrupción.
Fuera del centro médico, hablé con Misha, de 29 años, quien dijo sentirse muy indignado con estos talleres forzosos. “Estas clases son muy problemáticas”, dijo. “Ahora somos conejillos de indias; están experimentando con nosotros. No es normal llevar a gente sin formación a un depósito de cadáveres y tenerla ahí cinco horas viendo algo que no es nada fácil de ver ni para los profesionales”.
Natalia Sergheev https://ift.tt/2GOsqsu
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