Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
La cabeza cercenada de un lobo que vivió en Siberia hace aproximadamente 40,000 años fue recuperada en un estado sorprendentemente intacto, según el Siberian Times.
Debido a que la cabeza estaba enterrada en el permafrost —una capa de suelo congelado que es ideal para conservar los tejidos blandos—, el pelaje, los músculos, los colmillos y el cerebro del lobo permanecen en buen estado incluso después de decenas de miles de años.
"Es la primera vez que se encuentra la cabeza de un lobo [adulto] antiguo cuyos tejidos blandos se han conservado después de 40,000 años", dijo Albert Protopopov, director del departamento de estudios sobre el mamut de la Academia de Ciencias de la República de Sakha, según CNN.
La cabeza fue descubierta en el verano de 2018 por Pavel Yefimov, un buscador local de colmillos de mamut que se percató de su existencia mientras caminaba a lo largo del río Tirekhtyakh en la región siberiana de Yakutia, en el Lejano Oriente ruso. Yefimov alertó a Protopopov del hallazgo, quien colaboró con un equipo internacional de científicos para establecer detalles sobre la vida y la muerte del lobo.
Los investigadores estiman que el lobo tenía entre dos y cuatro años. Todavía no se sabe cómo murió, pero se cree que su cabeza probablemente fue separada por los movimientos del hielo después de haber quedado enterrado en el permafrost.
La cabeza de lobo es la última de de una serie de muestras extraordinariamente bien conservadas que han emergido del permafrost del Ártico, que se está derritiendo debido al cambio climático. A pesar de la emoción que provoca contemplar estos cuerpos retorcidos de épocas pasadas, también es extremadamente preocupante que el descongelamiento acelerado del permafrost sea la razón de estos nuevos hallazgos.
"El número de descubrimientos está creciendo debido al deshielo del permafrost", confirmó Protopopov a CNN.
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Los científicos predicen que el deshielo del permafrost podría liberar enormes cantidades de gases de efecto invernadero almacenados, como dióxido de carbono y metano, y contaminar grandes regiones con compuestos tóxicos, incluyendo mercurio.
El derretimiento del permafrost también representa un riesgo para la infraestructura del Ártico. Además, existe una creciente preocupación de que los cadáveres conservados en esta capa congelada podrían albergar bacterias infecciosas que podrían ser peligrosas para los humanos y otros organismos.
Por esta razón, el deshielo del permafrost se considera una de las consecuencias más impredecibles y potencialmente devastadoras del aumento de las temperaturas globales. Si bien este proceso puede ayudarnos a reconstruir los ecosistemas del pasado, también es una gran amenaza para los ecosistemas del futuro.
Becky Ferreira https://ift.tt/eA8V8J
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