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miércoles, 26 de junio de 2019

Un vistazo a la industria del sexo transexual de Tailandia

Artículo publicado originalmente por VICE Asia.

Tailandia es conocida por su industria del sexo. Desde los bares gogo y salones de masajes hasta el karaoke y los burdeles, la tierra de las sonrisas es también la tierra del sexo. Y los "ladyboys", como los conocen los extranjeros, son vistos como una parte culturalmente única del comercio sexual en Tailandia.

¿Pero quiénes son estas personas? La mayoría de los extranjeros rara vez cuestionan cómo o por qué las personas trans se involucran en el trabajo sexual.

Para descubrirlo, me dirigí a los bares de Bangkok, donde encontré a una mujer trans llamada Earth que estaba dispuesta a conversar. Earth es una joven de 22 años que describe el trabajo sexual como lucrativo, a pesar del estigma significativo y el peligro que conlleva.

"Fui a la universidad y me gradué con un título en contabilidad", explicó Earth bajo las luces palpitantes de la barra. "Pero incluso entonces no podía encontrar trabajo en ningún sitio. Incluso con mi título, los empleadores seguían rechazándome casi de inmediato. Quedó claro que no tenía muchas opciones, así que mi madre me envió a la escuela de belleza".

Después de trabajar en un salón por un tiempo, Earth decidió que simplemente no estaba ganando suficiente dinero y comenzó a pensar en cambiarse al trabajo sexual. Ella tenía amigos que se habían transferido al trabajo sexual y la animaron a hacer lo mismo.

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Afuera del vestidor de un bar gogo

Para muchas personas transexuales en Tailandia, la pregunta es: ¿por qué trabajar de ocho a diez horas diarias en una cafetería, salón o restaurante, solo para sufrir por llegar a fin de mes? De por sí es bastante difícil encontrar trabajo como persona trans en Bangkok, incluso cuando ganas una miseria. Así que Earth decidió darle una oportunidad al trabajo sexual.

“Me metí en este tipo de trabajo para mantener a mi familia. No solo a mis padres, sino también a mis abuelos. Es importante para nosotros saber que podemos mantenernos a nosotros mismos. Ya no necesitamos depender de nadie más. Ganamos nuestro propio dinero. Este trabajo permite que eso suceda".

Está claro que Earth es inteligente, pero incluso con una sólida ética de trabajo e inteligencia, las personas transgénero tienen dificultades para ganar un salario digno en Tailandia. Y como en la mayoría de los países, la economía los obliga a ejercer la prostitución, incluso si la industria del sexo carece de regulaciones.

Ryan Figueiredo, fundador y director ejecutivo de Equal Asia (EQUAL AF), una organización en defensa de la inclusión, dice que es increíblemente importante que no se pasen por alto los derechos de los trabajadores sexuales trans, aunque el trabajo sexual sea ilegal. "El mayor desafío para la comunidad LGBTQ en Asia es garantizar que nadie quede rezagado", me dijo. "Esto incluye a las personas transgénero, refugiados, personas que venden sexo, personas que usan drogas, personas discapacitadas, personas mayores y otros. Nuestro llamado a la acción no debe limitarse a un pequeño conjunto de derechos civiles para aquellos privilegiados en nuestra comunidad, sino a un impulso más amplio para la ciudadanía sexual".

En 2016, un estudio titulado Same Same But Different fue el primero en desentrañar adecuadamente las experiencias y los peligros por los que pasan miles de trabajadores sexuales trans que operan en Tailandia. El estudio recopiló material mediante 60 entrevistas con trabajadores sexuales transgénero, lo que proporcionó una base para comprender las vulnerabilidades, la explotación y con frecuencia el abuso físico y sexual que sufren los trabajadores sexuales transgénero con regularidad.

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Los investigadores encontraron que el 81 por ciento de los entrevistados tuvo que recurrir al trabajo sexual debido a la desesperación financiera. También descubrieron que los trabajadores sexuales transexuales eran especialmente vulnerables a la violencia física y sexual: dos tercios de los entrevistados admitieron ser víctimas de violencia sexual en el último año y uno de cada cuatro afirmó haber sido violado.

Cuando le mencioné estas estadísticas, Earth me contó acerca de una experiencia que tuvo. Era un chico con el que había decidido reunirse y que ya tenía una mala reputación en la comunidad. El cliente no era conocido por usar violencia física, sino que había sospechas de que contagiaba el VIH intencionalmente al cortar la punta superior de los condones con un cuchillo. "Los doblaba y luego les cortaba las puntas para propagar la enfermedad", explicó Earth, demostrando cómo hacer el corte con un recibo de papel. Luego, después de tener relaciones sexuales, Earth notó que los condones que habían usado estaban cuidadosamente cortados por la parte superior. Aterrada, salió seguro con rapidez de la habitación.

Después del incidente, ella acudió de inmediato a una clínica anónima para obtener la profilaxis previa a la exposición al VIH, conocida como PrEP. Desde entonces, se ha vuelto increíblemente cautelosa e inspecciona cada condón antes de usarlo. "Fue realmente aterrador, porque sabía que él podía haberse salido con la suya. "No podía ir a la policía sin temor a que me persiguieran por mi trabajo", explicó.

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Es importante tener en cuenta que no solo las trabajadoras sexuales transgénero experimentan la marginación en Tailandia. Las personas transgénero en general son perseguidas, a pesar de la imagen del país de ser un refugio LGBTQ seguro. A menudo, Tailandia es considerado un faro de inclusión para la comunidad LGBTQ, especialmente en comparación con lugares como Brunei —donde la pena de muerte se implementó recientemente para el sexo anal, pero luego se rescindió debido a la presión internacional— o en partes de Indonesia, donde todavía aplican castigos como latigazos y golpizas con varas por romper las leyes de la Sharia. Pero la comunidad trans en Tailandia aún alega que no es aceptada de verdad, solo tolerada.

El estigma y la marginación que acompañan el trabajo en la industria del sexo también afecta a muchachos jóvenes y hombres, dijo Celeste McGee, fundadora de Dton Naam, una organización que se enfoca en los niños y los trabajadores sexuales transexuales. "Muchas culturas ven a las mujeres como 'más vulnerables', ya sea que eso implique la creencia de que las chicas tienen un físico más débil, una lógica más tímida, una personalidad sensible, o algún otro defecto inventado", explicó. Pero Earth dijo que este no es el caso en absoluto, y que los muchachos, los hombres y los trabajadores sexuales LGBTQ son igualmente susceptibles al abuso.

"En cierto modo, los niños y las personas transgénero son en realidad más vulnerables que las niñas porque ambos son ignorados", dijo. Pero a pesar de las historias de abusos, Earth no quiere que esa sea la imagen de su trabajo y tampoco quiere que la compadezcan. Aunque tiene planes de ahorrar dinero y abrir su propio salón de belleza algún día, reconoce que el trabajo sexual es un modo importante de supervivencia; una fase temporal en la que puede sentirse orgullosa no solo de mantenerse a sí misma, sino a toda su familia.

"Sé que muchos extranjeros nos desprecian y les disgusta lo que hacemos", agrega. "Pero quiero que sepan que también estamos tratando de brindarles lo mejor a nuestras familias. Nuestro trabajo no debe ser menospreciado. Lo hacemos para mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias".

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Caleb Quinley https://ift.tt/31XNjLq

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