Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.
En 2015 publiqué un libro, Generation Z: Their Voices, Their Lives (Generación Z: sus voces, sus vidas); el producto de miles de entrevistas con niños de la generación Z de todo el Reino Unido; y quedé muy satisfecha con los temas que se discutieron: racismo, sexo, crimen, luchas de género, sexualidad, muerte, discapacidad y desigualdad, entre otras cosas. Los testimonios que no aparecen ahí se perdieron debido al espacio, por repetición o por razones legales. Pero hubo uno que dejé fuera por una razón completamente diferente.
A Grace la conocí al principio del proceso de investigación. Quería hablarme sobre sus problemas de salud mental y de alimentación, de sus padres —el tipo de personas a las que nunca se les debería permitir criar a un hijo— y de sus cuidadores ineficaces e indiferentes. El daño colateral que sufrió la joven de 17 años fue profundo: ansiedad aguda, TOC, una combinación de anorexia, bulimia y atracones que la había dejado hospitalizada tres veces, varios intentos fallidos de suicidio y una tendencia a tomar cualquier bebida, drogas o encuentros sexuales que se le presentaban.
Lo único rescatable y transformador en la vida de Grace parecía ser su novio Adam que era muy tranquilo y estable. Según su descripción, él le había "arreglado" la vida. Claramente lo amaba profundamente, y me dio una idea positiva de él. Hasta unos meses después.
En algún momento del proceso de la entrevista, Grace admitió que, además de ser su novio, Adam también era su hermano. Su hermano de sangre. Ni hermanastro ni medio hermano.
Después de pasar los cuatro años anteriores entrevistando a jóvenes de todo tipo de entornos, mi cara para disimular sorpresa era bastante buena, pero frente a alguien que admitía algo tan tabú, fue difícil no hacer las preguntas obvias. ¿Dormían juntos? Sí, todo el tiempo. ¿Lo sabían sus padres? No tenían idea de dónde estaban sus padres y esperaban que estuvieran muertos. ¿Alguien más sabía sobre sus antecedentes? No. ¿Veía un futuro para ellos como pareja, es decir, como matrimonio y familia, etc? Sí, absolutamente.
Grace eventualmente me contó toda la historia de cómo se juntaron. Debido a su fragilidad y la naturaleza increíblemente controvertida de su historia, me preocupó que la prensa realmente pudiera darse cuenta y quisiera saber quiénes eran Grace y Adam, así que mis editores y yo decidimos dejar la historia fuera de mi libro. Grace y Adam todavía siguen juntos, y ella se puso feliz de que los mencionara aquí.
Este encuentro con Grace y Adam me despertó un interés en la prevalencia y la dinámica de este tipo de relaciones. Siempre asumí que las relaciones incestuosas eran raras y producto del abuso. Pero aunque el incesto parental es ilegal en la mayoría de los países, otros lugares adoptan una postura mucho más liberal sobre el incesto entre hermanos.
Ahondar en este tema tan peculiar y tácito es revelar que las relaciones incestuosas no solo son más comunes de lo que cualquiera podría esperar, sino que en algunos casos están motivadas por las mismas razones que las relaciones más convencionales: romance, necesidad, deseo, soledad y atracción. Esto plantea todo tipo de preguntas éticas sobre el consentimiento, la victimización, la legalidad y la moral, pero también plantea otra gran pregunta: ¿alguien puede tener realmente una relación sexual, emocional saludable y consensuada con un pariente cercano o de sangre?
Anna, de 23 años, piensa que sí es posible. Ella describe a su hermano gemelo como "más que un novio" a lo largo de su adolescencia. Según ella, "comenzaron a tener sentimientos el uno por el otro" casi empezando la adolescencia, y finalmente se manifestó en una intensa relación sexual y emocional que impidió que Anna o su gemelo, Stephen tuvieran cualquier otra relación romántica.
Su relación no platónica finalmente se terminó cuando Anna conoció a su pareja actual en su tercer año de universidad. La pareja y los padres de Anna no tienen idea de su relación pasada, aunque Anna sostiene que fue una de las mejores cosas que le pasaron y fue vital para el desarrollo sexual y emocional tanto de ella como de su hermano.
Daryl *, de 24 años, no está de acuerdo con que cualquiera pueda tener una relación romántica saludable con un pariente de sangre. Él tuvo una relación romántica y sexual con su media hermana, Jessica, y terminó causando un daño enorme tanto a ellos como a toda la familia, cuando finalmente los descubrieron en "circunstancias bastante dramáticas".
Hacer que los profesionales hablen sobre el incesto fuera del ámbito del abuso es difícil, porque comprensiblemente temen que eso lo legitime y debilite a las víctimas del incesto no consensual. Pero el consenso general es que uno de los factores impulsores de las relaciones incestuosas más consensuadas parece ser, paradójicamente, tanto la naturaleza fracturada de las familias modernas como la cercanía de otras familias.
Si no crecieron juntos, como en el caso de Grace y Adam, no tienen el factor de asco y la familiaridad inmediata que otros hermanos desarrollan al vivir juntos desde el nacimiento. Del mismo modo, a pesar de nuestra hiperconectividad, las personas están más aisladas que nunca. A medida que los grupos de amistad y la cultura de citas se retraen, muchas personas socializan y se juntan con miembros de la familia, especialmente cuando tienen una edad cercana. Aunque es raro, claramente no está fuera del alcance de la posibilidad de que esto pueda llevar a otro lugar que no sea jugar Playstation juntos, como fue el caso de los gemelos, Anna y Stephen.
Las estadísticas sobre lo que podríamos llamar "incesto consensual" en realidad no existen, y la mayoría de los expertos sostienen que, particularmente en el caso del incesto de los padres, no existe tal cosa, que siempre es violación o coerción (por parte del padre). Internet, por supuesto, cuenta una historia diferente. Hay comunidades extensas y activas "pro-incesto" en todo el mundo, que discuten sus propias relaciones incestuosas en tonos que van desde la culpa hasta el orgullo y la calentura abierta. Estas comunidades también se ofrecen apoyo mutuo y discuten temas legales y formas de hacer campaña por el incesto legalizado.
Para confundir aún más el problema, el incesto se ve de manera muy diferente dependiendo de dónde te encuentres y quién esté involucrado. Mi investigación se centró por completo en las personas más jóvenes (generación Z y millennials) y en la dinámica de hermanos/hermanastros/ medios hermanos, precisamente porque es un área mucho más gris en muchas partes del mundo.
El incesto parental/infantil parece, con razón, ser visto universalmente como abuso, sobre todo porque la dinámica de poder desigual en una relación padre/hijo prohíbe cualquier argumento sólido de consentimiento. Pero la dinámica entre hermanos parece (en algunos sectores) enturbiar las aguas legales, éticas y morales. Por ejemplo, en un caso de una relación incestuosa de medios hermanos que había dado como resultado cuatro hijos, en 2014 el Consejo de Ética alemán concluyó que "el derecho de los hermanos adultos a tener autodeterminación sexual en una relación consensuada pesa más en estos casos que el bien abstracto de la familia".
Si bien la recopilación de datos sobre el extremo más "consensual" del espectro del incesto no ha sucedido en ninguna parte del mundo, las estadísticas son bastante sorprendentes. En EE. UU., en la década de 1990, se estimaba que ocurrían anualmente de 100.000 a 1 millón de casos de incesto. La escala del incesto global varía según las cifras que se miren, principalmente porque la naturaleza altamente privada del fenómeno oscurece la precisión completa, pero se cree que el incesto ocurre en algún lugar entre el 2 y el 10 al 20 por ciento de la población. En Brasil, la prevalencia de las estimaciones de incesto varía ampliamente, de 0.05 por ciento a 21 por ciento.
A pesar de las diferencias de actitud sobre este tema en todo el mundo, la sociedad en general todavía tiende a ver las relaciones incestuosas con aprensión, y de manera incomprensible. Sin embargo, la cultura popular —y sobre todo el tipo de cultura popular que la mayoría de nosotros consumimos y amamos— está lleno de incesto. Los hermanos amantes de Game of Thrones, Jaime y Cersei Lannister, parecían excitar al público mucho más que causar asco, con las redes sociales inundadas de memes sobre nuestra incomodidad por detener su relación claramente no platónica.
El mismo programa presentaba una intensa relación sexual entre tía y sobrino, Daenerys Targaryen y Jon Snow, y una de las características centrales sobre la última temporada de GoT (aparte del hecho de que todos la odiaron) era lo poco indiferentes que se mostraron todos sobre la revelación de que parientes de sangre habían estado teniendo sexo.
El incesto no solo está reservado para series de espadas y dragones. La razón por la que Flowers in the Attic ha sido un libro que tienes que esconder debajo de la cama (y una película protagonizada por Kiernan Shipka) para generaciones de chicas adolescentes (y algunos chicos) se debe absolutamente a la relación incestuosa y repulsiva entre los hermanos, Chris y Catherine. Fuera de los libros, las relaciones entre familiares también se han aludido abierta o encubiertamente en todo, desde Star Wars y Cruel Intentions hasta Dexter y Arrested Development.
Pero donde el incesto realmente sale de su escondite es en la pornografía: el porno de incesto es uno de los géneros de pornografía más vistos. Aunque la industria se sale con la suya poniendo títulos como: "Fucking my Step-brother" (Cogiéndome a mi hermanastro) y "Casting my Naughty Stepdaughter" (Castigando a mi hermanastra traviesa), uno sospecha que los espectadores lo ven más por su contenido altamente tabú y prohibido. Si bien la pornografía no es exactamente un reflejo del comportamiento del mundo real, sí refleja el deseo y las fantasías sexuales humanas. Si Freud estuviera vivo hoy, tendría un día de campo con las estadísticas de Pornhub y otras páginas de porno.
Dicho esto, las relaciones incestuosas, incluso las que los participantes describen como consensuales, pueden tener terribles consecuencias y pueden causar daños reales. Con eso en mente, es poco probable que el incesto sea aceptado como "normal" o se convierta en una dinámica de relación con la que nos sintamos cómodos.
El juicio de la sociedad agrava esa sensación que tiene Grace de ser una aberración (y sin duda de otros como ella), pero no cambia lo que siente por su novio/hermano. Grace y Adam evitan a extraños porque temen ser descubiertos y rechazados, pero ese es el precio que tienen que pagar por romper un tabú tan transgresor.
Un profesor de psicología en Oxford, que pidió permanecer anónimo, comentó que "el problema con nuestras actitudes prohibitivas y morales hacia la sexualidad que consideramos aprensiva o inmoral, por ejemplo, el incesto o las actitudes sexuales que son ilegales, es que nos impiden mirarlos objetivamente. En lugar de aceptar que está ahí y tratar de trabajar en eso y comprenderlo mejor, tratamos a estas personas como parias y los rechazamos con horquillas literales y metafóricas como lo hicimos en la Edad Media. La gente tiene relaciones sexuales con parientes de sangre cercanos, y a veces eso tiene mucho más matices con los que tal vez nos sentimos cómodos".
*Los nombres fueron cambiados.
Chloe Combi https://ift.tt/2XKpZPm
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