Artículo publicado por VICE Colombia.
Hace unas semanas, en el periódico El Espectador, salió una nota malintencionada y completamente falaz sobre la crisis de la educación pública en Argentina. El texto comienza con una anécdota en una universidad de Mendoza: el derribo de una estatua religiosa por parte de unos estudiantes. Este abrebocas es una manera de predisponer al lector e inducirlo a una asociación entre reclamos de derechos y actos de violencia injustificada. Luego, se reduce la crisis educativa a la petición de un "aumento de sueldo de los docentes", como si se tratara de un mero reclamo gremial que apuntaría a una simple mejora. Pero, en realidad, este malestar social apunta a una serie de medidas estructurales llevadas a cabo por Mauricio Macri, actual presidente de la Argentina, con la finalidad de desfinanciar el sistema de becas, la formación de jóvenes investigadores, los proyectos de investigación y el presupuesto anual otorgado a cada universidad. Es decir, se busca sustituir el modelo público de educación superior por un esquema privado y completamente funcional a las demandas del mercado. Como suele suceder en nuestros países de la región, este cambio de modelo se hace en tres partes: primero se reduce el presupuesto educativo, luego se denuncia la ineficiencia de la educación pública y, finalmente, se consolida la idea de que la educación privada es mucho más exitosa y eficaz que la pública.
Si avanzamos un poco más en la nota, en un momento el periodista emplea la siguiente expresión: "Aunque suene extraño, los padres y madres de familia también apoyan las manifestaciones de los profesores", a la vez que condena a los manifestantes por dejar sin clases a miles de estudiantes. ¿Qué se está sugiriendo con estas afirmaciones? ¿Por qué resultaría "extraño" que las familias apoyen los reclamos de docentes? ¿Qué clase de prejuicios naturalizados hay sobre la educación pública en Colombia que le permite al periodista decir semejante barbaridad?
Al reflexionar sobre la situación de la educación superior en la Argentina, la nota saca a relucir una madeja de prejuicios anquilosados en el sentido común colombiano. Recuerdo que durante la campaña electoral, cuando Gustavo Petro instaló la consigna de una educación pública, gratuita y universal, rápidamente salieron hordas de intelectuales y políticos a descalificar esta propuesta. Entre los argumentos más desopilantes se encontraban los de Héctor Abad Faciolince y los de Sergio Fajardo. El primero decía que era autoritario promover la educación gratuita para todos, ya que muchos jóvenes no querrían estudiar en la universidad. El segundo, con un estilo más light pero no menos violento en sus consignas, decía que en un país como Colombia era completamente demagógico prometer educación para las mayorías.
Pero a pesar de este esfuerzo mediático y político por blindar cualquier debate serio sobre el sentido de lo público y la gratuidad de la educación, en varias regiones del país, docentes y estudiantes universitarios salieron a marchar masivamente contra el desfinanciamiento de la educación pública. Es decir, contra todo aquel imaginario que trata de convertir a la educación pública en un modelo obsoleto e ineficaz. Como era de esperar, el suceso tuvo una mínima cobertura en los medios, pero eso no debe hacernos perder de vista que el problema sigue vivo en la sensibilidad de los miles de jóvenes y en todos aquellos docentes que, a contrapelo del establishment, se esfuerzan por mantener viva otra idea de universidad.
A 100 años de la reforma universitaria en Argentina —acontecimiento que transformó el sentido de la academia en todo el continente— podemos decir que la autonomía y gratuidad pública de la educación es una cuestión que está lejos de zanjarse. Pese a los blindajes mediáticos y pese a los esfuerzos antirrepublicanos de nuestras élites por despojar a la ciudadanía de su derecho a una educación pública, gratuita y universal. Ya vendrán los tiempos en los que el republicanismo plebeyo, experiencia política que se viene cocinando desde hace siglos en Colombia, encuentre su oportunidad para romper el cerco mediático y reemplazar el esquema de privilegios y arribismo por un modelo igualitario, justo y con visión de futuro.
Luciana Cadahia https://ift.tt/eA8V8J
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