Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos.
He estado en bastantes fiestas sexuales a lo largo de los años y recientemente he organizado mis propios eventos. Los amigos y conocidos que no han asistido a una fiesta sexual son propensos a interrogarme sobre los aspectos prácticos de cómo se lleva a cabo ese evento y estoy más que feliz de compartir lo que he aprendido. Hace poco me hicieron una pregunta sobre mis experiencias de sexo grupal que me hizo reflexionar. La pregunta era "¿Qué has aprendido sobre ti al asistir a fiestas sexuales?" La respuesta es: mucho.
Tuve mi primera revelación en la primera fiesta a la que asistí en 2002. Se llevó a cabo en una suite de un famoso hotel de rock and roll. Tenía 25 años, todavía estaba muy verde y tenía la tarea de asistir y posiblemente participar en una orgía para un artículo. La revelación —que se produjo 90 minutos después de que llegáramos al lugar— fue que tropecé con mi propio infierno personal.
Llegué al evento —llamado "fiesta de juegos" por los juerguistas regulares— con una compañera extrovertida en nuestra tercera cita. Pensé que le iba a volar la cabeza con mi supuesta actitud libertina y, al principio, todo parecía ir según lo planeado. Fuimos de las primeras personas en tener sexo y logré estar cómodo con la sensación de ser observado por una habitación llena de extraños.
Sin embargo, pasé los restantes siete octavos de la tarde junto al buffet, cohibido, mientras ella dominaba el evento de 40 personas con un abandono alegre y desinhibido. En mis fantasías de sexo grupal, yo también era el alma de la fiesta, pero me fui del primer evento convencido de que estaba demasiado atormentado por mis inseguridades para disfrutar la realidad. Cuanto más disfrutaba mi pareja, más efímeras y deslucidas se volvían mis erecciones hasta volverme un observador flácido, un verdadero fantasma en la fiesta.
Pasaron 11 años antes de que reuniera el valor para asistir a otro evento, pero esta vez, fue bajo los auspicios de estar trabajando. Mi cita era una mujer que había estado viendo durante algunos meses y, a diferencia de la primera desventura, habíamos establecido límites antes de tiempo. Seríamos voyeristas y exhibicionistas pero, a menos que ambos consintiéramos en cambiar el plan, solo tendríamos sexo entre nosotros. Mi segunda gran lección fue que negociar los límites de antemano es indispensable.
La experta en relaciones abiertas, Effy Blue, afirma que las fiestas son un recordatorio de que el sexo puede y debe negociarse, con el compañero con el que se llega y los compañeros potenciales que se encuentran allí. "A menudo en las relaciones a largo plazo nos instalamos en una rutina de sexo, pensamos que conocemos bien a nuestra pareja y no entablamos una conversación continua sobre nuestros deseos", afirma Blue.
En una fiesta sexual, conoces personas nuevas y tienes que "encontrar las palabras" para expresar tus límites y deseos. "Aunque al principio puede ser desalentador, con un poco de práctica, obtienes una comprensión más profunda de ti mismo y aprendes a pedir lo que quieres y tener claro lo que no quieres. Y puede ser muy enriquecedor cuando obtienes lo que pediste".
Durante las siguientes fiestas a las que asistí, mis parejas y yo tuvimos sexo sólo entre nosotros. Elegir un ritmo que funcionara para ambos nos permitió sentirnos cada vez más cómodos con la sensación embriagadora de desplegar sexualidad en un entorno grupal y, por lo tanto, de disfrutarlo.
Pero no fue hasta que asistí a las fiestas radicalmente inclusivas en Hacienda Villa —una comunidad de sexo positivo en Brooklyn— que comencé a sentirme verdaderamente cómodo conmigo mismo en un entorno de sexo grupal. Incluso me liberé del pretexto de "tener que ir a una fiesta de juegos por trabajo". El aumento masivo en la positividad corporal es un resultado bastante común, aunque inesperado, que a menudo sorprende a las personas después de su primera experiencia sexual, dice la psicoterapeuta radicada en Nueva York Dee Dee Goldpaugh.
Las fiestas son un recordatorio de que el sexo puede y debe negociarse, con el compañero con el que se llega y los compañeros potenciales que se encuentran allí.
"En la mayoría de los casos, la pornografía es la única forma en que la gente ha visto a otras personas teniendo sexo", señala Goldpaugh. Además señala que si bien el porno puede tener un efecto positivo en nuestra sexualidad, uno de sus inconvenientes es que representa genitales y tipos de cuerpo que son poco realistas para mucha gente.
"Las fiestas de sexo en una ciudad diversa como Nueva York, especialmente cuando están centradas en la comunidad sexualmente positiva, están llenas de todo tipo de cuerpos: gordos, trans, discapacitados, con genitales diversos y de muchas etnias", dice. Una y otra vez, Goldpaugh ha escuchado expresiones de exuberancia y alivio de clientes que sienten que pueden relacionarse con la sensualidad natural de sus propios cuerpos de manera diferente después de ver distintos tipos de personas que celebran su sexualidad sin vergüenza en estos contextos.
En Hacienda, Wonderland y otras fiestas que han dado la bienvenida a todos los géneros, orientaciones y tipos de cuerpo, me sentí más sexy e incluso volví a valorar cómo se ve la sensualidad. Afectó mis propias preferencias. Es algo que el entrenador sexual Kenneth Play también puede atestiguar. Me dice que antes de que asistiera a fiestas de juegos, la idea de ver a su pareja teniendo sexo con alguien que no fuera él era una afrenta a su hombría.
"Pero ver a mi compañera cogiendo fue una de las mejores experiencias que tuve. No sólo fue sorprendente, fue una revelación de vida". Play dice que tener la oportunidad de exploración en un espacio en el que todos estaban en la misma página le permitió separar un miedo abstracto de una realidad que resultó motivadora para el ego, en lugar de algo destructivo.
De manera similar, aprendí que sentirse cómodo al observar y apoyar a tu pareja en sus encuentros con otras personas se parece un poco a la adquisición de un súper poder. Ciertamente no tenía las herramientas para manejarlo en aquella primera fiesta en 2002. De hecho, tuve que asistir a algunas cuantas fiestas antes de sentirme listo para dar el siguiente paso.
Continuando con el punto anterior de Blue, las fiestas sexuales nos permiten ser testigos de la verdadera diversidad de preferencias sexuales que no siempre se encuentran en el porno, añade Play. Algunas personas aman el sexo anal y otras lo odian; algunas personas aman mucha vibración y estimulación del clítoris y otras personas prefieren la estimulación interna profunda. "Todos tienen su propia expresión sexual única y en las fiestas sexuales realmente puedes ver cuán diversa es la sexualidad", dice.
Si bien las fiestas pueden cambiar lo que te gusta, Blue también señala que es probable que cambien tus gustos en las personas. "Solemos tener una idea de quién nos atrae y luego buscamos a esa persona única", aclara. En ese sentido, las fiestas de juegos son un antídoto para las apps de citas que permiten a los usuarios ignorar a las personas que no están dentro de los parámetros predeterminados. "Una buena manera de pensarlo podría ser ordenar comida de un menú donde puedes elegir lo que ya sabes que te gusta versus comer en un buffet donde ves comida que nunca ordenarías, pero que ahora despierta tu interés".
Grant Stoddard https://ift.tt/eA8V8J
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