Recuerdo un post (luego borrado) en la cuenta de Instagram de C. Tangana donde mostraba anotaciones que había hecho en la aplicación Pages de su celular. Eran líneas que hacían referencias a autos, sueños, excesos, mujeres. Parecía algo salido de cualquier página de Bukowski. "Este tipo quiere hacernos creer su personaje", pensé.
La primera vez que escuché a Anton Álvarez, aka C. Tangana, fue en Ídolo (2007), un disco que suena como un grito de amor al capitalismo y que quizás no encontró en su momento el espacio y la coyuntura social correctos para una mejor amplificación. Seguí de cerca su evolución como artista desde ese entonces. Cada movimiento suyo lo veía como un desafío al status quo. No sabía si tenía intenciones de caer bien. Ni si le importaba.
En YouTube hay decenas de entrevistas donde Tangana se ve de buen humor; también hay un video del programa español Operación Triunfo en el que aparece cantando un bolero con camisa abierta y se le ve abandonar el escenario sin despedirse. Algunos shows nocturnos lo describieron como "genio" por esa actuación y otros lo tildaron de "hipócrita". Este tipo de actitudes lo hacen ver como un hombre más interesado en dibujar un concepto que una carrera. De a ratos parece más cercano a un actor de método que a un músico. O eso es lo que quiere hacernos creer.
El nacido en Madrid vive un presente artístico saludable. No tiene problemas de números y su nombre está asociado a una propuesta aceptada y admirada. Un día puede sacar un funk carioca, otra noche un reggaetón y de repente nos demuestra que escuchó bastante a Jay-Z, empujando así los límites de su discurso capitalista para mezclarlo con absolutamente cualquier género. Navega algunas críticas de "apropiación cultural" con una claridad poco vista: "Que la gente se invente su propia cultura y que decida cuál es su cultura y que no esté obligada a comportarse igual que lo hicieron sus padres o a verse determinado por un espacio geográfico que al final es una frontera", afirma.
Hoy Antón Álvarez está estrenando canción y video para Yelo, su más reciente sencillo, con decenas de referencias a cuánto hielo quiere tener colgado en su cuerpo. Con motivo del estreno hablé con Tangana sobre su legado, el personaje artístico que ha creado, sus límites y lo que quiere que sea de su futuro en el arte.
El link de Yelo puedes verlo al final de la entrevista.
VICE: ¿Qué tan perdurable es el personaje de C. Tangana?
C. Tangana: Creo que C. Tangana será un personaje eterno dentro de la cultura popular española.
¿No crees que mantenerlo puede cansarte o cansar al público?
No es tanto el personaje, es una forma de enfrentarte al momento, ¿no? Es lo que hacemos los artistas todo el rato. Yo creo que se renueva y que continúa y que tiene muchas capas de lectura. Toda la música que tengo por hacer y todo lo que voy a hacer seguirá evolucionando y modificando la percepción que se tiene de mí, de mi discurso, del artista, de todo.
¿Qué artista quisieras ser en 30 años? El chico que escucha Ídolo y luego el funk carioca ("Pa' llamar tu atención") o el bolero ("Veneno") que hiciste claramente se da cuenta de que son cosas distintas.
Espero que dentro de 30 años hablen de un artista mucho más completo, no solo de la música. Creo que lo seguiré expandiendo hacia todos los sitios que pueda y creo que la música es solo una parte. Entonces, no sé qué voy a hacer pero seré más cosas aparte de músico.
Claro, un artista sólido es en realidad un concepto que se construye sobre lo visual, la música, la comunicación... ¿A eso te refieres?
Sí, pero no solo para la carrera musical. Yo no sé qué voy a acabar haciendo pero… pintaré cuadros también o dirigiré películas o escribiré libros. Quiero decir que siempre me he considerado un artista, más allá de un músico, entonces creo que eso es lo que voy a continuar haciendo. No sé si con 45 años seguiré pegando botes en festivales, subido a un escenario. A lo mejor toco en anfiteatros o a lo mejor ya no toco y… me hago arquitecto, no sé.
¿Cómo mantienes la línea entre una canción comercial y una que quieres que sea parte de tu discurso artístico? Por ejemplo, entre "Booty" y "Veneno", ¿cómo decides, “bueno, ahora necesito sacar una canción que sea más vendible para las masas y luego me voy con una que quizás no funcione tanto comercialmente”?
Pues afortunadamente a mí me gusta mucho la música comercial, ¿no? Yo cuando voy a un estudio no voy con un objetivo concreto, depende mucho del mood y del día, entonces yo voy haciendo música en general. Voy investigando partes mucho más experimentales como en "Para repartir", por ejemplo, que es una investigación completa, es algo que no has escuchado nunca de mí. Esa parte me interesa y me alimenta y luego también me apetece ir al estudio y tomarme dos cervezas con Alizz y hacer un banger, ¿sabes? Y bailar y pasármelo bien. Luego la cosa es, con lo que tienes, con el material que tienes, saber cómo irlo distribuyendo. Siento que, en general, no pienso tanto en la estrategia de los temas uno por uno. Pienso en el abanico completo como todas las cosas que yo quiero ser, no dejar de serlas. Es decir, no sacar siete reggaetones seguidos porque yo no solo soy reggaetón. O no sacar siete temas súper experimentales porque yo no soy un tipo aburrido ni un intelectual. O no sacar solo raps y estar siempre cerca de las melodías. Yo lo pienso así: no dejar de ser todas las cosas que quiero ser. Por ejemplo, hacía tiempo no sacaba raps y por eso he sacado el tema este con Álvaro Díaz. O cuando empecé con la música latina era como que me gustaba mucho la música tradicional latina y no era capaz de reflejarlo en mis temas, en las canciones. Entonces, le di toda la vuelta para hacerlo. Intento ser siempre todas las cosas que quiero ser y que no se me olvide ninguna.
¿Cuál es la diferencia más clara para ti entre la música urbana latina y la española?
Creo que es una cuestión de circunstancias. Las influencias culturales que tenemos cada uno son distintas. En España vemos desde lejos la escena latina, la vemos en otro horario, la vemos crecer de otra forma, y a cambio de eso pues tenemos París, Londres, Berlín, todo eso más cerca. Es un poco el paso intermedio que haces con eso, ¿no? También pienso que España ha sido un sitio con mucha inmigración latina, entonces la mezcla de la cultura, los dominicanos, por ejemplo, cómo nosotros hemos recibido la bachata o cómo hemos recibido el dembow o todo eso, te afecta de una forma. O cómo hemos recibido la salsa. Yo creo que ahí está nuestra magia, en cómo mezclamos eso y cuál es nuestra perspectiva, porque al final cada cultura da una perspectiva del resto del mundo.
Y al tener a París, a Londres, ese tipo de capitales más cosmopolitas, ¿sientes que es más sofisticada?
Sí, creo que la escena urbana española —bueno, no sé si la de ahora mismo— es más elitista, más intelectualoide. Europa es muy orgullosa, pretenciosa, siempre se ha creído que está por encima de, y eso, aunque tú no quieras, culturalmente está ahí. Siempre pretendes que todo sea un poquito más. A veces está bien porque llevas las cosas a un punto más allá, y a veces es pretencioso y no sirve para nada. Pero sí creo que tiene ese acabado más sofisticado.
Ahora todo el tiempo hay una guerra por números, streams. Muchísimos productores, disqueras, gente que busca artistas lo primero que ven es cuántos streams tienen. Y a veces, eso hace que digan “ah, no, no es tan bueno”. ¿Tú crees que esa guerra por los streams está disminuyendo el valor artístico de al obra de todos?
Yo creo que el éxito siempre se ha buscado. Y la búsqueda del éxito, a veces, nubla la creatividad. Pero eso yo creo que ha pasado siempre y que siempre va a pasar. No creo que sea culpa ahora de los streams. Lo que sí es que los streams como que te dan una etiqueta. Antes el éxito era más relativo, dependía de un discurso, ahora hay un número. Y mucha gente piensa que ese es el valor total del artista y obvio eso no lo es. Por ejemplo, ¿cuántos años llevas haciendo tu carrera? Porque si llevas seis meses y tienes un número muy alto está bien. Pero si llevas cinco años haciendo una movida y te estás ahí defendiendo en números, a lo mejor yo como inversor querría trabajar contigo. Hay muchos factores dentro de ese éxito. No creo que sea ahora culpa del numerito, pero sí es verdad que lo hay y que la gente está loca con eso. Todos estamos locos, yo también. Yo, los medios, las disqueras, los fans, todo el mundo está loco con el numerito. Con los likes, con las veces que le dan al link, con los views, con las descargas, estamos muy locos con los numeritos.
Entonces, tus números te importan, obviamente.
Sí, claro, para mí los números son la posibilidad de seguir haciendo lo que yo quiero. O sea, decir que no te preocupa el éxito de tu carrera es abandonarla al fracaso y volver a ser camarero, o limpiar oficinas, o coger el teléfono, en el puto unísono. Y yo no quiero hacer eso. A mí me preocupa que mi carrera continúe.
¿Lees mucho los medios gringos?
No.
Bien, yo sí porque es mi trabajo. Y la crítica que le están haciendo a los artistas urbanos, por ejemplo, a los españoles sobre todo, se basa en la apropiación cultural. Que toman cosas de la música latina y la apropian a su música. ¿A ti te importa esto de la apropiación cultural? ¿Cómo lo ves?
A ver: si un ser humano se va a un pueblo muy distinto del suyo, coge una herramienta o una idea que ellos tienen, se va de ahí, y sin decirle a nadie que ha cogido esa idea, esa herramienta, se pone a ganar dinero y dice que eso es suyo, yo eso lo veo mal.
Que la gente se invente su propia cultura y que decida cuál es su cultura y que no esté obligada a comportarse igual que lo hicieron sus padres o a verse determinado por un espacio geográfico que al final es una frontera. Las fronteras las han hecho las guerras y la gente que colonizaba y que mataba. Eso también me parece una tontería.
Yo creo que existe una comunidad global y creo que dentro de esa comunidad somos completamente libres. Creo también que todos los artefactos culturales no pertenecen al autor. De toda la cultura humana tú coges y sueltas una cosa, coges un poco, y eso te lo quedas para ti. Pero en el momento en el que haces, sueltas, ya eso es de todos. Eso ya no es mío. Es un tema complicado porque siempre que hay alguien desfavorecido y otra persona sacando provecho es muy difícil negar eso de la apropiación cultural. Pero yo creo que yo no tengo por qué bailar chotis y vestirme con boina por haber nacido en Madrid. Y no porque haya nacido en España, por ejemplo en la época de Franco, debo ser franquista y estoy obligado a tener ideas porque esa era la cultura de ese momento. O tengo que ser cristiano. No, no lo creo y pasa igual con las influencias culturales; o sea, absolutamente todo el mundo se ha apropiado de la cultura americana. ¿Por qué? Porque era la cultura dominante, porque era el imperio y porque era lo que nos vendían a todo el mundo. Eso lo hemos hecho todos, en todo el universo. Claro, con eso no pasa nada, pasa cuando es una cultura minoritaria y alguien que tiene dinero pero al final, todos nos estamos apropiando de cosas que no son nuestras. Básicamente porque nuestro no es nada. Entonces tienes que coger de fuera.
Claro, y menos con el internet. Ahora con el internet y la democratización de todo el acceso ya podemos hacer lo que sea.
Es que yo de joven, de adolescente, no leía el Lazarillo de Tormes, leía a Kerouac, leía a Bukowsky o escuchaba Nirvana. Quiero decir que no me he alimentado de otras cosas, entonces pues eso lo llevo dentro.
Por último, ¿por dónde crees tú que va a pasar el futuro de la música pop?
No tengo idea, la verdad. Creo que me gustaría llegar como al volumen que tengo ahora y me siento muy a gusto con lo que tengo ahora, entonces no siento preocupación por lo que va a pasar con la moda. Creo que ya he llegado a un punto; con la carrera que tengo puedo generar una carrera propia en la que la gente te sigue por lo que haces tú y no tener que estar todo el rato tratando de imitar a ver qué es lo que va a suceder. Entonces, sé que hace dos años, por ejemplo, estaba todo el rato pensando qué iba a pasar sobre todo con la música urbana, que cuál podría ser mi posición en eso y tal. Pero ahora siento que mi mirar va más allá y que mi carrera es como una carrera a largo plazo que no tiene que ver con la tendencia.
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