El sexo tiene una extraña cualidad asimétrica: se lo practica casi siempre, pero se lo discute casi nunca. Aceptar abiertamente su praxis pone los pelos de punta y para muchos la idea de probarlo lejos de la ortodoxia remueve los intestinos. Queremos pensar que cuando se trata de sexo la palabra “tabú” es más propia del siglo XX, que tiene demasiada carga castiza para un mundo moderno, hedonista e hiperconectado. Malas noticias. Basta un simple repaso cultural en Ecuador para ver que los placeres carnales siguen en el pedestal de lo censurado y que persisten como una herramienta de subordinación del disfrute en favor de la simplona narrativa reproductiva. A la final, sin el sexo dejaríamos de existir.
El retraso cavernario en Ecuador de las conversaciones sobre sexo quedó claro, por ejemplo, con la aplicación del Plan Familia, un programa del gobierno del expresidente Rafael Correa empapado de educación sexual ultra conservadora y pacata para regir la prevención del embarazo adolescente en un país con la tasa más alta de embarazo adolescente de América Latina donde 111 de cada mil jóvenes entre 15 y 19 años han estado embarazadas según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas del 2018. ¿La idea del Gobierno de Correa? Simplemente enseñar a la mujer a postergar su vida sexual para evitar problemas. Sí, en países como Ecuador el disfrute es pecado y la educación sexual de seminario mayor es de lo más excitante que hay.
Aceptémoslo. El sexo es una cuestión de lenguajes. El corporal, el imaginario, el hormonal… Y en el caso de Fantastic Sex Shop, la primera serie web de animación ecuatoriana sobre el tema, el sexo es una cuestión de storytelling kinky digital. El animador, Daniel Jácome es el padre de esta serie provocadora que busca abordar las aventuras, traumas, desencuentros y dramas sexuales de los ecuatorianos a través de historias con personajes animados, pixeles que no tienen pudor alguno a la hora de contar la experiencia carnal humana.
“El concepto de Fantastic Sex Shop nació hace tres años cuando cerré mi primer estudio de animación, puse mis cosas en cajas y me quedé sin saber cuál sería la próxima historia a ser contada”, dice Daniel. Sin socios, sin proyecto y sin plata le quedaba una alternativa: recopilar algunas de sus experiencias personales para dar forma al universo narrativo de Fantastic Sex Shop. “Cuando tenía 18 años tuve una novia que nunca se había masturbado porque decía que le daba asco sentir su vagina húmeda”, relata mientras piensa en otras situaciones en las que detectó un patrón nocivo de resistencia a la experiencia sexual. Recuerda amigos que le increpaban sobre su “locura” al hablar sobre sexo anal o golden showers. Las reacciones iban siempre por el camino del escándalo ante prácticas fuera de eje. Para Daniel, en Ecuador la conversación sobre sexo es siempre incómoda y la gente tiende a ver las vicisitudes de la vida sexual con aprensión. La serie, por su parte da cuenta de estas historias a través de la narrativa de Kate, Látex y Rick, tres personajes que habitan una tienda dedicada a la venta y reparación de juguetes y artículos sexuales.
Kate, la encargada de la tienda, es un vibrador eléctrico voluntarioso. Su deseo de satisfacer a todos sus clientes la lleva a excitarse en exceso y a hiperventilarse pasando del nivel 1 de vibración hasta el nivel 10 de sacudida mortal. Látex, un condón sin usar, es el encargado de empaques y devoluciones. Su marca es la hipocondría, la pulcritud y la minuciosidad. Su mayor experiencia traumática ocurrió cuando iba a ser usado por primera vez por una pareja adolescente que no pudo concretar. El “degenerado” del trío es Rick, el encargado de bodega y testeo de productos. Rick es un muñeco inflable lúdico, creativo y adicto al sexo sin orientación fija, pues le interesan la bisexualidad, la transexualidad, el poliamor… El hedonismo es su credo.
El proyecto
Los inicios de Fantastic Sex Shop fueron decepcionantes. Tras presentarlo dos veces en el Festival Internacional de Animación Annecy en Francia en 2016 y 2017 para capturar la atención de posibles coproductores, Daniel vio que la historia aún tenía limitaciones narrativas. “Saqué el pan del horno antes de tiempo, pues pensé que el pitch bible iba a ser un éxito y que no sería difícil conseguir financiamiento porque el proyecto rompía moldes”, cuenta. La decepción no paró ahí y el proyecto también sufrió un rechazo cuando Daniel lo compartió con Ollie Green, encargada de compras para Cartoon Network, canal que promueve series de contenido sexual como Adult Swim. “Le mostré el teaser y me dijo que no podían jugársela por ese tipo de contenido por el público del canal”. La lección fue aprendida y el proyecto se estancó. Al final, a Fantastic Sex Shop le faltaban, entre otras cosas, historias documentadas sobre la vida sexual de los ecuatorianos con correspondencia global y apoyo científico.
Es ahí cuando Arai Vela, doctora uróloga y andróloga especialista en salud sexual y miembro de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Sexual, entró en el proyecto.
Arai fue una ficha clave para darle mejor forma a Fantastic Sex Shop. Tras conocer a Daniel a través de su hermano, Arai accedió a participar como consultora aportando con historias de experiencias reales de hombres y mujeres que habían pasado por su consulta médica. “Decidí participar porque cuando Daniel me presentó el proyecto vi la oportunidad que ofrece la animación para hablar de los errores en conducta basados en mitos sobre la respuesta sexual humana”, dice Arai. Entre esos errores, cuenta, están creencias como que las mujeres no deben ser “sucias” o que la eyaculación precoz resulta de un estado de excitación muy elevada. Fatalmente cómico fue, por ejemplo, la ocasión cuando un paciente octogenario con Alzheimer acabó delatado por su enfermera en el consultorio para que le “recete algo” pues se estaba masturbando incesantemente en su delicado estado. ¿La justificación?: “¡cómo lo va a hacer en el ocaso de su vida!”
“Cuando veo que la dirección de las investigaciones sobre el sexo en Europa están en tópicos como la masturbación como mecanismo de higiene personal o la gestión de placeres del sexo mientras en Ecuador seguimos luchando con el embarazo adolescente y en educar sexualmente solo por reproducción, me sube la expectativa de Fantastic Sex Shop” dice Arai.
Arai y Daniel se dieron el trabajo de reunir, catalogar y ordenar cientos de historias que serían tratadas para transformarlas en los guiones a los que Látex, Kate y Rick darían vida. Este apoyo para el mejoramiento del universo narrativo de Fantastic Sex Shop tuvo resultados. Tras algunos ajustes, Daniel aplicó a los fondos de producción del Instituto de Cine y Creación Audiovisual de Ecuador (ICCA) bajo la categoría “webseries”. El jurado del ICCA, entre los que estaba Andrés Centeno de Enchufe TV, decidió a favor del proyecto y le otorgó 15.000 dólares para producir seis episodios de tres minutos, con la condición de que cada uno obtenga al menos 5.000 views en la distribución digital. Para Daniel, la otorgación del fondo estuvo marcada por una apertura a la producción de contenido audiovisual en animación para adultos en los últimos años, ejemplificada en series como Bojack Horseman o el ya inolvidable Rick & Morty. “Pienso que el jurado vio que el potencial del proyecto está en su capacidad de generar audiencias, dinero y trabajo más que en juzgar si se está diciendo lo que es socialmente correcto o no”.
Con el financiamiento, Daniel tomó el impulso definitivo. En una visita al Festival de Annecy entró en contacto con los productores de LUNES Animación y Contenido, un estudio chileno especializado en desarrollo de contenido audiovisual para cine, TV e Internet. El reto estaba en encontrar la narrativa ideal que se sustente episodio tras episodio para hablar de historias y tabúes en relación al sexo. “Con LUNES hicimos una revisión de algunos aspectos y surgieron ajustes, entre ellos, un mejoramiento de los guiones, un giro hacia un humor más atrevido que no se quede solo en lo educativo y la ampliación de la duración de los episodios para presentar mejor a los personajes, explicar cómo funciona la tienda, probar gags y pulir el storyline en soporte digital. Si Andy Warhol profirió que el sexo es más excitante en la pantalla que en las sábanas, Fantastic Sex Shop le tomó la palabra. El círculo se había cerrado y el proyecto levantó el vuelo.
Fantastic Sex Shop
La noche cae en la ciudad y en Fantastic Sex Shop algo está pasando. En la bodega Rick se pasea incesante con su postura de macho recio cuando abre un paquete de bolas chinas procedente de Asia para ofrecer una nueva experiencia a los amantes del sexo anal. Al abrir la caja Rick es atacado por las bolas y se vuelve rehén, pues estas se niegan a ser sacrificadas en los pestilentes rectos humanos. Al intentar poner orden, Kate se ve obligada a relatar su primera experiencia como vibrador en el ano de una chica, un grotesco recuerdo que empodera a las bolas chinas que ahora quieren declarar la guerra a los anos humanos.
El episodio se titula “La mafia de las bolas chinas” y es el piloto de la serie que marcará el tono de Fantastic Sex Shop. Cada uno aborda un tema acerca del sexo, un mito urbano, un tabú social, un hecho científico, datos freaks o preguntas inverosímiles. Los tópicos detonan a partir de las llamadas de clientes al call center, quejas al sitio web, devolución de productos en mal estado, etc.
Para Daniel, uno de los poderes de Fantastic Sex Shop está en la generación de insights en cada episodio; es decir, temas de discusión. Al final de cada uno, un personaje dice: “Si quieres saber más sobre sexo anal, haz clic aquí”, acción que lleva a testimoniales o material infográfico didáctico que habla sobre cómo practicar sexo anal en condiciones óptimas. “La ignorancia es una prisión —dice Arai— y creo que episodios como ese son un herramienta maravillosa para llegar a la gente con cierto criterio formado para que puedan abordar situaciones a través de las historias de personajes”. En episodios como “Monsieur Cunilinguini ” o “crisis de mediana edad”, que abordan el sexo oral y la disfunción eréctil respectivamente, la consigna es transmitir que lo guarro excita o que el sexo en la mediana edad rejuvenece. Con el piloto en etapa de animatic, Daniel planea tener los seis episodios iniciales listos a mediados de 2020 mientras trabaja en la estrategia para la distribución digital. Junto a LUNES, el estudio ecuatoriano Inti FX ha entrado como coproductor en el proyecto para solventar necesidades de software y hardware.
La idea de Fantastic Sex Shop es mandar un mensaje sexual y cultural de valor que eventualmente pueda traducirse en beneficios comerciales con la apertura de una tienda de verdad derivada de la serie o en alianzas comerciales con marcas de condones, moteles o lencería. “No podemos vivir para siempre de los dibujos, je”, finaliza Daniel.
Marshall McLuhan mencionó en una ocasión que quien haga una distinción entre educación y entretenimiento no entiende nada de la una ni de la otra. Ahí reside el mayor atractivo de Fantastic Sex Shop. Quizás es un primer paso para hacer tambalear las creencias culturales alrededor del sexo de la medieval sociedad ecuatoriana, un gag a la vez.
Oscar Martín Maldonado https://ift.tt/2QFNOVw
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