Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Mana Mostatabi, directora de comunicaciones del Consejo Nacional Iraní Americano (NIAC, por sus siglas en inglés) con sede en Washington D. C., nos comparte su historia.
Nací en Irán durante la guerra entre Irán e Irak [de 1980 a 1988], en una ciudad fronteriza llamada Ahwaz. Mi familia y yo nos mudamos a San Francisco cuando yo era muy joven, pero la mayor parte de mi familia todavía vive en Irán. Mi abuelo obligó a mi madre y mi padre a abandonar Irán durante la guerra. Les dijo: Sus hijos no podrán tener una buena vida aquí. Harán mejores cosas en Estados Unidos. Le debo todo a mi abuelo y a mi familia, quienes hicieron muchos sacrificios para que yo esté donde estoy hoy.
Para mí, los eventos recientes en Irán son aterradores. Me preocupa mi familia que quedó allí y que ha avanzado mucho. Varios están comprometidos con aportar al país y han hecho todo por acceder a la educación superior. Si empieza una guerra, ¿significa entonces que mis primos que están haciendo doctorado serán reclutados? ¿habrá otra generación perdida en mi familia?
También me preocupan las repercusiones aquí en Estados Unidos. Después del 11 de septiembre, los millennials crecimos en un mundo donde todo lo que conocimos durante nuestra adolescencia e infancia fue la islamofobia, la xenofobia y el miedo hacia las comunidades vulnerables, todo alimentado por nuestros líderes. Eso realmente quebrantó mi identidad y me hizo sentir vergüenza de ser iraní.
Es realmente devastador saber que los temores con los que crecí ahora se están transmitiendo a la siguiente generación. He sabido que personas de nuestra comunidad reportan que sus hijos adolescentes están siendo amenazados y que los distritos escolares no necesariamente están tomando esto con seriedad. Si nuestros líderes están normalizando el odio contra todo un sector de la población, no habrá ningún recurso que mi comunidad pueda utilizar para contrarrestar las injusticias y la discriminación, lo cual no solo la va a dividir, sino que además nos separa del resto de la sociedad estadounidense.
Necesitamos que la comunidad estadounidense sepa que somos parte de ella. No hay extremistas aquí. El bienestar de esta nación es lo que nos interesa a todos, y sentimos afecto y nostalgia por nuestro país de origen.
Mi madre me dio a luz mediante una cesárea sin anestesia porque eran tiempos de economía de guerra y todo estaba reservado para los soldados. Tuvimos que abandonar el hospital antes de lo normal porque hubo un brote de hepatitis y no querían que mi madre, quien requería de muchas transfusiones de sangre, estuviera expuesta a la enfermedad. Poco después de volver a casa, un misil iraquí cayó en una de las casas de nuestros vecinos: la familia estaba compuesta por nueve personas y ninguna sobrevivió. Muchas ciudades, incluida Ahwaz, nunca se recuperaron por completo. Y así, en cada paso del camino, siento que he tenido la suerte de escapar de la devastación de la guerra. Y es por eso que he llegado a un lugar donde me dedico por completo a asegurarme de que esa devastación no se repita nuevamente. No es algo que quiero que tengan que enfrentar mis amigos aquí en los Estados Unidos, ni mi familia en casa.
Mis padres conocen el trauma de la guerra de primera mano y han estado sobrellevando esta reciente escalada entre los Estados Unidos e Irán de manera diferente a mí y de manera diferente entre sí. Mi mamá es muy progresista. Por ejemplo, ella fue una de las primeras personas que salió a las calles para intentar movilizar a la gente cuando se instituyó el veto musulmán. A ella le encantaría ver políticas progresistas en los Estados Unidos que nos alejaran de una guerra. Y luego está mi padre, que alimenta su odio contra el régimen [de Ali Khamenei] de una manera que es casi destructiva. Amo a mis padres, y a pesar de las diferencias, esto no ha creado una fractura en mi familia. Es muy importante tener en cuenta que incluso las opiniones y las diferencias ideológicas más extremas provienen del trauma. Lamentablemente, esto no se limita solo a mí y mi familia. Hemos visto muchas familias dividirse debido al conflicto.
Hoy más que nunca es importante que los iranoestadounidenses tengan una voz en el aula, en el Estado, en las plataformas en línea. La comunidad iranoestadounidense tiene muchos aliados bien intencionados, pero no siempre nos brindan los espacios para hablar por nosotros mismos. Espero que nuestros aliados nos den lugar para expresar nuestros pensamientos y sentimientos sin ser juzgados.
Mana Mostatabi https://ift.tt/38ekc90
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