El primer beso negro es un punto culmen en la vida sexual de cualquier persona. Esta práctica abre todo un nuevo horizonte de posibilidades y le quita el miedo a la pena. Al final, todo es cuerpo y todos tenemos un ano. Sin embargo, cuando acercas los labios hacia ese lugar, algunas de las preguntas que pueden llegar a tu mente son: “¿esto es sano?”, “¿me dará una infección bucal?”, “¿se limpió bien esta persona?” Es indudable que al ser una zona altamente sensible cualquiera podría recibir o dar placer a partir de ello, lo que cuesta más trabajo asimilar es imaginar el placer de recibir orina en la cara o proporcionarla. Por sentido lógico me inclino a pensar que el beso negro es un poco más amigable, tanto placenteramente como sanitariamente.
¿Será que un ano bien lavado es infinitamente mejor que recibir un baño caliente de agua de riñón? O, por otro lado, ¿qué tal si el ano de tu pareja sexual alberga inmundicias que nunca se encontrarían en sus brillantes meados? Atormentado por las dudas y los lugares en los que he llegado a poner mi boca (perdón, mamá) decidí platicar por teléfono con el médico general Jorge Vargas Castilla para decidir de una buena vez, qué podría ser mejor para la salud de todos nosotros.
“En cuanto a la lluvia dorada, la orina cuando está en la vejiga es estéril. Al momento de salir se ensucia o contamina, pero es muy poco frecuente que sucedan enfermedades de transmisión sexual a partir de ella”, apuntó Jorge. Aunque no se debe de olvidar que el contacto con cualquier materia de desecho humano conlleva un cierto tipo de riesgo, la orina se muestra bastante “saludable” para tener contacto. Incluso, según señalan expertos de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la orina no es un medio de contagio del VIH y se necesita una cantidad considerable del virus para que pueda ser contraído por medio de semen, sangre, flujo vaginal o leche materna. En términos prácticos, según Jorge, lo más importante es comunicar el estado inmunológico de las personas envueltas en la práctica sexual independientemente de que le quieras orinar encima o besar su asterisco.
El escenario del beso negro, desgraciadamente, no es tan positivo. Si bien podría parecer para algunos que un ano limpio da menos asco que la pipí, el universo bacterial de la región es sumamente agresivo. “Es complicado, porque cualquier infección que se puede transmitir por contacto está en riesgo. La amibiasis se puede transmitir, parásitos intestinales, sífilis por medio de un chancro, herpes, papiloma humano puede provocar condilomas en la garganta. VIH no sucedería, pero hay riesgos de infecciones gastrointestinales y de transmisión sexual”, comenta Jorge. “Hay que tomar prevenciones, si uno tiene una vida sexual activa hay que regularmente estarse checando, cada unos seis meses desparasitarnos y hacernos exámenes de ETS”.
En contra de mi intuición inicial, la orina se levanta como el indiscutible ganador del escenario sanitario. Definitivamente poner tu boquita donde pudo haber estado materia fecal es altamente riesgoso. Ahora bien, la interrogante del placer se mantiene abierta y subjetiva. Cada quién decidirá si jugársela “a la brava” con besos oscuros o irse por el camino limpio y jugar con la pipí.
Sergio Pérez Gavilán https://ift.tt/eA8V8J
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