Artículo publicado por VICE Argentina
“No hay saco, vos no estás embarazada”, con las palabras de aquella ecógrafa, Micaela creyó que el problema había sido resuelto. Tras semanas de pérdidas y estudios, la técnica le confirmaba su principal sospecha: que, a pesar de haber tenido un Evatest y un examen de sangre que indicaban lo contrario, ya no estaba embarazada. Sin embargo, luego de hablar con su ginecóloga y tomar la medicación recetada para expulsar cualquier tipo de riesgo, los dolores no cesaban. “Mi médica me aseguraba que era porque me estaba por indisponer”, cuenta Micaela.
Ya había pasado un mes de aquel Evatest, y no soportó más el dolor, por lo que se fue a una guardia ginecológica. “Me empezaron a ver varios médicos y yo me dí cuenta de que algo raro pasaba”, relata. “Ahí me lo confirmaron: tenía un embarazo ectópico, y tenía que entrar inmediatamente a quirófano”.
Un embarazo ectópico es cuando la implantación del óvulo fecundado (la consumación de un embarazo) no se da dentro del útero sino en otra parte. “Lo más frecuente es que se de en las trompas de falopio. En menor medida, puede darse en el cuello del útero o en la vagina”, explica la Dra. Guadalupe Mazaira del Hospital Fernández. El principal riesgo que conlleva es que el embarazo crezca inadvertidamente y lleve a la ruptura de la trompa de falopio. Si esto sucede, se genera una hemorragia y se convierte en una urgencia quirúrgica.
Relacionados: Clínicas clandestinas y el deseo de cambio: cómo es transicionar en Argentina
Aquella mañana cuando tuvo que bajarse del subte por el dolor, Agustina llamó a su novio. “No aguanto más”, le dijo. Quedaron de encontrarse en el hospital público de su zona. Lo que iba a ser un martes normal en su vida se convirtió en el principio de una serie de jornadas en el hospital que al día de hoy no terminan. “Yo no sabía lo que era, explica, “sólo había escuchado que una conocida había tenido algo así pero nada más”.
Ese día, cuando llegó al hospital y le dijeron que estaba teniendo una hemorragia producto de un embarazo, le explicaron qué sucedía, pero no por qué le estaba sucediendo ni qué implicaba para su cuerpo. A pesar de sus dudas, no se animó a preguntar demasiado. Agustina estaba en un hospital en París, la ciudad donde vive hace unos años. Por ser el hospital público de un barrio mayoritariamente migrante, todas las preguntas que se le hicieron fueron acerca de si sabía cuidarse en las relaciones sexuales, una estigmatización común dirigida a las mujeres migrantes. “Tuve que explicar una y otra vez que me cuidé todas las veces, y que era una elección mía no tomar pastillas anticonceptivas”. Esto, explica, le hizo sentir que sus dudas eran tontas.
El mandato de la maternidad no indica únicamente un rol histórico asignado a las mujeres sino que también implica una responsabilización simbólica sobre ellas: un embarazo no deseado se vuelve una imposición, y de la misma manera, un embarazo inviable se convierte en la culpa de quien lo lleva en su cuerpo.
Las causas de los embarazos ectópicos son desconocidas, como las de muchas problemáticas que pueden suceder durante una gestación. Sin embargo, el poco fomento que hay a la investigación de temáticas relacionadas directamente con la salud femenina implica una desinformación que puede, en muchos casos, poner en peligro la vida de las personas gestantes. “Falta información. Mucha gente ni siquiera sabe que esto se puede producir o cuales son los síntomas. Poca gente sabe lo que es un embarazo ectópico”, comenta la Dra. Mazaira. “La mayoría de las mujeres se enteran en una situación crítica porque es común estar embarazada y no tener conocimiento de esta posibilidad”, agrega.
Julieta hace acompañamientos a mujeres que deciden abortar. Por eso, cuando se enteró de que tenía un embarazo ectópico, supo rápidamente qué significaba. “Cuando acompañamos a mujeres en su aborto, lo primero que pedimos es una ecografía. Si el embarazo es ectópico, el aborto con pastillas puede ser muy peligroso”. Fue a sus 20 años. “Se rompió el preservativo, y a los pocos días empecé a tener pérdidas”. Después de la ecografía le indicaron la operación laparoscópica necesaria para erradicar el riesgo. En su caso, haber pasado por ello la salvó de futuros problemas: en la laparoscopía encontraron que tenía el útero tabicado y en caso de querer quedar embarazada nuevamente tendría que operarlo.
La velocidad con la que actuaron las y los médicos en el caso de Julieta no sólo la previno del avance de un embarazo peligroso, sino que también de perder su trompa. Eran pocas semanas y, gracias a estudios hechos a tiempo, el problema terminó con la cirugía.
Micaela no tuvo esa suerte. “Cuando estaba ya lista para el quirófano, mi ginecóloga me vino a ver”, recuerda Micaela. “Me dijo que el feto estaba muy pegado a mi trompa y existía la posibilidad de que me la tuvieran que sacar”. Así fue. A pesar de que su médica le aseguró que esto no implicaría imposibilidad de volver a embarazarse, al día de hoy Micaela y su pareja no lo lograron. Según los cálculos que hizo, cuando se realizó la operación ella ya llevaba 10 semanas de embarazo. Como las pérdidas habían comenzado en la segunda semana, ella nunca dejó de hacerse los estudios correspondientes. Pero su médica no consideró en ningún momento que fuera un embarazo ectópico. “Yo me quedé pensando, después de la cirugía, en lo que pasó. Un día, después del post-operatorio, volvimos a ver con mi ginecóloga los estudios que me había hecho. Ahí ella notó que en la primera ecografía ya no se veía un saco gestacional. ¡Confiaba en ella! Por su negligencia estuvo en riesgo mi vida. Un embarazo así no agarrado a tiempo te puede matar”, explica.
Relacionados: “Marcho por todas las pibas que murieron en mis brazos”
Ya pasó casi un año de la cirugía de Agustina en París y sin embargo, los problemas de la negligencia médica continúan: debe realizarse una segunda operación por una infección en la trompa que no fue controlada en el post-operatorio. Pero los efectos de la experiencia no son sólo físicos. “Hay veces en que me agarra un miedo irracional. Pienso que me va a pasar de nuevo y que si es así, no va a ser ya por accidente”.
Sin embargo, la Dra. Mazaira explica que no es algo que se pueda prevenir o controlar. “Está asociado a alteraciones hormonales y formaciones en las trompas, mayoritariamente. No hay muchos efectos ambientales, aunque entre se piensa que se relaciona también con el tabaquismo”.
Es por esto que Agustina reitera que muchas veces se siente responsable de que no le vuelva a suceder. “Esa culpa que no me puedo explicar muy bien afecta mi posibilidad de disfrute hasta el día de hoy”, concluye.
La falta de financiamiento de investigación y la ausencia de campañas de difusión de esta problemática fomentan, nuevamente, la responsabilización de las mujeres por su propia salud. Es por esto que la circulación de información se vuelve urgente. El diagnóstico temprano de un embarazo ectópico puede reducir los riesgos de perder la trompa de falopio. Con una mirada atenta sobre una ecografía hecha a tiempo, al identificar que no hay embrión, las y los médicos pueden reconocer el riesgo e indicar estudios o intervenciones pertinentes. No es una exageración: en este caso, como en muchos otros, la información puede salvar vidas.
Seguí a Lucía en Twitter
Lucía Cholakian Herrera https://ift.tt/eA8V8J
No hay comentarios:
Publicar un comentario