De niño comencé a patear mis primeros balones con la intención de divertirme, pertenecer y buscar un poco de popularidad en los pasillos de la escuela. El futbol siempre me funcionó para relacionarme, hacer amigos y tratar de impresionar a las niñas.
Mi vida siempre ha estado rodeada por un balón: el primer juego que vi en vivo fue en el —casi derrumbado— Estadio Azul, en ese entonces llamado Azulgrana. Alberto Guamerú García fue el primer futbolista que me maravilló y con mi padre pasé los fines de semana en el Estadio Azteca, donde vi encuentros entre mentadas de madre a Bonifacio Núñez y la lluvia de cerveza y porras a Adrián Marmolejo de Correcaminos.
Después probé suerte como futbolista profesional, renuncié a algunas cosas y crecí en ese ambiente. Al final no pude lograrlo. Fue en esa época en que los amigos me invitaron a mis primeras fiestas, el alcohol apareció en mi vida y la madurez necesaria para perseguir el sueño de convertirme en futbolista profesional llegó antes de aprender a manejar.
***
Termina el encuentro y junto al silbatazo final llegan las ganas de salir corriendo. Entre bromas en el vestidor, palmadas y felicitaciones, los muchachos comienzan a planear lo que será su primera noche libre en mucho tiempo. Comienzan los telefonazos y mensajes que saturan el grupo de Whatsapp, unos deciden ir a cenar con la familia, otro quisieran pero sus esposas están lejos, y por ahí quizás algún jugador muera de ganas de salir con la actriz del momento. Todos se organizan. Son amigos. Son jóvenes.
Transcurren un par de días y comienzan los nervios, al interior del grupo se enteran al interior que una revista de chismes tiene fotos de varios jugadores en una fiesta con mujeres, no sus parejas, otras. Unas amigas, quizás. Quizás no. Y se enteran que esas imágenes estarán publicándose lo antes posible.
Levantan el teléfono previniendo a sus familiares lo que pareciera una crónica de una muerte anunciada, y al mismo tiempo llegan los juicios: ¿qué hacía un futbolista profesional a dos semanas de jugar una copa del mundo emborrachándose y con mujeres?
Creo que cada quien es libre de hacer con su vida lo que le plazca, siempre y cuando no pases por encima de nada y de nadie. Los juicios morales no entran en el debate y los jugadores son responsables de sus acciones y de cómo aprovechan sus horas libres. ¿Nos debería de importar la vida personal de los demás? ¿Como medios únicamente nos tendríamos que centrar en criticar y analizar lo que estos muchachos hacen y harán dentro de la cancha en la Copa del Mundo en Rusia?
Lo que hicieron es o no es correcto. Vivir en el ojo del huracán es mucho más complicado, me imagino, requiere pensar el doble tus decisiones. Conmigo no hay cámaras ni fotógrafos escondidos detrás de un árbol buscando la fotografía que se venda mejor. También como profesionales sabes dónde estás parado y qué está bien y qué no. Son decisiones, aprendizaje. Ellos no pueden divertirse como lo decidieron hacer con todo y sus consecuencias, mientras el resto del mundo sí lo hace. Son figuras públicas y deben comportarse como tal. Puede ser. O no. Dejemos de poner el dedo inquisidor en donde no nos importa. O que nosotros jamás hemos hecho cosas de las cuales nos arrepintamos.
Que vayan al mundial, dejemos de comprarnos basura y a partir de los resultados exijamos. Mientras ellos, al interior de sus casas, resuelvan lo que tienen que enderezar. Y que está barco no se hunda antes de llegar a su destino. Disfrutemos el futbol y la cancha, por lo demás, que cada quien sea responsable de sus acciones. Quien esté libre de pescado, que tire la primera piedra.
Fer Gay https://ift.tt/eA8V8J
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