Artículo publicado originalmente por VICE Asia.
Cuando era niño, cada vez que hacía o decía algo que mis padres creían que era un comportamiento inaceptable, me dejaban en silencio y me mandaban a una esquina obligándome a mirar hacia la pared y pensar en lo que había hecho mal. Sin embargo, cuando crecí me di cuenta de que estaba entre los afortunados. A muchos de mis amigos los abofeteaban, los pellizcaban y, en algunos casos, hasta los golpeaban con un cinturón o una regla de madera.
Sin embargo, hay estudios que hablan sobre cómo el uso de la fuerza física puede traumatizar mentalmente a un niño y causar depresión o discapacidad intelectual. Y si bien esta forma de castigo era considerada justa por los padres de familia en Corea del Sur, todo eso está a punto de cambiar.
A medida que Corea del Sur avanza hacia la eliminación de la ley que permite a los padres disciplinar físicamente a sus hijos, muchos padres de familia en el país están tratando de oponerse, y esto está causando bastante controversia. Según las estimaciones presentadas por la AFP, los informes de maltrato infantil en el país, que incluyen negligencia y abuso emocional junto con agresiones físicas o sexuales, se han multiplicado a 22,386 casos entre 2001 y 2017. En el 77 por ciento de los casos, el abuso es infligido por los padres de las víctimas.
Entonces, tendría sentido que se eliminara el derecho que permite a los padres disciplinar físicamente a sus hijos, el cual ha sido parte del código civil del país desde 1960.
"En nuestra sociedad, somos más los que estamos de acuerdo en que el abuso infantil es un problema social grave", dijo el ministro de Bienestar de Seúl, Park Neung-hoo.
Si bien el castigo físico en las escuelas es ilegal desde 2010, una encuesta reciente del gobierno mostró que al menos el 76,8 por ciento de los surcoreanos adultos consideraban que el castigo corporal era una necesidad para disciplinar a sus hijos.
"Voy a seguir golpeando a mis hijos, incluso si eso requiere un contrato firmado por ellos", dijo a la AFP Lee Kyung-ja, jefe de un grupo conservador de padres. "Me negaré a darles comida y pagarles la escuela si no escuchan a sus padres", continuó, ejemplificando el sentimiento de mucha gente en Corea del Sur.
Ser niño en Corea del Sur significa que existe en un sistema educativo impulsado por la presión y en una estructura social jerárquica que favorece los valores tradicionales de obediencia y respeto hacia todo tipo de figuras de autoridad. No es de extrañar entonces que el grupo de países desarrollados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos haya citado repetidamente a los niños de Corea del Sur como los menos felices.
Mientras que en un extremo hay padres que contratan a matones para prevenir el bullying en las escuelas, presentar una queja o criticar a un padre puede ser visto como una desgracia, o incluso como un "pecado contra el cielo", haciendo que las jóvenes víctimas de abusos sean aun más vulnerables. Y de acuerdo con el activista por los derechos de los jóvenes Kang Min-jin, a muchos padres que enfrentan un proceso judicial por abuso les retiran los cargos ya que no hay nadie más que cuide de sus hijos.
Esta reescritura de la ley se produjo después de que una niña de 12 años, que fue abusada por su padre biológico y su padrastro, fue asesinada por su padrastro luego de que lo denunciara a la policía.
Esta crisis de castigo físico es un problema cultural en Asia, donde varios padres asumen que está totalmente bien golpear a sus hijos para que se den cuenta de que hicieron algo mal. Especialmente en países como China, la severa acción disciplinaria es vista solo como una manera de hacer que el niño sea obediente. En el otro extremo, Nepal y Mongolia son los únicos países asiáticos que han prohibido por completo los castigos físicos en todas sus formas, y Filipinas está avanzando para hacer del castigo físico algo del pasado. También hay nuevos estudios para demostrar que el dolor persiste mucho después de que se inflige. A pesar de que llevará más tiempo y esfuerzo lograrlo, al menos nos estamos dando cuenta de que el castigo físico no puede ser la cura para el mal comportamiento.
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