Un hombre de Nueva Zelanda descubrió huellas de un antiguo pájaro desaparecido en un estanque local.
Michael Johnson, residente de Kyeburn, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, paseaba a sus perros por el río Kyeburn cuando vio un sendero de huellas enormes bajo el agua.
Fueron dejadas por un moa extinto, un ave enorme que no volaba y que vagaba por Nueva Zelanda hasta aproximadamente 1445 cuando sucumbió a la caza excesiva.
Al advertir su importancia, Johnson envió fotos de las huellas al Museo Otago vía Facebook Messenger, según TVNZ. El museo excavó las huellas esta semana y planea exhibirlas.
"Solo estaba yendo a dar un chapuzón, así que las cosas se pusieron un tanto intensas", dijo Johnson a TVNZ.
El Museo Otago envió a Kane Fleury, curador asistente de ciencias naturales, y a otros dos curadores, para autenticar las huellas. Con el uso de esnórquel y cámaras submarinas, el equipo confirmó que efectivamente pertenecían a un moa, reveló el museo en un comunicado.
"Salí con mi snorkel y mi máscara y mi traje de neopreno y me zambullí en el estanque, eché un vistazo a las huellas debajo del agua y eran increíbles", dijo Fleury a TVNZ. "Mucho mejor de lo que mostraron las fotos. Es un hallazgo súper especial".
Cada huella medía casi 30 centímetros de largo por 30 de ancho, y consistía en "cinco marcas, con huellas muy claras, de tres puntas, en un sustrato de arcilla dura".
Fleury especuló que podrían haber estado allí "desde hace un millón de años, quizás un poco más".
El equipo tuvo que acordonar el río y bombear el estanque para exhumar las huellas. El Museo Otago dijo que eran vulnerables a la erosión en caso de una inundación.
Son las primeras huellas de moa que han sido fotografiadas y conservadas en la Isla Sur, indicó el museo. En la Isla Norte se han registrado al menos diez huellas y senderos pertenecientes a varias especies de moa.
El moa está compuesto por nueve especies de ratita, o aves no voladoras relacionadas con el avestruz y el diminuto kiwi. Era nativo de Nueva Zelanda y se alimentaba de vegetación.
Con 3.6 metros de altura y 226 kilos de peso, el moa era una presa deseable para los humanos. Se ha teorizado que fueron cazados hasta la extinción por los maoríes. Pero algunos expertos sugieren que tenían pocos depredadores antes de que los humanos llegaran a Nueva Zelanda y, por lo tanto, eran susceptibles a fuerzas externas como la caza y la pérdida menor de hábitat.
Un estudio publicado en Nature Communications en 2014 descubrió que se requirió poco esfuerzo para exterminar al ave en un periodo de 120 años. "El moa nunca tuvo una oportunidad", escribió ScienceNews.
"Estas huellas forman un importante camino de regreso al pasado", dijo en un comunicado Ewan Fordyce, profesor de geología en la Universidad de Otago. "Podríamos imaginar el paso de moa, tal vez lento y deliberado, recorriendo una superficie fangosa pero firme".
Las huellas están ahora en camino al Museo Otago, donde recibirán un tratamiento de conservación antes de exhibirse.
Sarah Emerson http://bit.ly/2VwQ1YE
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