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martes, 7 de mayo de 2019

40 años y ni una balada: Les Claypool

Cada generación tiene gestos artísticos que le mueven el piso. Ahora son los bajos monumentales del trap, pero en los años 30 y 40 del siglo pasado fue la sonoridad del jazz y en los años 60 fue la distorsión eléctrica. En los 90, para muchos, ese gesto fue el ecléctico e inabarcable universo del rock alternativo.

Dentro de esa galaxia llena de planetas con vida propia ––el grunge, el gansta rap, el mal llamado funk-metal, el mestizaje friki, etc.–– el bajo de Les Claypool ––cantante y líder de Primus––, abrió una ventana que reformuló ideas de Rush y The Residents filtradas y deformadas por el prisma urgente y ruidoso de la cultura punk. Somos muchos a los que ese sonido de bajo y los malabares de excelencia nivel Dios que suplían sus compañeros de ruta, Larry “Ler” LaLonde y Tim “Herb” Alexander, en los temas de Primus, nos hicieron ejercitar a lo loco la relación oído-cerebro-estómago: había que trabajar para digerir esas eclécticas canciones y una vez aplicada la perseverancia correspondiente, disfrutar de la sensación de haber pasado una barrera como oyente joven. Quien disfrute de las perspicacias de Primus, entenderá de qué hablo, quien no lo haga aún, recomiendo fervientemente haga el esfuerzo para convertirse en uno de los nuestros.

Si bien este grupo siempre funcionó como su proyecto central y su casa a donde volver, Leslie Edward Claypool (nacido en Richmond, California en 1963) es un bajista renacentista. Enumerar sus proyectos sería quitarle el trabajo a Wikipedia, pero Claypool se alimenta de creatividad constante y, siempre que su poderoso y único personaje se lo permite, se reinventa en cada paso artístico que da. Incluso el destino lo tildó de suertudo en 1986 cuando se ofreció para reemplazar a Cliff Burton en Metallica y no fue elegido ¡Menos mal!

Su delirante forma de tocar, sus pasos de baile, cierta prosa de narrador hipnotizante, un personal sentido del humor y ese timbre de voz nasal y caricaturesco, lo han convertido en un frontman de alto perfil. Coincidiendo con la salida de los primeros discos de Primus, su figura se volvió referente, y continuó desarrollando su personalidad, virando su brilloso slap-tap al polvoriento terreno de la distorsión y la psicodelia. Comenzó a bucear este género libre con varios proyectos hasta que en 2016, luego de entablar amistad con Sean Taro Ono Lennon (el hijo de John y Yoko) dieron vida a Monolith of Phobos, el primer disco de The Claypool Lennon Delirium y el mejor disco de don Les desde el Brown Album de Primus de 1997, oh casualidad, una obra que situó, por primera vez de lleno, al sonido de los de San Francisco en el barrio del lo-fi.

En febrero de este año, The Claypool Lennon Delirium lanzó otro certero señuelo para los amantes de la deformidad rockera: South of Reality, donde redoblan la apuesta del primero ¿Qué quiere decir esto? Que es aún mejor disco y, de paso, muestra en Claypool un nuevo tipo de sensibilidad ––más afín que nunca a la melodía emotiva––, y esto no es un dato menor: en casi 40 años de carrera, este hombre nunca compuso una balada.

NOISEY: The Claypool Lennon Delirium lleva unos años ¿en qué te sumó esta sociedad musical con Sean?
Les Claypool: Básicamente es algo que hago desde cero: ¡nunca tuve chance de estar en un grupo de art rock psicodélico junto con alguien que realmente pueda cantar! [Risas]. Así que debo dar lo mejor.

Te pregunto porque noto que en este proyecto muestras otra cara de tu musicalidad, ¿más sensible quizá?
Seguro. En cada proyecto pasa que estableces una conversación con ciertos tópicos que están a mano. En esta banda, ambos traemos ideas al estudio y ahí comenzamos con la “sastrería”: conversamos sobre qué cosas van y cuáles no, qué partes de las ideas son válidas, etc. En la mayoría de los casos, si yo canto es porque es una canción que yo escribí, y viceversa con las de Sean. De esa manera funcionamos, aunque también nos aconsejamos con respecto a nuestras propuestas. Es una colaboración fuerte. 50% cada uno, diría.

¿Por qué nombraron al disco de esa manera? ¿Qué hay de especial en el Sur de la Realidad?
Nunca me tomó tanto tiempo ponerle nombre a un disco en mi vida. Finalmente arribamos a un concepto que tiene algo qué decir, ¿sabes? South of Realit, hasta cierto punto habla por sí solo. Refleja nuestra actualidad, la temática del contenido de las letras, el arte de tapa, de algún modo es como vivimos hoy en el mundo, ya que todos estamos al sur de la realidad.

¿Hay algo especial para ti en el hecho de que Sean sea hijo de John y Yoko?
Me suele contar algunas historias bastante interesantes. Nuestro contacto llegó porque su banda teloneó a Primus hace unos años y, bueno, cuando anunciábamos un tour con Primus había siempre grupos dispuestos a abrir nuestros shows. En un momento, nuestro tour manager llamó diciendo: “Hey, Sean Lennon quiere hacer de soporte de Primus en esta gira”. Allí mismo vi un video de su banda y me voló la cabeza “¡Mierda, esto es increíble!”, pensé. Así que los llevamos de tour. Inmediatamente se encendió una relación, resultó que él era mi fan, cosa que pude comprobar luego de hacerle una trivia en plan nerd y aprobó con creces [risas].

Luego un día comenzamos a improvisar en el backstage y salieron cosas interesantes. Planeamos juntarnos en un estudio y de ahí fue increíble como rápidamente construimos una amistad alucinante. Es como un miembro más de mi familia, con mi hija se cuidan como hermanos.

Pareciera que con este proyecto desataste del todo tu gusto por los sonidos psicodélicos ¿era algo pendiente para ti?
Así fluyó la cosa cuando Sean y yo nos juntamos. Y fue divertido porque para él muchas cosas que yo proponía le parecían muy heavies “¿Esto es muy heavy? Bueno, vengo de Primus”, le decía [risas]. Yo toco con bandas pesadas, y su versión de lo que es “heavy” es bastante distinta a la mía. Así que de algún modo nos complementamos: él trata de sonar más agresivo y yo de ir en la dirección opuesta a lo que vengo haciendo hace años. Como que nos atropellamos entre los dos… es como todo: Primus suena a Primus porque hay dos tipos más que yo. Lo mismo con Oysterhead. Mis discos solistas suenan a mí porque son hechos por mí. Me gusta sumar músicos con un sonido personal a mis proyectos, así pueden contribuir en algo al sonido de la banda y que no solo esté signado por lo que viene de mi cabeza. Otra vez el tema de la conversación: si te sientas con alguien que quiere solo hablar de béisbol, pues solo hablarás de béisbol, al menos hasta donde sepas [risas]. Yo estaría jodido porque no tengo ni puta idea del béisbol.

En tus letras cuentas historias desde la perspectiva de personajes que creas ¿por qué elegiste esa forma de comunicación?
Para mí, en mis primeras épocas, esa era una buena manera de transmitir mi voz, porque nunca pensé en mí como un vocalista potente. Me acuerdo de la primera vez que me encontré con Chuck D, me dijo que yo le recordaba a Mr. Magoo, lo cual tomé como un gran cumplido. Siempre me fue más sencillo adentrarme en un personaje, subirme al escenario y comunicar mis ideales a través de ellos porque yo no soy bueno para decir cosas como “rally round the family, with a pockets full of shells" [nota: cita la frase del clásico de Rage Against the Machine “Bulls on Parade”], así que hablando desde la voz de un personaje me siento mucho más cómodo. A eso se suma que crecí escuchando y viendo muchas pelis de Disney, musicales y mucho country y folk donde se utilizan cuentos y leyendas para dar letra a las canciones. Disfrutaba mucho de esas narraciones.

Excepto por Primus, casi todos tus otros proyectos duran uno o dos discos ¿hay una razón para esto?
Es así sin más. Es muy difícil mantener a una banda unida. Más cuando tienes muchas bandas. Es como los matrimonios, pueden terminar antes de lo que esperas [risas].

En tu podcast con Bill Burr decías que vas de gira para saciar las necesidades básicas de tu cuenta bancaria ¿si pudieses evitar ir de gira por siempre, lo harías?
[Risas]. No, no para nada. Lo disfruto. En especial en estos días que mi esposa viene conmigo, vamos en nuestro tour bus por todo el país. Aquí aparece el elemento que indica que si no estás hambriento, te pones vago, tú sabes… tengo un hijo en secundaria, o sea que ¡necesito irme de gira! [Risas]. Pero no es la única razón por la que sigo girando. Me gusta planear mis momentos en las giras, ver dónde poder ir a pescar en los distintos lugares por los que paso, por ejemplo.

Pregunta de padre: normalmente hablas de tus experiencias con las drogas ¿Cómo es tu relación con tus hijos con respecto a estos temas?
Desde niño hubo alcohol en mi familia, así que siempre fui advertido de ser cuidadoso con eso. Por eso todo lo que hice fue con moderación y eso fue lo que transmití a mis chicos: “Hay cosas por ahí que la gente hace. Pueden elegir hacerlas o no”. Siempre se trata de la moderación, esa es la clave. Nunca fue un problema para mí porque me sé medir. Es parte del juego de la vida. Mis hijos son adultos ya y man, el azúcar es una de las cosas más peligrosas que se pueden consumir ahora, así que la moderación debe estar en muchas cosas, no sólo en las llamadas drogas.

Tienes tu propia marca de vino, así como otros músicos de tu generación como Bill de Faith No More o Maynard de Tool ¿Por qué están metidos en este tipo de proyectos?
Hay un par de razones, que no necesariamente son las mías, pero una gran razón es que no se venden más discos. Los discos ahora son como tarjetas de negocio. Si no sales de gira no tienes otra forma de generar ingresos. Por eso hay artistas que solo giran tocando sus viejos discos. Se buscan otras maneras de generar dinero para mantener a las familias. Yo todavía tengo la chance de ir de gira y que la gente venga a los conciertos, lo cual es maravilloso. Tengo amigos que vendían muchísimos discos en los noventa, pero no vendían tickets… complicado. Así que es parte de esta tendencia. En mi caso también estoy metido en el negocio del vino porque vivo en un condado perfecto para esto, una de las más importantes regiones de Pinot Noir en el planeta, el Sonoma County, en California, donde estamos rodeados de viñedos. Así que se presentó como algo interesante para mi esposa, que entró en una suerte de transición luego de criar a nuestros niños y ahora está llevando adelante el negocio de los vinos. Bueno y hablando de cosas a partir de las cuales es muy difícil ganar dinero… ¡esto es lo mismo! [Risas]. Pero tiene el condimento de que dedicarse a esto te mete en un nuevo estilo de vida. Tenemos una sala de catas y recibimos gente que viene a distenderse un rato. Es muy divertido. Ahora lo estamos haciendo en medio de las paradas de los tours también. Es una perfecta excusa para beber vino todas las noches.

Exacto, yo veo mucha vida social en el perfil de Instagram de tu marca de vinos ¿crees que este ambiente es más “sano” que el de la música?
Nooo… ¿me estás jodiendo? [Risas]. Hay estúpidos y gente maravillosa en cada forma de negocio. Los que venden zapatillas lidian con gente genial y con pelotudos también. Lo mismo en el negocio de los vinos o la música. Siempre hay un pelotudo, pero esto es muy subjetivo también: si das un vistazo a la sala y no encuentras al pelotudo ¡es posible que el pelotudo seas tú! [Risas].

Cambiando de tema, siempre me llamó la atención cómo Larry LaLonde responde a tus eclécticas líneas de bajo. ¿Cómo suelen compartir ideas y crear nueva música?
Es siempre diferente. La mayoría de las veces es todo muy basado en el bajo porque soy yo el que llega con las partes. Usualmente llego con las canciones hechas en plan “¡esta es nueva, vamos muchachos!" Pero también ha pasado últimamente que él llega con riffs y es muy cool para mí tener que escribir a partir de sus ideas. Eso se nota en temas como “Jilly’s On Smack” o “Hoinfondaman”, los cuales fueron traídos por Ler y en los que yo hago un rol más de soporte de sus partes. O si escuchas una canción vieja de Primus como “Glass Sandwich”, que es de Ler y Herb, yo toco notas básicas.

Está claro que no eres un bajista al uso ¿Fue complicado para ti obtener el respeto y el reconocimiento que tienes ahora, siendo que nunca comprometiste tu personalidad artística?
Creo que ni con Primus me pasó algo así como que de pronto fui exitoso. Fue siempre una lenta subida hacia la colina, muy lenta. Pero nunca tuvimos grandes picos o valles, ¿sabes? Nunca estuve en la tapa de la Rolling Stone, y creo que nunca estaré: definitivamente no soy ese tipo. De todos modos, lo del respeto no es algo que note muy claramente. Quizás ahora sí me siento más respetado y en los primeros años solía escuchar que la gente se preguntaba “¿quien carajo es este tipo?” [Risas]. Estoy entrando en la tercera edad y creo que el reconocimiento también tiene que ver con eso.

¿Estás feliz de finalmente no haber sido parte de Metallica?
¿Sabes? Hubiese sido cool estar en Metallica por un mes. [Risas]. Creo que me habrían echado bastante rápido. Pero bueno, ellos tienen ahora la formación perfecta. Amo a Rob Trujillo, un gran tipo y enorme bajista, perfecto para ellos. Eligieron muy bien.

Yo creo que te hubiera encantado tocar algunos de sus clásicos por un tiempo pero luego te habrías aburrido muchísimo.
No soy un buen conductor en el asiento trasero. Y hay muchos conductores en esa banda.

40 años de carrera y ninguna balada ¿hay alguna que te guste?
Bueno, no sé… “The Wreck of The Edmund Fitzgerald” (de Gordon Lightfoot), es una gran canción. Quizá una balada folkie. Tenemos un par de pseudo baladas con The Claypool Lennon Delirium, “Bubble Burst” es bastante balada, ¿no? “Southbound Pachyderm” de Primus lo es un poco también [risas]. Normalmente las baladas son aquello que las compañías de discos obligan hacer a los músicos para vender más discos, y ¡eso no es lo nuestro! ¡Me gustaría escuchar cuántas baladas hizo Slayer! [Risas].

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