Artículo publicado originalmente en VICE Portugal.
A poco más de cinco kilómetros de Lisboa, donde el turismo avanza a velocidades nunca vistas, el barrio de 6 de Maio, en el municipio de Amadora, languidece en una cuenta atrás hasta que, en cuestión de pocos meses, no quede de él más que el recuerdo. Una realidad a kilómetros de distancia de uno de los destinos turísticos más deseados del mundo y que atrae a millones de visitantes al año. Pero también una realidad a kilómetros de distancia de un país que le cierra los ojos con una mezcla de vergüenza, repudio e incredulidad.
Una mujer camina por las calles del barrio de 6 de Maio en Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira. Este barrio degradado se sitúa a unos cinco kilómetros de la capital lusa. Construido ilegalmente en los años 70 por inmigrantes caboverdiano y guineanos, actualmente es un foco de problemas sociales y delincuencia, tráfico de drogas, armas y prostitución
Estigmatizado durante muchos años, mitificado a lo largo de las décadas como "el lugar en el que ni la policía entra", el barrio 6 de Maio empezó a ser desmantelado en 2016 en un proceso de desalojos, polémicos realojamientos, redadas policiales frecuentes e intentos activistas de impedir lo inevitable. Un proceso que se dilata y que ha servido para poner todavía más de manifiesto los problemas de una comunidad en su mayoría compuesta por caboverdianos que quisieron intentar iniciar una nueva vida en el Portugal de ultramar entre finales de los años 70 y principios de los 80. Un gueto a las puertas de Lisboa en el que, más que vivir, todos intentan sobrevivir, algunos de la única forma que saben: al margen de la ley.
Carlon, 35 años, barbero, atiende a un cliente. Natural de Cabo Verde, inmigró a los dos años con sus padres y hace 18 que es el barbero del barrio. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
El fotógrafo José Ferreira pasó un año tratando de entender a estas personas, conviviendo con ellas, retratándolas sin filtros y sin rodeos. Logró ganárselos a base de confianza. Lo dejaron entrar. Pudo seguir los pasos de aquellos que han hecho del tráfico de drogas y armas y de los atracos su modo de vida. Porque no conocen nada más. “Vienen de familias pobres, nacen en el gueto y tienen poco. Ven la delincuencia como una forma de conseguir dinero fácilmente y no tienen nada que perder”, explica Ferreira, fotógrafo profesional desde hace ocho años y apasionado de la fotografía documental.
Joven (no identificado) junto a una pared con el grafiti ‘Thug’. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Cuando se enteró de que había empezado la demolición de uno de los últimos barrios de Portugal hechos de ladrillo y chapa de zinc, se dijo a sí mismo que tenía que intentar acceder a él y documentar el fin de una comunidad marginal desde su corazón. “Entrar en el barrio fue complicado. Son personas muy desconfiadas y cerradas al mundo exterior. Pero después de conocerlas y darte a conocer, son de lo más sencillo, humilde y amigable”, explica. Ferreira ha perdido la cuenta de las veces que visitó el barrio o del tiempo que pasó allí, pero subraya que fue el necesario para lograr que todos se sintieran cómodos en su compañía.
Joven (no identificado), junto a una pared con el graffiti “Thug”. Bairro 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
El tema es delicado. En 6 de Maio conviven tanto aquellos que encontraron su lugar en la delincuencia como quienes nada tienen que ver con ella. Pese a todo, ahí nadie juzga a nadie. “Es una comunidad muy cercana y amistosa y se protegen unos a otros. Muchos de ellos no conocen otra realidad que esa; nacen allí y su vida es aquello…”, señala el fotógrafo.
Hombres haciendo ejercicio en una casa que había sido demolida por la Cámara Municipal y posteriormente reconstruida por los propios residentes. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
La imagen que presenta hoy el barrio parece salida de una zona de guerra: edificios ruinosos en precario equilibrio que durante más de 30 años sirvieron como viviendas temporales y constantes demoliciones realizadas para limpiar, homogeneizar e integrar el barrio a un Portugal cada vez más europeo. “En este escenario, muchos sobreviven como pueden y de la única manera que saben, mientras ahí fuera el progreso sigue avanzando. Aquí hacen del tráfico de drogas duras, la prostitución y las armas su modo de sustento, siempre bajo la mirada atenta de las autoridades, que poco más pueden hacer además de mirar para otro lado y, de vez en cuando, llevar a cabo redadas cosméticas de control y para, creo yo, prevenir que la cosa se extienda a otras zonas de la ciudad”. Mantener el gueto en el gueto.
Dos hombres pelean junto a una casa demolida. Ambos son ‘snipers’, vigilantes de las entradas al barrio que alertan a los traficantes por si se acercan las fuerzas policiales o miembros de bandas rivales. La pelea se inició porque uno de los ‘snipers’ falló en su misión. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
El barrio de 6 de Maio está al borde de un final que, sin embargo, no tiene una fecha concreta. Las retroexcavadoras vienen y van. Las obras que Vhils había grabado en las paredes han desaparecido y el realojo de las familias no deja de estar envuelto en polémica. No es que no quieran salir, el problema tiene otra profundidad, una a la que ni políticos ni la sociedad en general parece querer dar importancia. “El Estado está ofreciendo casa a todas las familias que viven ahí pero, al mismo tiempo, está separando a todo el mundo; de ahí las noticias que han salido en los últimos meses. Han sido muchos años viviendo en una comunidad en la que todos se conocían. La revuelta no es tanto por la demolición del barrio como por que reubiquen a las familias en zonas diferentes, divididas”, apunta Ferreira.
Alex (nombre ficticio) sostiene un machete en uno de los callejones del barrio. Un arma blanca que su padre llevó a Portugal cuando emigró en la época poscolonial. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Del año que pasó con estas personas resultó la serie fotográfica “Out of Law”, que aquí publicamos en exclusiva. Punzante, dura, quizá demasiado real para quien está a solo cinco kilómetros aunque parezca que esté a cinco mil. El barrio de 6 de Maio no solo es delincuencia y edificios abandonados, aunque también lo es. Es una identidad y una realidad poco convencional e inválida ante la sociedad y que ahora queda expuesta a través de estas imágenes.
Elvis (nombre ficticio) muestra una cicatriz en el abdomen resultado de una herida causada por una bala perdida durante un enfrentamiento con una banda rival. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un trabajo que Ferreira entiende como esencial para entender este Portugal que también existe. Sin juicios morales. “No los juzgo. Nacen en el gueto y siguen las pisadas de los más mayores, y el hecho de que vivan allí no los hace más personas o los únicos delincuentes de la ciudad… ¿Cuántas personas hay que ni siquiera viven en guetos y trafican con drogas y cometen atracos?”, pregunta Ferreira. Y añade: “Me hice amigo de varios de ellos, que me abrieron las puertas y me ayudaron. Algunos son raperos y los llevo a mi estudio para hacer fotos promocionales y de portadas de discos, por ejemplo. No lo hice para juzgar a nadie, lo hice para mostrar una realidad”.
A continuación puedes ver más imágenes de “Out of Law”; sigue la obra de José Ferreira en su sitio web y en Instagram.
Conexiones clandestinas a la red eléctrica. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Frente a su casa, Carlos (nombre ficticio) adiestra a su perro, Pitt-Bull, para atacar. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Boss G (nombre ficiticio), con una máscara para ocultar su identidad, muestra sus joyas de oro en un callejón del barrio. A los 15 años fue internado en un correccional, a los 18 ingresó en prisión por robo violento de vehículos y a los 25 volvió a cumplir condena por atracar una joyería. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un traficante trata unas plantas de cannabis. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Lord (nombre ficiticio) baña a su hijo de seis meses en su casa, sin desprenderse de su arma automática, que tiene siempre a mano debido a los conflictos con la policía y las bandas rivales. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un traficante de droga (no identificado) prepara dosis para su venta, junto a una imagen de la Virgen de Fátima. Los traficantes se encomiendan a ella para proteger su negocio. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Toxicómanos consumen crack en una habitación abandonada del barrio. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Fátima (izquierda), 20 años, adicta al crack, prostituta, junto a João, también adicto, travesti, prostituto. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Patrulla de la Policía de Seguridad Pública. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Wilson, 24 años, practica boxeo a diario en un gimnasio instalado en una casa demolida y posteriormente reconstruida por los residentes. Sueña con ser boxeador profesional. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un bebé en la cama de su casa después del baño, junto a la pistola automática de su padre, un traficante con problemas con las fuerzas de la autoridad y las bandas rivales. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Johnny (nombre ficticio) mira por la ventana mientras prepara dosis de droga para su venta. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Drogas, báscula de precisión, arma automática, munición y euros en el suelo de una de las casas del barrio. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Mujer peina a una joven mientras otra da el biberón a un bebé. El día a día de las familias del barrio. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Esta calle es un auténtico supermercado de estupefacientes; en ella se reúnen los traficantes para hacer negocios con los residentes y con consumidores de fuera. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Rute (izq.; nombre ficticio) y Dany (dcha.; nombre ficticio) acarician a Tivon (nombre ficticio) en una fiesta del barrio. Tivon, uno de los delincuentes más respetados del barrio, ya ha sido condenado a penas de prisión más de cuatro veces, por robo con mano armada y atracos en viviendas. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un hombre vigila por la ventana de un edificio derruido. Es un ‘sniper’ encargado de vigilar las entradas del barrio para alertar a los traficantes de la presencia de las fuerzas policiales o de bandas rivales. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Partida de póker con dinero entre vecinos del barrio durante la noche. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Padre e hija esperan a que la madre llegue de trabajar. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un hombre amputado observa cómo una retroexcavadora demuele viviendas. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Un joven monta en bicicleta. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Casas demolidas del barrio. La Cámara Municipal de Amadora alega que las familias desalojadas se han adherido a programas de apoyo al autoalojamiento. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
Hombres y mujeres se divierten en una fiesta. Barrio de 6 de Maio, Amadora, Lisboa, 2018. Foto por José Ferreira
José Ferreira http://bit.ly/2E2HDp4
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