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martes, 7 de mayo de 2019

La marihuana como base de un cambio social: una entrevista con Gastón Durana

Pocas personas conocen el mundo de cannabis como Gastón Durana. Radicado en Uruguay, el primer país en legalizar por completo el cultivo y consumo de marihuana, Gastón vivió los inicios del movimiento cannábico en Argentina a mediados de los años 90; trabajó con el pionero y activista Paul Stanford para sumininstrar cannabis medicinal en Oregón; es catador y juez en copas cannábicas latinoamericanas, y ahora lucha por generar un modelo cooperativo como alternativa social para la producción de cannabis en Uruguay.

“Lo que hace falta es un modelo de empresario popular. Construir modelos con proyección política”, me dice Gastón, quien llegó a México hace varios días invitado a participar en una serie de eventos cannábicos, desde copas clandestinas hasta simposios empresariales. “Hay que estar ahí. Haciéndose valer y no solo dejándose llevar. Eso es lo que se necesita, un movimiento político propio”.

Nos encontramos en el jardín del Centro Fox, a unos minutos de la ciudad de León, durante Cannaméxico, un simposio cannábico al que Gastón fue invitado como ponente. A unos metros, una centena de empresarios y emprendedores escuchan a través de traductores instantáneos las oportunidades que ofrece México para el negocio de la marihuana. Mientras compartimos un porrito forjado con marihuana uruguaya, pregunto a Gastón sobre su trayectoria cannábica, desde sus orígenes cultivando en la ilegalidad hasta el panorama internacional del cannabis ahora que más países optan por terminar con la prohibición.

“Llegué a Buenos Aires terminando la adolescencia; ahí empecé a consumir. Normalmente comprábamos, pero en verano se llevaban la marihuana para los lugares turísticos. Entonces escaseaba y su precio se elevaba muchísimo”, recuerda Gastón sobre sus orígenes como cultivador. “Decidimos autocultivarnos, y a través de internet pudimos ingresar a foros de cultivo”.

Gastón recuerda que en esos momentos la comunidad argentina era bastante cerrada con respecto a la marihuana, por lo que estos foros anónimos se convirtieron en un espacio ideal para el intercambio de conocimiento y para relacionarse con otros cultivadores. “Fue un caldo de cultivo para generar un montón de cosas. Desde el foro se participó activamente en todo”, recuerda. “El crecimiento del conocimiento fue exponencial, y pude lograr el abastecimiento perpetuo en el primer año”.

Su conocimiento y su experiencia en el cultivo finalmente lo llevaron a trabajar con Paul Stanford, activista estadunidense fundador de la Hemp and Cannabis Foundation, clínicas cannábicas que ayudan a la gente a realizar los seguimientos y la adquisición de la licencia para poder ser usuarios medicinales en Estados Unidos.

“Nos invitó para conocer lo que estaba haciendo allá. Pero entonces tuvo un problema con los cultivadores, así yo quedé ayudándole en cultivos; le gustaba cómo trabajábamos. Lo asesorábamos en algunos cambios que nosotros habíamos tenido en Argentina”, recuerda Gastón.

Gastón me cuenta que además la Hemp and Cannabis Foundation tenía planes de invertir en Uruguay para hacer investigación sobre cannabis, y que sería él quien se encargaría de esa investigación. Sin embargo, en 2015, tras malos manejos financieros, Paul perdió la empresa a manos de sus inversores, por lo que también se detuvo el proyecto planeado para el sur.

“Hasta ahora está tratando recuperar la empresa que le fue arrebatada de mala manera”, se lamenta Gastón. “Es un activista muy importante que generaba impacto, tanto directo, como en la cultura y en la comunidad. Fue una pérdida muy grande”.

Fue alrededor de esas fechas que Gastón decidió mudarse a Uruguay: “Me cansé de vivir en un lugar donde era ilegal, así que decidí mudarme”, cuenta Gastón. “Decidí irme a Uruguay por la afinidad que tenia con un montón de compañeros que habían peleado ahí: Juan Vaz, Laura Blanco... Entonces me fui a tratar de generar algo legal. Y ahora traemos un proyecto súper ambicioso”.

Gastón me cuenta que actualmente hay dos maneras de acceder al cannabis en Uruguay: a través de un club de cultivo, o en las farmacias. Sin embargo, agrega, esto hace difícil generar trabajo remunerado a partir del cannabis. Mientras que los clubes no pueden tener fines de lucro, actualmente solo hay dos empresas con licencia para suministrar cannabis a las farmacias, ambas extranjeras.

En palabras de Gastón, la cooperativa busca posicionarse como la alternativa popular y democrática dentro de toda esa galaxia de empresas e intereses extranjeros. Su plan es hacer algo netamente uruguayo, que además genere oportunidades para los cultivadores.

“Se trata de una cooperativa que formamos para crear trabajo en la industria legal del cannabis. Consta de capacitación y mano de obra, ya sea directa o por la licencia de la cooperativa, o capacitando gente para poner empresas”, me explica Gastón. “Ahora estamos en la etapa de formación y en la primera etapa de educación. Generamos algunos proyectos para presentar y ver si obtenemos licencias para investigar y generar semilla uruguaya”.

En cuanto al panorama global que enfrenta el cannabis, Gastón se mantiene optimista: “Creo que hay una tendencia que no se va a volver atrás. Es interesante la renovación de referentes que hay: la cooperativa como modelo de trabajo y político, ya que tienen un impacto mayor al de una empresa”, concluye. “Algunos referentes políticos vieron la ley como el modelo cooperativo, y creo que puede ir en gran parte por ese lado. Al final, los empresarios van a existir, y nosotros vamos a existir”.

José Luis Martínez Limón https://ift.tt/eA8V8J

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