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miércoles, 8 de mayo de 2019

Los días lluviosos son buenos para la ansiedad

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Robin Utz ya había lidiado con una ansiedad leve, pero cuando perdió a su bebé la ansiedad se disparó. Dormía mal y estaba nerviosa y obsesionada con cosas que ya no eran importantes en su vida actual. "Me preocupaban cosas que habían pasado cuando iba en tercer grado", dice Utz, gerente de proyectos de una red de atención médica en St. Louis. El embarazo de nueve semanas fue el resultado de una fertilización in vitro, una en varias rondas de tratamientos de infertilidad. Ella y su esposo ya no tenían embriones. Utz parecía estar perdiendo el control.

Comenzó a tomar medicamentos y ver a un terapeuta, y sorprendente, el "mal" clima también le ayudaba.

"Disfruto mucho de los días lluviosos y los espero impacientemente", dice Utz. Le encanta la idea de dar largos paseos con lluvia cálida o de quedarse en casa durante una tormenta. "Cuando lluevesiento menos presión de reunirme con alguien, o de hablar y ser optimista", dice. "Es más común hibernar". Un cielo gris o el sonido de las gotas de lluvia se combinan bien con su estado mental cuando está ansiosa, lo que proporciona una congruencia tranquilizadora entre el estado de ánimo y los estímulos externos.

Muchas personas comparten este sentimiento. Una publicación sobre el fenómeno en el canal de "Ansiedad" de Reddit recientemente obtuvo más de cien respuestas en una semana. "Mis días favoritos son los días lluviosos y nublados", escribió un usuario. "Puntos extra si es un día frío y lluvioso en medio del verano. Hace que mi ansiedad desaparezca y me sienta más motivado en general".



"Los truenos y relámpagos son como una pastilla mágica", agregó otra persona. "Me siento segura, protegida. Me siento completa... cuando me levanto por la mañana, le pregunto a Siri si habrá lluvia el día de hoy. Si responde que sí, me dan ganas de besarla".

El novelista Walker Percy solía escribir sobre la belleza y el poder calmante de las tormentas en Louisiana. En su obra más conocida, The Moviegoer, en 1960, el corredor de bolsa Binx Bolling se mueve a través de su existencia en los suburbios de la posguerra, lleno de confusión existencial y convencido de que la cultura de la posguerra es mediocre. Encuentra momentos de alivio en vientos costeros y aguaceros. Durante un momento tierno, Binx se va a la cama "cómodo y seco en la tormenta, cómodo como una larva en un capullo, envuelto a salvo y cálido en la bondad cristiana amorosa".

El concepto clínico más cercano que tienen los psicólogos para esta preferencia por el mal clima es el trastorno afectivo estacional inverso (TAE) o "depresión de verano", un subtipo de la clase de depresión provocada o intensificada por un cambio estacional. La mayoría del tiempo, el TAE es provocado por el otoño o invierno, cuando las temperaturas bajan y la luz del día se vuelve más escasa. Pero hay un 10 por ciento de casos provocados por el verano, con tasas más altas en climas sofocantes como los de la India.

Los psicólogos tienen muchas explicaciones sobre por qué algunas personas que sufren de ansiedad encuentran consuelo en los días nublados. "El cerebro anhela de manera natural la información sensorial", dice Kimberly Hershenson, una terapeuta con sede en la ciudad de Nueva York que se especializa en la ansiedad y la depresión. "La lluvia produce un sonido similar al ruido blanco. El cerebro recibe una señal tónica del ruido blanco que disminuye esta necesidad de entrada sensorial, lo que nos tranquiliza. De manera similar, el sol tiende a mantenernos estimulados".

De hecho, estudios han demostrado el beneficio del "ruido rosa", que tiene suficientes variables de frecuencia para interactuar con el subconsciente, pero no lo suficiente como para distraer o molestar. La lluvia, el viento y otros ruidos de tormenta son así. Se ha demostrado que la reproducción de ruido rosa en un laboratorio tiene un efecto positivo en el sueño y la memoria.

La totalidad y el poder de los elementos también tienen una forma de mostrarnos que nuestros problemas son relativamente pequeños. "El clima tormentoso le recuerda a la gente que el mundo está formado por fuerzas más grandes que ellos, lo que hace palidecer sus problemas en comparación", dice Laurel Steinberg, también psicoterapeuta de la ciudad de Nueva York y profesora de la Universidad de Columbia.

Por último, hay un efecto de conmiseración cuando parece que la naturaleza se siente como nosotros. "Muchas personas que están deprimidas o ansiosas infieren la lluvia como la 'empatía' del mundo por sus emociones", dice Paul DePompo, director del Instituto de Terapia de Conducta Cognitiva del Sur de California. "Un día perfecto puede hacer que se sientan más extraños y solos con sus pensamientos".

Una vez que uno espera ser calmado por la lluvia o la nieve, el efecto se refuerza. Las nubes se convierten en un calmante para el estrés. Pero esto puede ser problemático y limitado como un mecanismo de afrontamiento: has llegado a confiar en algo que no puedes evocar fácilmente. Aparte de mudarte a Seattle o Glasgow, no hay mucho que puedas hacer para tener más días grises en tu calendario.

"El cerebro está condicionado a una respuesta específica basada en la experiencia y la exposición", dice Iman L. Khan, un terapeuta con prácticas en la ciudad de Nueva York y Milwaukee. "Aunque tener experiencias positivas con los sonidos de una tormenta puede ofrecer un alivio temporal, desarrollar una dependencia de cualquier cosa fuera del lugar de control de uno podría aumentar la probabilidad de tener dificultades cuando esos medios no están disponibles. El objetivo sería aprender a autoevaluarse. Calmarse sin depender de ninguna fuente externa".

Robin Utz recrea algunos de los efectos del mal clima en los días más soleados, utilizando un programa de ruido ambiental en su computadora, encendiendo las lámparas en su oficina en lugar de usar la luz solar, y activando el aire acondicionado para usar camisas de manga larga.

Cuando la naturaleza abrumadora interrumpe el curso de la vida de uno, es difícil no ser llevado fuera del yo en su presencia. En una escena de Walker, The Moviegoer, Binx Bolling tiene una cita. Como la mayoría de los eventos en su vida, tener citas no es satisfactorio y no conduce a una conexión real, pero esta se vuelve romántica por el mal clima:

"La tormenta que se ha estado gestando desde el mediodía rompe sobre nuestras cabezas. El trueno golpea los cristales. Salimos a la galería para verlo. El viento del Golfo golpea las hojas de plátano para formar cintas y las camelias muertas florecen en el patio. Mantos de lluvia, repartida por un segundo en la casa, vuelven juntos apresuradamente. Los desechos de los árboles de alcanfor resuenan en el techo. Caminamos con los brazos entrelazados por la galería como pasajeros de barcos dando un paseo".

Artículo publicado originalmente en agosto 2017.

Nick Keppler https://ift.tt/eA8V8J

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