Artículo publicado por VICE Argentina
El sábado, por primera vez, un equipo de DJ y productores argentinos protagonizó una presentación especial de Boiler Room (BR), la principal vidriera audiovisual para la música electrónica en el mundo. En el marco del primero de varios eventos que la plataforma organizará en América Latina, la crew Hiedrah fue elegida para una histórica presentación en el teatro Margarita Xirgu de Buenos Aires. Se trata de un hito no sólo porque a través de este equipo se reconoce a la escena de la ciudad, sino porque el objetivo de Hiedrah es plenamente político: se baila a favor de la diversidad y contra la violencia y con una mezcla de géneros y ritmos que supera las viejas divisiones entre electrónica y otros géneros. “Quien ha nacido desplazade —en sus tantas variantes— siempre va a estar buscando su lugar en el mundo. Hoy somos ese lugar para muches”, le aseguraron a VICE desde el colectivo.
El evento, cuya última edición en Buenos Aires está por llegar al millón de reproducciones, duró más de cuatro horas y presentó a Brea, Braian, Lechuga Zafiro + F5 y Aggromance. Es decir, presentó desde las versiones más oscuras y sensuales de los clásicos pops más icónicos de los 90, éxitos del reggaetón y güiros cumbieros para romper los parlantes, una especie de carnaval en negativo de la mano del candombe electrónico de F5 y más cosas difíciles de definir para nosotros y mucho más para la plataforma europea que vino a buscar un club de música electrónica y se encontró con 500 entes bailando alrededor de un altar de flores con el gauchito gil encima. Además, claro, amigues de la casa como Porquería Mala en Performances, Sasha Satyha como host y Desde el Barro para el Warm Up.
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Con este escenario y en este contexto, entendemos que la música en general y la electrónica en particular pasa y pasará por varios cambios en los años por venir y vimos algunas de esas razones en el encuentro del sábado.
Por el camino que señala
Avivensé, productores y crews; si la nave nodriza audiovisual de la electrónica aterriza en Buenos Aires y no lo hace por un nombre sino por un equipo y su visión política y social de la música es porque anduvo buscando algo más grueso que un amanecer de gafas negras. El sábado, la carita de las que entraban a Hiedrah por primera vez lo decían todo: qué es esto. El hermosísimo Teatro Margarita Xirgu, uno de los mejores lugares para ver música en Buenos Aires, fue perreado flagrantemente por una especie de comparsa desnucada que bailó alrededor de una cabina-altar con arreglos florales y Gauchito Gil incluidos. Vestidos o desvestidos como querían, en cuatro en el escenario o en ronda bajo los querubines nacarados de la cúpula, las gentes giraron alrededor de su DJ como hace ya seis años y 61 ediciones. Descubrir identidades posibles, hacer la música que más les caliente y —como decía el sellito para volver a entrar— "Desear estar siendo". De eso se tratará en los años por venir. En palabras de Ybán López Ratto, una de las “bichas” que sostiene la estructura de Hiedrah, “La decisión más importante es no perder las ganas y confiar en lo que tenés para decir, lo que funciona también como meta a través del tiempo. Crear tu propia fórmula y deshacerla, nunca dejar de cuestionarse. Eso es lo que ha hecho que vayamos ganando terreno paso a paso: dejar de ser solo una fiesta, buscar las personas indicadas para crear un sonido propio que samplee nuestras realidades. Saberse acompañada en la tarea, saberse manada, pelearse, des-pelearse, acompañarse, pedir ayuda. Admirar a las amigas. No copiar la cáscara de lo que funciona, porque lo que le funciona a otros no es lo mismo que lo que te funciona a vos”.
Por la maduración de músicos y públicos
Y cuando decíamos "la música que más les caliente" decíamos "la música que más se sienta como propia". Por eso cuando Brea, el DJ oriundo de las colinas de Rafael Castillo, abrió la noche y en un momento de su set oscurito y pegajoso le mandó “I’m a slave 4 U” de Britney, todo estuvo magníficamente bien. Poder disfrutar de un beat que te licua la cabeza y te da ganas de sacarte del cuerpo lo que no debería pesar sobre él, y poder cerrar los ojos de placer con la voz de Britney es parte de la maduración de lo que significa la electrónica como lenguaje y de su contrato de lectura. Lejos, afortunadamente lejos, como la influencia de un padre pesado, quedó aquella década del 90 donde todo era mucho más predeterminado y pactado. Un público para esto con esta interpretación y este mercado. Poder disfrutar de productores que te galopan el cuerpo y, en el mismo show, bailar el candombe con base electrónica de Lechuga Zafiro y F5 es entender para qué estamos leyendo esto en dispositivos que en cinco movimientos nos conectan con contenidos absolutamente diferentes. Nosotros público y ellos músicos crecimos en ese ambiente. Si podemos disfrutar de todo eso en una misma pista circular llena de flores, es que algo entendimos bien.
Por las protagonistas
Quienes el sábado abrieron la temporada de espaciales latinoamericanos de Boiler Room no llegaron desde un loft con vista al Río exactamente ni los vas a encontrar flashando algún tipo de pobreza en ARTE BA, no. “Yo soy de Derqui”, me dijo Yván la primera vez que hablamos, cuando otras Hiedrah me contaban, por ejemplo, que venían de Caleta Olivia, de zona Oeste lejos, de lugares donde los trenes terminan o casi. Asimismo, esos protagonistas también viven su música de una manera absolutamente política. Desde la fiesta uno hasta el sellito del sábado por la noche, Hiedrah siempre le apuntó a la construcción social del cuerpo para destruirla y desarmar opresiones sociales, familiares, de género, y de toda aquella cuestión que medie entre el ser y su versión plena. Su manifestación política fue una de las claves para ser elegidos por Boiler Room: “El colectivo y sello musical de artistas LGBTQ+ argentinos está re-mapeando un nuevo estándar para la música electrónica club de vanguardia en el Sur. Hackeando las estructuras de la práctica club europea y preservando la singularidad de los sonidos locales, su trabajo como colectivo es tan político como placentero”, afirmó BR en la comunicación oficial del evento. Por su parte, desde el colectivo amplían: “Cada una de nosotras tiene una trayectoria y un desplazamiento marcado en carne viva. Quién más quién menos, pero todas en cierto sentido nos vemos marcadas por una misma incomodidad con el lugar de origen. Algunas por bichas, otras por marronas, o por haber tenido que patear la calle para encontrar dónde dormir. La melancolía, la rabia y el cinismo aglutinan. Nuestra persistencia y el no querer complacer a nadie nos ha servido bastante. Primero para volcarnos a hacer base en Buenos Aires siendo todas de otras localidades, para hablar de nocturnidad en clave política, para repensar el cuerpo como territorio, y nuestros territorios como parte de nuestras identidades. Para que esta identidad bicha sea parte de la cultura global hubo que hacerla sonar. Y recién ahora el final de fiesta empieza a dejar de ser un placebo y se convierte en una mancha”.
Por la crisis
La economía que determina —o complica-—la mayoría de los proyectos también jugará en la cabeza de los futuros músicos argentinos, los más nativos digitales que hayamos tenido jamás. Mientras la posibilidad de producir y grabar sea más y más accesible en términos de software y hardware básico y los costos de llevar adelante una banda tradicional se continúen elevando al ritmo de la inflación, ¿qué harán los pibes de las estaciones lejanas a la hora de querer tocar algo? ¿Cuánto avanzará el soporte de beats que hoy sostiene a los artistas jóvenes más importantes del país? Duki, DJ Alex, a su modo, también hacen lo único que pueden hacer. Algunos de los principales productores de beats de argentina son pibes de San Fernando y Rafael Calzada. Su punto de vista estético, que incluye el lugar que los ve crecer, hace que su contracto de lectura funcione tan bien. Hiedrah, en otro plano, encontró una manera de hacer lo que puede hacer de la forma más organizada y menos inocente posible. Por ejemplo con las visuales de Martín Borini, “una parte fundamental del equipo quien desde siempre viene trabajando las frases-consigna que activan cada fiesta de Hiedrah”, según Ybán. Al respecto de los detalles, remarcó: “En escenografía estuvo a cargo nuestra bicha Jusomor quién quiso dejar en claro que acá ‘lo atamos con alambre’. Tres días antes del BR hubo un gran paro nacional contra el Macrismo, y no hubo recolección de residuos. Jusomor estuvo recorriendo la zona de florerías para recuperar de la basura estancada flores y plantas que estaban tiradas. Cubrió el suelo y cada cosa que pudo con ellas. En HiedraH solemos ambientar con material de descarte recuperado. Basura de unas, tesoros de otras. También trató por todos los medios de cuidar la simbología que cargaban los asistentes al evento para que evitaran que ciertos looks aplanaran nuestras vivencias sur. La cabina del DJ hace parte de estas vivencias por lo que la preparamos como un altar, dónde colocamos todas nuestras ofrendas”.
Por las oportunidades
Que las producciones de clase mundial empiecen a salir de esos lugares señala, al mismo tiempo, cómo la difusión de la tecnología y la capacidad de los artistas jóvenes para hackear competencias y estéticas tiene su eco en espacios que buscan esa singularidad y esa realidad expresada en, por ejemplo, mixtapes, tracks y puestas en escena. Tener esas oportunidades en un mercado más abierto y menos serializado que aquel que estandarizó lo electrónico como algo excluyente es algo que todos los que quieran entrar al baile tienen que tener en mente. “La realidad nos excede y nos alinea con un montón de otros espacios de la diáspora latinoamericana. La única decisión clave de Hiedrah es una profunda confianza en sí misma. Estamos rotas, solas, hechas mierda, desconfiguradas; pero nos tenemos mutuamente y confiamos en nosotras. Aprender de las limitaciones y de las propias heridas. Lo que enferma alumbra otras posibilidades”, afirma Ybán. Que el Gauchito esté con nos.
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