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viernes, 10 de mayo de 2019

El rap del Noro mexa a través de 15 discos canónicos

"Ahí me apolillo, un balde con pacíficos para la noche,
suena chilo, cochi, bajo sexto y tololoche.
Mis brazos bichis, los tramos bonchis,
son por el calor que sufre Barbarito allá en los Mochis,
hasta las quichis, tomando Jack en las piedras,
camaradas se desfondan con unas charras de aquellas,
la vida es bella, cuando la concha es gruesa
de clavo se quedan de mala manera las que no capean.
Una tochi es un trabajo fácil,
si alguien te pide algo de barbas se refiere a que lo quiere gratis,
la raza vaga de volada, las cacha es a la brava
y la labia en la que se habla aquí fuera es lo que manda,
el lenguaje es todo y es a nuestro modo,
por cierto morro; no soy del Norte soy del Noro...".
Elote el Bárbaro

Donde la sierra se hace desierto, el desierto playa y el sol mira como testigo por encima de un muro. La ironía de un oasis. La maleza, planta y flor que surgen sobre dunas y pavimento en ebullición. Ahí, en el Noroeste mexicano, en la zona más árida del país, se ha encontrado la semilla más prolífica que el rap nacional haya cosechado en su breve y a la vez dilatada historia.

Sinaloa, Sonora, Baja California y la Baja Sur. Cuatro Estados que, como región, reúnen cualidades geográficas, culturales, sociales, comerciales y políticas que la han convertido en una placa de Petri perfecta para que el hip hop se haya desarrollado como uno de los productos artísticos insignia de la región.

El Noro es la entrada mexicana más clara hacia el Pacífico, y una conexión natural –casi una extensión– de California, uno de los puntos más importantes en cuanto a producción profesional de música –y desde luego de rap– en el planeta se refiere, y uno de los sitios donde el hip hop, con todos los elementos mercantiles y demográficos que lo conforman, ha adquirido la forma compleja de fractal millennial digital que tiene actualmente. Desde el gangsta de los paliacates pintados, hasta el g-funk del low rider y el cholismo, pasando por las escuelas de rap de mochila al hombro o la puerta de entrada al cine, la tele y el resto de las industrias culturales multimillonarias, Los Angeles es una capital mundial del hip hop.

Bajo esa coyuntura, la de una barda que nos separa de un universo creativo, el Noro se convirtió en la puerta más efectiva –junto a lo que paralelamente sucedió en Monterrey, aunque en menor medida– que tuvo el hip hop en territorio mexicano. Y fue uno de los puntos donde comenzaron a desarrollarse las primeras células y comunidades del género en México, entendiendo el hip hop desde una concepción propia, desde el empirismo de las fiestas y las banquetas, de compartir cintas y pasarse el micrófono, de rapeadas y un circuito cerrado que, posteriormente, se convirtió en una clara escena de exportación, más que de desarrollo local.

A la vez, es necesario mencionar que la esquina dorada de México se adscribe a una narrativa particular en el país: la del narcotráfico y el crimen organizado. Ello le ha añadido capas a las exploraciones y formas que el género –léase rap consciente o rap malandro– adquirió en México, ya sea como bujía de escape, o como capitalización del fenómeno. Sin embargo, el Noro y su rap tienen un carácter e identidad bien pronunciados, gracias a su slang, su acento, su personalidad, su actitud, su relación con otras tradiciones –que van desde el ancestralismo de sus pueblos autóctonos hasta su rico espectro de música regional mexicana con sus corridos, su banda y su ranchero– que los separan notoriamente de lo que sucede en otros puntos de la geografía nacional.

Hace varias semanas, uno de los discos canónicos del rap del Noro, Camaleones de Elote el Bárbaro, fue subido a plataformas digitales en su versión remasterizada. Con ese pretexto, me di a la tarea de darle un nuevo grado de visibilidad a esa extensiva y relevantísima escena regional, e hice una lista de sus materiales de estudio más relevantes, los que forman parte indiscutible de su arco narrativo y han sido clave en el moldeado de su identidad.

Para ello me acerqué y amparé también en el criterio de tres personajes indispensables en el desarrollo del hip hop desértico desde frentes distintos. En primera, Moisés Mendoza 'Mois', productor y creador de uno de los espacios mediáticos relacionados al rap de mayor resonancia en la historia del hip hop nacional, Rima y Razón. De igual forma, formó parte de la conversación Lenin Peña, músico multiinstrumentista y cabeza productora más solicitada de la región. Por último y de manera no menos importante, Javier Pérez a.k.a. Elote el Bárbaro, veterano y proverbial emcee de Los Mochis, clave en la construcción, preservación y difusión de la fábula del Noroeste. Big s/o también a Feli Dávalos, editor de este espacio, por elaborar críticamente en la discusión.

Aunque el ranking se reduce únicamente a 15 materiales de 15 personajes o actos distintos, es necesario hacer una mención especial a muchos otros nombres que le dieron forma a la huella del Noro y no forman parte –al menos no de manera específica– de la lista: 362 Rappaz, Drez, Yostailingo, Kafe con Leshe, Dilettantes, Simpson Ahuevo, Tribu Mala, Charles y la Anestesia Fam, Smoky, Homeboyz, Barrio Mexicano, Letra J, Fntxy, Cozy Cuz, 3PM, Pacto Sonoro, S Doble R, Guerrillero 777, Bazooko, El Padrino, KingZoo, 4DP, South Side Kings, Golpe de Estado, Lasser, Mundo Loco, por mencionar algunos de una lista más larga.

Acomodados por orden alfabético, a continuación, 15 momentos definitivos en el rap del Noro mexicano.

Atake FDD - Con la misma gente (2001)

La relevancia del Atake, a nivel nacional y no solo local, es por haber sido una primera flor en el desierto, quienes lograron condensar la inquietud de una comunidad inicial, pero nutrida, de jóvenes interesados en el rap –cuya única oferta se encontraba en el mercado gringo–, y poco a poco y de manera empírica llenaron los cuadernos y encontraron las pistas sobre las que se tiraron encima, y de ese modo aprendieron el oficio –producción, construcción de un beat, ad-libeo, inclusión de otros recursos instrumentales, estructuras y métricas propias de las rimas en acción, etc. “Ellos fueron los primeros que rentaron un estudio y que se grabaron un disco como tal, como grupo”, dice Mois sobre los que son, bajo una definición concreta, auténticos pioneros del rap del Noroeste de México.

Los hermanos Gálvez, Richie “Akademico” y Sano Navajas, fueron los encargados de darle forma a la historia de Los de la A. Una historia iniciada en Hermosillo que se narra bajo esa aura romántica de quienes salen a la calle a encontrar y reclutar a otros infectados por la misma bacteria. En primera instancia, los Gálvez encontraron al Tonepa, que compartía generación con Sano en la prepa, y fue él quien los introdujo a otro par de hermanos avecindados en su barrio, los Portillo, Eypa Penta –fallecido en 2014– y el Kubano, quienes posteriormente formarían Kafé con Leshe. Al final, unieron a un morro que le daba al graff de nombre Jorge y alias Simpson –Ahuevo–, siendo él quien añadió al séptimo elemento, el Petrita.

Con la misma gente va más allá de ser un álbum precursor –cuyo proceso de creación, dados los recursos técnicos y de entendimiento de la época tampoco lo hicieron tan sencillo– o un simple punto de partida. Es una celebración, la congregación de esas células iniciales que le dieron identidad y volumen al rap en el Noro. Como cualquier primera explosión, tiene un carácter totalmente genuino. Elote define el disco como uno “donde predomina la fiesta y la camaradería combinado con el estilo de vida hermosillense y su vistazo a las calles”, descripción que el Atake Furtivo del Desierto siempre trasladó con eficacia a las tarimas, siendo quizás su cualidad más recordada: ser una agrupación enérgica y presta de manera constante para el desmadre y la locura.

Danger - Lodo en la alfombra (2014)

Como la ciudad que alberga el paso fronterizo más transitado del mundo y con una garita que la separa de la semilla de mayor relevancia comercial y creativa para el hip hop de la última década, Tijuana es otro de los puntos mexicanos que importó de manera orgánica y eficaz al rap como producto cultural para adaptarlo a su estética local, creando un circuito reducido de aroma hardcore bajo la definición estricta de subterráneo. Danger no solo es el rapero más prominente que la última concentración de concreto al norte de Latinoamérica ha entregado, también es responsable de darle forma y desarrollar el hip hop en su ciudad desde una tarea que va más allá de los tracks.

Alfredo Martínez fue parte de la gran primera camada de freestylers mexicanos que formaron parte de la Red Bull Batalla de los Gallos en la segunda mitad de la década pasada, aunque dejó ese rol desde hace varios años para enfocar sus esfuerzos hacia su vocación máxima: la de conductor de un vehículo que le devuelve al hip hop su aspecto consolidador de comunidades y de móvil desde trincheras sociales mediante tareas que van desde talleres hasta la gestión cultural.

Lodo en la alfombra representa el primer paso formal en la construcción de la persona artística de Danger, un escritor que le da especial valor al estudio teórico de la poesía –y también a otros juegos que unen métrica y rimas en otras tradiciones populares– y los modos en que su técnica se puede emplear para generar consciencia y autoconocimiento, en una movida que quizás lo acercó más a la erudición capitalina que a la crudeza del Noro, y que de otra forma puede ser interpretada como un volumen más dentro del hip hop de su región. Lodo es una colección entera de metáforas y alegorías que reunidas tienen la intención clara de llenar con crayones la materia gris, uniendo de la mano wordplay y contenido, entregando a la par frases que ingresaron en el romántico cánon del hip hop mexicano, sin etiqueta de caducidad –léase: “el niño que fui estaría orgulloso de mí” o “el rap es una cuestión pasajera, lo pienso dejar cuando me muera”. De acuerdo a Elote el Bárbaro, “Danger tiene, puedo decir, lo que pocos raperos en el juego: sapiencia, pen game, habilidades probadas y madurez. Y Lodo en la alfombra fue el álbum que nos permitió ver que tomaría esa ruta”. Y a la luz de todo lo que ha hecho Danger desde que sacó este disco, las palabras del Elote resuenan más.

Doble Rima - Classic Rap (2013)

Trazar la trayectoria de Erick Raúl Alemán Ramírez implica pasar por un periodo no mayor a una década que, a pesar de la corta línea del tiempo que abarca, hace necesario transitar por un camino de largo kilometraje con pendientes ascendentes que lo llevaron de ser un morro ojosrojos jugando seriamente a las rimas entre blones y caguamas en Cabo San Lucas, a ser la cara más relevante del género a nivel nacional y a colocarse en lo alto de la cadena alimenticia del trap en español.

No recuerdo con precisión la primera vez que supe de Alemán. No sé si fue en el cypher de “Pues Que Pues” de The Cypher Effect, por la pijama de perro, por ese confuso trajín entre sellos y crews, o por esos animales mitológicos en forma de colaboración con Gera y Self Provoked. Calculo que fue hace unos cinco o seis años, pero sus primeras exploraciones con el género ya eran de un rato atrás. Su primer formalización en el rap llegó en 2009, formando la Doble Rima –previamente 2 Rimas– junto a unos de sus compas de la infancia y DJ Phat, rayaplatos también originario de San Locos (y quien ha participado en otros capítulos importantes de la historia del rap nacional).

La alianza que formaron Alemán y DJ Phat –que comenzó formalmente con Click Clack... Punto Exacto del 2010, aún con MC King formando parte de la Doble Rima, y que se extendió hasta los primeros pasos de Alemaniaco como artista solitario en Pase de Abordar del 2015 ya bajo el ojo rector de Homegrown– rindió sus frutos más jugosos en Classic Rap, un LP de 16 tracks de droga finamente cortada y servida en la mesa del consumidor nacional, donde comenzaban a figurar las características que le darían notoriedad tanto a Ale como a Phat en sus proyectos a futuro, comenzando por la brutalidad enérgica del Niño de Oro y la constitución de un flow que, sí, manos abajo, es distinto y simplemente único dentro de la narrativa mexicana contemporánea. A ese combo le suma puntos Phat, siempre preciso y entregado con los cortes, y quien produce la mayor parte del material con las excepciones puntuales de tracks donde la labor recae en manos de Dr. Zupreeme, Brain-G o Delinquent Mono. Aquí aparecen clásicos permanentes de la leyenda de Erick como “Por El Pacífico”, “La Cuadra Está Caliente”, o “Hip Hop Deporte”, que hace alusión a la frase acuñada por los Caballeros del Plan G sobre la cual Ale fundó su propia marca de ropa.

Elote el Bárbaro - Camaleones (2002)

Mientras hablé con él para darle forma a esta lista, evitó mencionarse. La única persona, al menos en los enterados de rap mexicano, capaz de hacerlo. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo lo dice. Elote el Bárbaro, particularmente a través de su disco debut en solitario, Camaleones, es un baluarte definitivo del hip hop hecho en español, y uno de los más acabados productos para la vitrina nacional. El padrino del Noro sostiene ese cinturón porque su mítico elepé fue un clásico instantáneo y a pesar de su veteranía, siguen habiendo adeptos que se reúnen alrededor de su fuego, y buscan influencia pero también un diálogo con la música.

En 2002, año en que Javier Pérez editó Camaleones, ya había un recorrido –no tan contado– en su pasado. “Ahí por el 97, cuando iba en la prepa, un compa me pasó un cassette con unos morros de los Mochis que rapeaban. Casualmente era el Elote. Al siguiente año grabaron un disco, los 9207, que es un disco que ni siquiera creo que tenga él. Ya tenía un rato dándole, incluso había quedado ya en segundo lugar en un Rockampeonato o algo así”, platica el Mois sobre su primer acercamiento con Elote. “Pero se entiende. Camaleones fue un antes y un después. Acá y en todo México”.

La obra magna del rap del Noro –término que, dicho sea de paso, el propio Elote acuñó en su abreviatura para su posterior y fácil consumo como marca imperecedera– es un material de 16 tracks –incluyendo un remix– que conversan seriamente con lo que se etiqueta como “rap consciente”, para funcionar, desde otro sentido menos rígido y con herramientas más literarias, como testimonios preocupados por el contenido encima de por el recipiente. Cada tema aparece con una capacidad peculiar de delinear los entornos de manera poética, haciendo del concepto de “la calle” una circunstancia antes que otra cosa. Además, es un material que parece no tener caducidad, una vez que sigue jugando dentro de contextos actuales, y que con cada pasada va acercándose a dimensiones y reflexiones distintas. “Cambian de máscaras según su conveniencia. Se adaptan a humillarse, dicen por sobrevivencia. Piensa, ¿qué es lo que hay detrás de la imagen que refleja tu espejo? ¿Eres tu o serás solo eso, un camaleón más?”. Rap fuera del formol que aún así nunca envejece.

Eptos Uno - Cocina del Infierno (2012)

Cuando Eptos Uno se plantó a inicios de este año a entregar Hacer historia, su disco definitivo como uno de los MCs canónicos en el rap actual en español, lo hizo para marcar un punto y aparte en el amplio arco narrativo que ha escrito, y en un claro manifiesto de intenciones personales que, a la vez, se cimentó en calidad de producción lírica y sonora como una de las cimas más altas que ha alcanzado el hip hop mexicano, junto a otro de los discos mencionados adelante en esta lista, y ya sin nada que probar a nivel local, nacional y ni siquiera regional. Por ello mismo, quizás resultaría simplista reducir su carrera a este momento, y no a otros en el pasado con la misma o mayor clase de relevancia. En ese sentido, discutir y tomar la decisión de elegir un álbum, un solo álbum que condense la significancia de la Quinta Letra en el rap del Noro y en el resto del país, fue una de las tareas más complicada de realizar para esta lista.

Tony participó en la primera edición de Red Bull Batalla de los Gallos en 2006, y resultó campeón nacional un año después. A partir de ese momento, aunque seguía viviendo en su natal Obregón, no volvió a mirar a sus espaldas. A ello le siguieron años de consolidación y de palomear su checklist –para un resumen más detallado de este periodo escuchar “Clásico en Proceso”– hasta llegar a una fase de plenitud creativa que inició con Cocina del Infierno –y seguiría con un mixtape de dos grandes volúmenes, Viajeros del Tiempo y Vacaciones en la Calle– en el 2012, episodio que de manera personal y arbitraria, me parece el más crucial de su saga.

Cocina... es un corte de caja. Una breve mirada por el retrovisor. El telón de intermedio que se cierra y se abre entre aplausos. “Viendo todo claro con los ojos cerrados / inmortal mas no perfecto porque erré en el pasado”, dice Eps en “Naufragio”, asumiéndose ya como una carta de valor en la baraja, pero aún con la mirada puesta en el título de otras divisiones, lo cual es visible en una clara disposición para repartir chulería insolentemente pero de manera inteligente y con un variado catálogo de skills de por medio. Un disco, producido enteramente por el mítico AskOne a.k.a. Nacidos Bastardos del 871 Crew, donde queda de manifiesto la disciplina non stop del jefe de la Never, haciendo que la estética aún under de su sonido –siempre respetuoso ante los patrones añejos del rap de tradición–, logre convivir con el compromiso de un producto bien elaborado. Además, el LP cuenta con muchos de los platillos más exitosos en el menú del chef Tony como “Voy a Tomarlo” y “Cuarto Lleno”, lo cual abona en su crédito dentro del debate a pesar de ser un argumento simplón.

OMW - Punto y coma (2000)

Cada ciudad del Noro germinaba su propia semilla. Se rascaban con sus uñas y buscaban darle forma a su visión adaptada de lo que entendían como hip hop con más intención que haberes. Y en ese sentido, los recursos se reducían a un cartón de huevos, una cinta con instrumentales, y un micrófono de popotito. En Ciudad Obregón, Sonora, parte esencial de ese esfuerzo seminal fue el Obson Most Wanted. “La historia hubiera sido diferente si estos vatos no hubieran grabado sus rolas, a lo mejor estaban mal grabadas y lo que quieras, pero tenían sus rolas. Obregón fue una parte muy importante porque ellos, Drez, Yostailingo, son weyes que a nosotros nos influenciaron a hacer lo mismo”, dice el Mois, quien posteriormente formaría parte crucial de la movida en Hermosillo.

Para 1998, año aproximado en que comenzó la historia de los más buscados de Obregón, el rap sonorense era más un estepicursor que una realidad, por lo que el OMW y su disco inicial, Punto y coma, son acreditados por la voz popular como el primer proyecto formal de la generación en el estado desértico, al cual le seguirían otros nombres importantes como Dilettantes, 4DP, South Side Kings, Obson Clan, entre varios más. Dubiest Dog y Kacko de Clica, encargados del mic, y DJN en los doce pulgadas, le dieron forma a una triada que, gracias a su primer elepé –donde el ego-trip es ente rector–, dan cuenta de un atrevimiento en la manera de hacer rap en español, principalmente en su trabajo instrumental, con raíces minimalistas que ponen a la melodía antes que al ritmo en un pedestal. Hip hop Clase de Queens del 94. Además, tiene cortes como “Pobreza”, que reflejaban un ideal creativo fuera de la caja, al incorporar un sonido que se acerca de manera peligrosamente sospechosa al hip hop más cercanos a nuestros tiempos.

El OMW se fue diluyendo con el paso del tiempo entre discordias, beefs no necesariamente atendidos, y asuntos que llevaron su cabeza hacia lugares fuera de la libreta. Hoy en día, no hay claridad ni testamento sobre el presente –ni tampoco sobre gran parte del pasado– del proyecto precursor.

Santa RM - Mala ortografía (2012)

Actualmente y ya desde hace muchos años, ha quedado claro que la duela más importante en donde se desarrolla el juego del rap mexicano, en donde se suman los puntos y se forman legados de MVP y Salón de la Fama de acuerdo a cifras y estadísticas, es la que se pinta dentro de los terruchos audiovisuales de YouTube. La plataforma se ha convertido en el espacio de consumo más natural y sencillo –incluso más que los propios servicios de streaming– para la publicación, difusión y reproducción de hip hop en español, particularmente, debido a condiciones de acceso bien específicas para quien gusta del género y lo ingiere de manera regular. Es decir que, cualquier proyecto de rap en tu idoma que se jacte de ser serio comercialmente hablando, tiene sus videitos, temas y hasta discos en YouTube antes que en Spotify o en una tarima. Es como es.

Antes de reconocer a los fenómenos de masas que devoran plays y suman views a granel de casos actuales como Alemán, Charles Ans –ambos parte de este nuevo moldeado de audiencias desde el Noro–, Gera MX, C-Kan o MC Davo, se tiene que poner sobre la mesa el nombre de Christian Jesús Morales alias Caballero MC alias Santa RM de Nogales, Sonora. “El vato anduvo muy adelantado a sus tiempos”, dice el Mois sobre un personaje que, desde 2008 –aunque capitalizó su éxito tiempo después, en 2012– ya colocaba su proyecto en lo alto de MySpace con “Me Gustas”, un tema que pasó los 30 millones de plays en YT antes que nadie más en el país, como bastión de éxito.

Ese moméntum lo llevó a un concurso que le dio la oportunidad de materializar su primer maqueta en los Lebuque Studios de Barcelona bajo el ala protectora de un personaje que tiene experiencia de sobra en la manera de hacer conectar con multitudes un producto de rap, el español Porta. Mala Ortografía es el resultado de ese ejercicio, un LP que funciona como esfuerzo autoprobatorio y de madurez –”Tengo tan mala ortografía que si escribo bien lo noto”– y que demuestra los diversos doppelgänger que Santa puede adquirir con el micrófono en la mano, desde su prolífica y popular cara intrínsecamente romántica, hasta esa faceta más relacionable a su lugar de origen que retrata con densidad las angustias y desconsuelos de un joven envuelto en su coyuntura y su generación. El disco reúne elementos importantes de su narrativa, como su primer acercamiento a su sello de cabecera, JJ Entertainment, o la colaboración con socios comunes como Norykko, Smoky –otro prominente miembro de esa camada del Noro–, T-Killa y el propio Porta. Y bueno, el álbum representa de alguna forma el génesis de notoriedad del Noro como entidad creadora de rap. “Ese disco y Santa, fueron bien importantes pa’ que la gente empezara a voltear para estos rumbos, ya fuera de algo local”.

Sinalokos Tropa - Crónikas de Violencia (2008)

En 2008, el país se encontraba sumido en la crisis de violencia civil más alarmante de su historia. 5,661 muertos en el año. Un promedio de 15 homicidios diarios. Más del doble de asesinatos dolosos que los reunidos a lo largo de 2007. Todos y cada uno de ellos relacionados con la guerra contra el narcotráfico, emprendida en diciembre de 2006 por el presidente Felipe Calderón, que abrió un capítulo nuevo en la historia moderna de México a todos lo niveles –de lo político a lo social a lo cultural–, con particular relevancia en el noroeste del país –Sinaloa y Baja California fueron dos de los tres estados con mayor número de muertes en el sexenio–, donde desde hace más de tres décadas, la mayor parte de cárteles del crimen organizado ha formado su base de operaciones debido a su ubicación geográfica, de tierras ideales para la producción y protección de cultivos ideales, y también por su cercanía en el acceso a redes de distribución, principalmente a través del Pacífico y Estados Unidos.

Alrededor de ello, se ha creado una respuesta común retratada en la lengua, moda, artilugios, creencias, y, desde luego, la música, siendo en ese sentido su más clara vertiente el narcocorrido. Al nacer del mismo surco social, el hip hop también experimentó su propia variación nutrida por el rap chicano en un proyecto que condensado en Culiacán, Sinaloa, de mano de Don Pelón, Rakis XL, El Thurko y Jacks 67. “El estilo de Sinalokos Tropa es único. Sus rimas, delivery y slang hace que por momentos pienses en el corrido más que en el rap”, dice Elote el Bárbaro, también sinaloense de los Mochis.

Relatos de la Ciudad Funeral. Narraciones de la guerra. Asesinatos, ejecuciones, corrupción, tráfico de drogas, secuestros, fosas, mantas, nota roja, tranzas, bolsas en el pavimento. El retrato de una realidad –no necesariamente alegórico– vertido en “Crónikas de Violencia”, material de estudio de Sinalokos que llega al punto más alto en la construcción de su identidad, y el disco que reproduce de manera más efectiva el contexto sociopolítico del Noro en el último par de décadas. Además, el álbum cuenta con otros logros relevantes que suman a su legado, una vez que fue editado por el sello Border Brothers, que le añadió seriedad y recursos a la elaboración del LP, a la vez que tiene colaboraciones de nombres notables en el rap chicano como Crow y Cynic de Street Platoon, quien también metió mano en proyectos de Psycho Realm, lo cual no era cosa menor para la época.

Tavo Ice - Arrestado (2001)

Tavo Ice es otro nombre que resbala con especial delicadez dentro de los paladares de quienes hacen o consumen rap en el Noroeste del país. “Es uno de esos casos donde es difícil tratar de definirlo de manera exacta. Es una rareza en el sentido positivo: voz única, una personalidad imponente, un estilo inconfundible y una pluma práctica y certera”, es como Elote, contemporáneo de Tavo, describe el estilo de un icono de Hillo tanto como un jodido burro percherón o la H naranja en la frente, quien ha corrido a través de una larga línea del tiempo, siempre con la visera de la snap cubriendo la vista y manteniendo un bajo perfil dentro del subterráneo, con el estatus implícito de ser un emece de culto local de esos que le dan forma a la personalidad y carácter raperíl de una ciudad.

Es en esa construcción de identidad, no tan general ni tan empapada de símbolos de la cultura popular hermosillense, Arrestado –totalmente casero, grabado, producido y maquilado en el cuarto de “Mois” Mendoza– es un santo grial que traspasa lo básico. En él, se narran las calles de ‘Chilo y sus códigos, la realidad cítrica y agridulce de una ciudad –pequeña, en términos de los lugares y los contextos comunes que se comparten en ella– en la que las fiestas, los parques, los amigos, las morritas, los amigos, el barrio, la cerveza, la mota, adquieren una dimensión más saboreable, para bien y para mal. Así, se entregan testamentos del empirismo banquetero como “Soy Una Imagen” o “Pirañas”, hasta otros temas donde se jode de manera más ingeniosa con el arrogante yo como en “El 12avo Mes” o “Duro Como el Hielo”. Además, el disco es uno de los compendios prácticos que ejemplifican de manera más entera la transformación del idioma y el acento en la tierra de los naranjos y las espigas.

El Faraón, cuyo mito comienza con un bombo y una tarola regalados que lo llevaron a formar parte de una de las agrupaciones seminales del rap sonorense, Propiedad Privada, le dio su propio valor, serio y cerebral, al cholerismo gestado desde el Noro que posteriormente ganó densidades menores de adeptos en puntos claves del país, lo cual por sí mismo tiene su mérito porque se trata de uno de los pocos escupidores de la región que gestó su hype –mayor o menor– desde ahí y sin la necesidad de tener que explorar otras junglas de mayor oportunidad.

West Gold - West Gold (2018)

Hablar del West Coast como la regionalización de un género es simplista. Estamos hablando de un ente, de un personaje, un protagonista de la historia del hip hop como movimiento social y cultural, y de un titán que tomó los años 90 por el cuello y caminó a lo largo del planeta dejando células infectadas en diversos puntos del globo. Una de ellas es en realidad la extensión natural ––geográfica pero también artística–– a lo largo de la costa occidental mexicana, conectando Sacramento y Colima por una ruta que corre por diversas plazas donde el low rider brinca igual bajo el abrumador sol del Pacífico.

Así nace West Gold, un súper grupo de ––cada vez menos–– rookies con tres ladas distintas que heredan la esencia del G-funk en una práctica reinterpretativa más que de apropiación, clavándole al sonido popularizado por Dre el filero propio de la cuadra mexicana, siempre fino, malandro, fresco y a la orden. Jarabe Kidd y iQlover (que a la vez forman KingZoo) de Ensenada, Robot de Mexicali, y Poofer de Manzanillo son los cuatro órganos bajo los que respira la W dorada, formada en Guadalajara bajo el brazo protector de DJ Lokiuno de Jamgle Records y Santa Suerte Music.

Los niños trofeo comenzaron a hacer ruido hace ya un par de años tras tirar su primer jab junto a Akapellah en “Holiday”, a los cuales siguieron algunos ganchos a la par de nombres como Eptos Uno y Alemán, hasta que en enero pasado llegó el upper del knockout en su primer material en forma, West Gold. 20 tracks que atestiguan lo que ningún otro ejercicio de gangsta-funk mexicano había logrado de manera tan orgánica. La izquierda de oro brilla gracias a la esencia clásica de Long Beach de sintes melódicos, coros vocalizados, y ritmos suavecitos como mantequilla en el pavimento, aunque también logra acoplar otra clase de juegos más cercanos al trap y al rap cholero, creando una monografía completa de la costa tumbada en la pluma. Si al guiso le añades elementos como guiños a Snoop, Nate y Quik, y conexiones con Perú, Venezuela, España y Chile junto a Norick, Willie DeVille, Foyone y NFX ––entre otros––, el resultado es un LP espeso en vitaminas y flava.

Bonus (Compilaciones y EPs)

Rima y Razón - Seis Dos Produccionez (2004)

Como alternativa a una entonces inexistente industria alrededor del rap –no solo en el Noro pero también en el resto del país–, que hacia compleja la tarea de componer, grabar, producir y, no digamos, maquilar un disco, los compilados se convirtieron en la mejor y casi única manera de acomodar la música de bombo y caja dentro de un compacto, generándose así una cultura de consumo menor alrededor del compilado que permeó a lo largo de la región, con los famosos discos Rapza como cabeza nacional del fenómeno. Aunado a ello, la opción permitía visibilizar el surtido de talentos que conformaban un espectro, de tal forma que no solo se trataban de trabajos de materialización creativa, sino también de difusión, comercialización, y, en menor medida, profesionalización.

En el caso del Noro, uno de los esfuerzos iniciales de este tipo llegó de la mano de Lenin Peña, Moises Mendoza “Mois” y Drez Fragoso, protagonistas del hip hop en la región mediante frentes artísticos y mediáticos distintos, todos parte, directa o indirectamente, del proyecto difusor de mayor relevancia para el hip hop manufacturado en la esquina desértica de México, Rima y Razón, programa de radio iniciado en 2003 con base en Hermosillo, Sonora. Con la lada de la Ciudad del Sol como nombre y coincidiendo en lanzamiento con el primer aniversario de RyR, el Seis Dos fue un primer esfuerzo unificador para el rap de la costa izquierda, contando con los tres nombres antes mencionados como productores, y con los pesos más pesados de esa camada inaugural de escupidores de Sinaloa, Sonora y la Baja Sur encargándose de la pluma: Muelas de Gallo, Swindoe, Atake FDD, Drez, Elote el Bárbaro, 362 Rappaz, Eypa Penta, 3 PM y Kbn.

“Fue el debut de Lenin Peña en cuanto a producción de hip hop, lo que le valió convertirse en uno de los productores más solicitados por los raperos de esta región del país”, cuenta Elote, quien aporta al compilado con “Aromas”, “El Aftershow” junto al Drez, y “El Paredón” con Mü, tres temas de amplio valor canónico. A la postre, se materializarían diversos ejercicios más de este tipo, destacando los compilados Vol. I y Vol. II de Rima y Razón, de carácter similar a su antecesor –considerado el Vol. 0– y lanzados en 2008 y 2011, respectivamente.

Lenin Peña - VII - VII (2006)

Siguiendo la estela de referencia dejada por Seis Dos, es necesario retomar la conversación alrededor de uno de los personajes clave en la construcción del rap del Noro. Lenin Peña tiene la peculiaridad de no ser nativo de esa región del país –de hecho, es capitalino– y de haber aterrizado en el desierto cuando el hip hop ya tenía sus cimientos puestos, allá en inicios de los dos miles. Aún así, entendió el asunto eficaz y rápidamente, de manera que ahora mismo y mirando en un espejo hacia el pasado, Lenin puede ser considerado el productor definitivo del rap del Noro, a pesar de formar parte de una larga y avezada escuela de magos regionales del ProTools como Taxi Dee, Dr. Zupreeme, Bobby Bass, o el propio Eptos, por mencionar algunos. Bajo ese estatus, ha colaborado básicamente con todos y cada uno de los emeces del Noroeste, y también con otros importantes nombres en el juego mexicano y de Latinoamérica.

“Los hombres o son buenos o son malos”, es la frase que da pie al álbum conceptual –aunque más bien se trata de un compilado temático– que Lenin produjo allá en 2006 para darle inicio formal y en solitario a las actividades de su changarro, Lenin Producciones. VII-VII aborda en dos mitades de siete tracks cada una, separadas por un telón de intermedio, los pecados y virtudes –contrarias a los pecados– que le dan sentido y volumen al ser humano. Para ello, desarrolló un trabajo creativo alrededor de una idea donde se hace valer de un pulcro manejo de samples que funcionan dentro del discurso, con una instrumentación que abona en el aura sacramental del material, entregando este incienso que se prende en el ritual autorreflexivo a las 3 de la mañana con la capucha puesta. Para la parte lírica, se hace valer casi en su totalidad de artistas representanes del propio Noro: Obregón (OMW, Obson Clan, S doble R, Luistyle, Guerrillero 777 y Santos y la Mata), Hermosillo (3PM, Pacto Sonoro, 362 Rapaz, Atake FDD, Gerardo Peña, Letra J, Drez), Sinaloa (Elote el Bárbaro) y de la Baja Sur (Muelas de Gallo de la Banda Bastön); con la excepción de Pakal quien fue invitado especial y es originario de Quintana Roo.

El valor de VII-VII como piedra fundacional de la figura y sonido de Lenin, después de dar sus primeros pasos junto al “Mois” y Drez, es la que justifica su presencia en esta lista. Además, es una exhibición fehaciente de que los recursos del saber y la disciplina –Peña es parte de una familia de músicos de la cual recibe su herencia como multiinstrumentista más que como simple beatmaker–, son capaces de sobreponerse a los recursos técnicos y económicos.

Vicky MC - Para empezar (2005)

La figura de Vicky MC es enigmática. Una entidad que resulta sumamente familiar para los veteranos del rap en el Noro, pero prácticamente invisible para el resto del país y el consumidor de reciente acercamiento al género. Es decir, una femcee de carácter genuinamente esotérico, adjetivo que se hace todavía más grande debido a ciertas propiedades que abonan en su misterio, como la casi nula información gráfica y textual que existe alrededor de ella en el monstruo de la web, y también debido a su retiro temprano y desconocido del mundo de la creación artística.

Para empezar es el único material en forma que existe sellado bajo el nombre de Vicky, aunque se encuentra en este apartado debido a que no cabe dentro de la definición estricta de álbum. Se trata más bien de una especie de compilación de tracks y colaboraciones de su autoría que fueron extraídos desde otros lugares, para reunirlos y elaborar un volumen de carácter arbitrario que, según las voces reunidas alrededor de ella, fue editado por alguien más y no necesariamente por ella. “Me consta que Vicky, a quien quiero y admiro entrañablemente, por encima de cualquier aspecto artístico, nunca dijo ‘voy a meterme a un estudio a hacer un disco’”, cuenta Elote, personaje cercano a la rapera de Obregón.

Descritas esas condiciones, es imposible pasar de largo del mito de Vicky, siendo este material de 11 tracks –donde 10 son colaboraciones junto a otros bastiones del Noro como Elote, Spooky, Bazooko, La Banda Bastön, El Padrino, por mencionar algunos– uno que reúne en la medida necesaria los momentos más importantes de su carrera sobre el beat. Ahí está “Victoria o Derrota” con el Barbarito, quizás su track más celebrado a la fecha, o “Nuestro Andar” junto a Mü y Dr. Zpr, de donde nace el proverbial grito de que “Bastön no está en la casa, está en el aire”. “Lo platicábamos el otro día el Muelas, el Elote, el Zupremo y yo, que el fenómeno de la Vicky sigue estando muy loco. Apenas hice un especial de puro rap de mujeres y las canciones que más pedía la banda eran las suyas. Han pasado diez o quince años y la gente se sigue acordando muy bien de ella”, platica el “Mois”.

Obson Clan - Clan de los locos (2005)

También como parte de la nutrida mata que Obregón durante el cambio de milenio, es necesario hablar del Obson Clan. Una triada de personajes que respondió a la movida que comenzaba a gestarse en el estado, con la que crearon un circuito de eventos y cómplices que fueron parte clave de su consolidación como un fenómeno local especialmente desarrollado alrededor de las rapeadas. Digamos que, todos los barrios sonorenses sabían, y a la fecha saben, del rap del Clan.

De manera similar al caso de Vicky, el material más valioso que tiene el Clan en términos de la formación de su identidad y de las entregas que reúne, Clan de los Locos, apareció como un álbum que no contó de manera entera con su autorización para ser lanzado, por lo que no podría decirse que como tal forma parte de su catálogo. Pero debe ser incluido aquí porque ese malandrismo explícito a la vez que elegante y de alguna forma cómico y ocurrente que patentaron Perro Loco, Spooky y el LTG en su mejor momento, está expuesto aquí.

Y es que con el paso del tiempo, el Clan fue modificando su alineación y en cierta manera también su estética sonora, de tal forma que la esencia original del trío quizás solo pueda ser rescatada a través de este material. Según narra el Elote, quien fuera parte clave del círculo del Clan en esa fructífera etapa de toquínes constantes, “el que más escribía ahí era el Perro Loco, básicamente podría decirte que sus canciones más exitosas las hizo él y las repartió a su grupo. Al poco tiempo tuvieron diferencias y se salieron algunos y entraron otros, después otra vez, se desfiguraron rápidamente”. Hoy en día, la agrupación mutó a un proyecto que lleva por nombre Don Malhablo, donde permanece como único miembro original el Spooky.

Mención honorífica

La Banda Bastön - Luces fantasma (2017)

Aunque desde hace casi dos décadas, Aníbal y Gonzalo, Muelas y Zupremo, dejaron su casa en Ciudad Constitución, un poblado agrícola de menos de 50 mil personas en la Baja Sur para mudarse a la capital del país y formar parte del crew de mayor notoriedad en el centro de México –la Vieja Guardia–, La Banda Bastön es el acto más sobresaliente y trascendental surgido en algún punto de la geografía y la línea del tiempo del rap del Noro. En palabras de Elote, “son el acto más representativo en cuanto a lo que un acto de hip hop de acá, y de México en general, ha podido llegar”.

Dentro de ese mito, Luces Fantasma es la epítome. La cima más alta. El Everest del rap desértico pero también mexicano, y si alejamos el zoom, quizás también de América Latina. Y aunque Bastön tiene materiales cuyo impacto en el Noroeste fueron mucho más notorios –como el EP, Envuelto en Humo– o cuyo rol ha tenido una injerencia directísima en el moldeado de identidad del rap de la región –como su disco debut, Todo Bien–, simplemente no se puede ignorar la significancia que Luces tiene como producto cúlmen de una concepción artística añejada por décadas, por su impecable y cuidadoso trabajo estético donde cada sílaba está incrustada cuidadosamente y con sentido en el instrumental y donde cada instrumental lo hace también sobre cada sílaba, y por las variadas y extensas formas en que la lengua con filo de Mü y la construcción de paisajes del Dr. Zpr se mezclan para dotar de nuevos ángulos la manera de percibir al mexicanismo como personaje. Las barras sucias de manteca pop en “Loco”, la deconstrucción del ego personal en “Oro”, la encarnación en primera persona de la alegoría criminal en “Hasta la Muerte y Después”, el trato guapachoso y con doble ingenio de “Haces Mal”, la edificación y destrucción de nuevas capas mentales de “Cárcel”, o la amplitud de rangos y alcances sonoros que se alcanza en “Miénteme Más, son solo algunos ejemplos puntuales del argumento que coloca al disco aquí, como mención honorífica.

Y bueno, a pesar de la lejanía, de haber creado, producido, procreado y parido todos sus materiales radicando ya en la Ciudad de México, queda de manifiesto –en este trabajo quizás en menor medida que en otros– que Bastön nunca ha cortado del todo el cordón umbilical. “Tienen impreso el Noro, con el acento, el slang, la actitud, la manera de ser de Muelas y de Zupreme. Sus aportaciones tanto en tracks propios como en colaboraciones o en producción de bases son de un valor nutricional incalculable para la escena del Noro”, concluye el Elote. Y no podríamos estar más de acuerdo. Larga vida a Bastön, y a la esquina dorada y soleada de nuestro hermoso México.

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