Un chapuzón en la alberca me hace recuperar la conciencia.
Son las cinco de la tarde en una finca ubicada al sur de Monterrey, capital del estado norteño de Nuevo León. La temperatura ronda los 30 grados y no hay una nube a la vista que haga sombra para resguardarse del sol característico del norte. En cuanto emerjo del agua escucho una voz que dice mi nombre y pregunta: “¿Quieres mota?”
La generosa oferta viene de Sam, un cultivador de la Ciudad de México que, al igual que muchos de los mejores productores del país, viajó hasta Monterrey para competir en la Copa del Norte realizada el 20 de abril, el día de los pachecos. Llevo alrededor de cinco horas (y dos días) fumando bajo el sol, pero después de sumergirme en el agua fresca estoy listo para aceptar su oferta. Después de todo, no todos los días se pueden probar las mejores marihuanas y extractos del país, de la mano de sus creadores.
El objetivo principal de una copa cannábica es convocar a los cultivadores de una región a presentar una muestra de sus mejores flores y extractos para que un jurado de expertos las evalúe, compare y elija aquellas con las mejores características. Surgidas a finales de los años 80 en Ámsterdam, las copas cannábicas han aumentado su popularidad a nivel mundial y se realizan periódicamente para dar un reconocimiento a las mejores producciones de la temporada. México tuvo su primera edición en marzo de 2018 y a poco más de un año de haberse celebrado, el comité organizador decidió traer la Copa al norte del país para propagar la cultura del autocultivo por diferentes regiones de México.
“El movimiento cannábico está muy centralizado. La mayoría de los eventos se llevan a cabo en la Ciudad de México, en Guadalajara o en el Bajío. Por eso la necesidad de hacer algo acá en el norte”, comenta Alonso Fumanchu, uno de los organizadores de la Copa. “Uno de los objetivo de la Copa es seguir promoviendo la cultura cannábica y el autocultivo a lo largo del país”.
La cata
El evento central de la copa se lleva a cabo el sábado 20 de abril. Sin embargo, tanto los jueces como las muestras se reunieron desde un día antes en el centro de Monterrey para llevar a cabo la cata que decidiría a los ganadores. Ahí, en la sala de una casa acondicionada especialmente para la ocasión, un jurado de seis hombres y dos mujeres se darían a la tarea de observar, oler, desmenuzar, fumar, y calificar las diferentes muestras provenientes de Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México, Sonora, Morelos y el Bajío.
“Este año pudimos ver una notoria mejoría de las muestras”, me dice Dani Grower, organizador de la copa. “El nivel aumentó bastante, y no solo en las mejores, sino todas las muestras en general. El año pasado hubo muchos extractos que ni probamos y flores que no valían la pena”.
El valor de una Copa reside en gran medida en la complejidad logística de montar un evento —en México, el consumo y el cultivo de marihuana siguen siendo ilegales—. Sin embargo, para que un evento así tenga legitimidad, se deben tomar en cuenta la convocatoria de las muestras y los jueces. Por ello, Dani me comenta que invitaron jueces de Latinoamérica para juzgar el evento y además lograron una alianza con la Copa Farallones de Colombia para que uno de los ganadores de la Copa del Norte represente a México en aquella competencia sudamericana.
Las muestras se dividieron en cinco categorías: flor de interior, flor de exterior, rosin, extracto sin solvente y extracto con solvente. En total participaron 17 muestras de flores y 17 muestras de extractos que fueron colocadas en frascos genéricos y etiquetadas con números de serie para evitar cualquier tipo de sesgo. Una por una, desfilaron por la mesa de jueces, quienes primero analizaban el producto con un microscopio, lo olían y lo apretaban, rolaban un porro que probaban apagado y finalmente lo fumaban para definir una calificación. Finalmente se hacía un promedio de cada muestra considerando los diferentes aspectos calificados.
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Alrededor de las seis de la tarde, el jurado comenzó con las muestras de flor de exterior para terminar con el último extracto cerca de la una de la mañana.
“¡La cata fue pesada!”, me comentó Gastón Durana, cultivador argentino radicado en Uruguay y catador de marihuana invitado como juez a la copa. “Es una misión. Para el final yo tenía que estar saliendo al patio para tomar aire. Además el número de muestras a probar en el tiempo que teníamos hizo que fuera muy intenso”.
Tras horas de consumir marihuana, y con los ganadores seleccionados, era momento de dormir y prepararse para el día de la premiación.
La Copa
Si bien la premiación es el momento más esperado del evento, las copas cannábicas funcionan como espacios de intercambio cultural entre cultivadores y extractores de diferentes regiones. Por ello, los organizadores de esta copa decidieron realizar la premiación un día después de la cata, de modo que los participantes y los jueces pudieran convivir en un día dedicado el cannabis, e intercambiar comentarios generales para mejorar las técnicas de cultivo y extracción.
La finca donde se lleva a cabo el evento se ubica a 50 minutos del centro de Monterrey. Pero para llegar, los asistentes debieron hacer un pre-registro, para que el día del evento se les proporcionara la ubicación de un transporte que los llevaría al lugar. Cultivadores mexicanos, extractores estadunidenses, criadores colombianos, jueces argentinos: alrededor del mediodía los primeros invitados al festín comienzan a llegar, cargados de cangureras y lentes oscuros, preparados para una intensa experiencia cannábica.
El espacio consta de una casa, que sirve como centro de operaciones, y un gran jardín colindante. En el jardín es donde todo ocurre. Hay un área con alberca y asador —donde se preparan tacos de carne asada—, un escenario, un área de masajes y dos secciones con stands en donde iniciativas cannábicas mexicanas muestran sus productos. Ahí se pueden encontrar muchas de las flores y los extractos que compitieron en la Copa, así como semillas, comida infusionada, pomadas, y hasta un kit casero para hacer tus propias extracciones.
Bajo el radiante sol regiomontano, una centena de cultivadores, extractores, activistas, chefs y aficionados del cannabis caminan de puesto en puesto compartiendo flores y experiencias con el resto de los invitados. Mientras algunos cambiaban marihuana por pipas, otros más compraban cogollos y extractos para llevar. Los jueces daban retroalimentación a los participantes, mientras preguntaban sus secretos de cultivo y extracción.
Después de seis horas fumando sin parar, mi cabeza está caliente y mi cuerpo fatigado. Decido aventarme a la alberca para refrescarme y continuar con el intercambio cultural.
La fumadera no para. Pero después de nadar un rato y comer un moncho, doy una última vuelta por el jardín antes de que anochezca y llegue la hora de la premiación. Uno de los organizadores sube al escenario y comunica que es hora de anunciar a los ganadores. Los invitados se juntan frente al escenario y la emoción se vuelve palpable. Entonces, los jueces suben al escenario y uno por uno hacen comentarios generales de la cata: el nivel ha mejorado desde la última competencia y se puede ver una mayor diversidad en los productos.
Al finalizar, los jueces abandonan el escenario para que uno de los organizadores anuncie los premios, una categoría a la vez. Empezando por las flores, a cada juez le toca anunciar al ganador de una de las categorías. Uno por uno, los cultivadores y extractores ganadores pasan al escenario a recibir un trofeo en forma de copa. La emoción y la satisfacción en sus caras es notable: cultivar una planta de marihuana puede llevar entre cuatro y ocho meses, y producir un extracto es un proceso aparte. Esto, sin contar el conocimiento y la experiencia necesaria para sobresalir entre los mejores. Para cada categoría, los ganadores de la Copa del Norte fueron los siguientes:
• Mejor flor de exterior - Destroyer, por Volcanna Organics
• Mejor flor de interior - Cali Cookies, por Teonanacatl Farms
• Rosin - Headbanger, por Doe Extracts
• Extracto sin solvente - Dry syft rosin sauce, por Doe Extracts
• Extracto con solvente - Barry White BHO, por Extractos del Trópico
Tras anunciar a los ganadores la atención se centra en los productores, que con gran orgullo aceptan felicitaciones mientras explican a detalle cómo lograron sus flores y sus extractos. Aunque el ambiente es festivo la gente se nota cansada. Algunos comienzan a irse mientras otros intercambian teléfonos. Es como el final de una fiesta combinada con el final de un congreso.
Más allá de la premiación, los asistentes parecen satisfechos tras un día de convivencia cannábica con los mejores productores del país y sus más novedosas creaciones. Para cerrar la noche un pequeño grupo de personas prende un porro gigante, de esos que se hacen con papeles especiales. Es el final de la copa pero no de la competencia. Algunos anuncian de broma que ganarán la siguiente edición mientras otros aseguran que empezarán a cultivar. Se acaba el porro y los últimos invitados se despiden. Habrá otra Copa en octubre, pero por el momento las mejores marihuanas y extractos del país fueron seleccionados por un grupo de personas dedicadas a mejorar la calidad de la marihuana y difundir las bondades del autocultivo.
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