Lucía y Efrén se conocieron en la universidad. Amigos en común los presentaron y meses después se habían hecho novios. Él era cinco años mayor que ella y vivía con su tía. Ella comenzaba a rentar un departamento que compartiría con Efrén dentro de poco.
Durante los cuatro años de relación que llevaban, Lucía nunca vio nada que le hiciera sospechar de la oscura pasión de su novio. Diversos especialistas explican que no es fácil detectar a un pedófilo, ya que no hay un perfil exacto que los defina. Pueden ser de cualquier edad y estrato social, con físicos tan diversos como ocupaciones o contextos familiares.
Lo único peculiar que Lucía recuerda es que a su entonces pareja le apasionaba la deep web y de vez en cuando veía películas gore, terror con violencia extrema, que ella no soportaba. Llevaban una relación con altas y bajas, pero habían creado una zona de confort hasta el punto en que el sexo entre ellos dejó de existir. Lucía incluso tuvo otra pareja sexual por casi un año, por la que Efrén nunca puso oposición.
Con el correr de la relación, la pareja también se convirtió en sociedad laboral. A Lucía le encargaron un proyecto en el despacho donde trabajaba, mientras que a Efrén le había pedido remodelar una casa. De esta manera, pasaban cada vez más tiempo juntos.
Un día, Efrén salió del departamento para pagarle a los obreros que les ayudaban con casa. Ella se quedó para hacer papeleo administrativo y como su máquina no servía se le hizo fácil buscar unas facturas en la de Efrén. Entonces fue a la carpeta de descargas, donde vio algo extraño a lo que dio click. En el poco tiempo que estuvo en la computadora, alcanzó a ver que su novio tenía una carpeta con más carpetas dentro, todas numeradas, llenas de videos similares: había niños con niños, adultos ultrajando a menores, bebés de meses... Lucía afirma que nunca podrá olvidar la cara de los pequeños.
Cuando Efrén regresó al departamento, y al ver la cara llena de lágrimas de Lucía, le preguntó qué había visto. Sin embargo, a pesar de que Lucía lo confrontó, él no confesó nada. Afirmaba que el material se había descargado solo, junto con unas series. Finalmente, después de horas de discutir, Efrén confesó que no sabía que lo que había hecho estaba mal.
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Olivia Guerrero, educadora sexual de la Asociación Mexicana de Salud Sexual (AMSSAC), explica que “un pedófilo es alguien que tiene una sociopatía, que solo buscar satisfacer sus necesidades y no piensa en el dolor que puede causar a terceros, que ve como objetos”. Los pedófilos tienen claro qué está permitido y qué no, y saben que ese tipo de conductas involucran una sanción, aunque justamente eso es parte de lo que les excita, añade la especialista.
En México el problema de la pedofilia es severo. El país ocupa el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual infantil y es el tercero en delitos cibernéticos relacionados con la pornografía de menores, según registros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Guerrero dice que es importante diferenciar entre pedófilos adultos y jóvenes, pues estos últimos no son siempre sociópatas. Entre los casos que han pasado por AMSSAC, los especialistas han logrado identificar que los menores infractores generalmente son influenciados por la gran cantidad de mensajes sexuales a los que son sometidos diariamente. A eso se suma la gran falta de educación sexual en los hogares mexicanos.
Lucía cuenta con cierta pena en la mirada que, tras el suceso, su relación con Efrén continuó por un año. Los primeros días, ella no podía salir a la calle. Pasaba el día entre dormida y llorando y dejó de ir a la escuela. La culpa no la dejaba.
Inicialmente, a ella le dolió saber que no lo conocía. Después ese sentimiento se convirtió en culpa y luego en responsabilidad: “Debía ayudarlo”, explica la joven de ahora 32 años.
Sin embargo, un día, meses después, Efrén le anunció a sus padres que pronto vivirían juntos. Esto fue como una alarma para Lucía, quien pensó que no quería compartir su vida con alguien así. En ese momento, recuerda, lamentó no haber actuado antes y haber gastado un año entero de su vida tratando de que él resolviera un problema por el que no se preocupaba. Entonces terminaron.
Un año después de cortar, Lucía hizo una denuncia cibernética de manera anónima, para ver si las autoridades podían hacer algo, pero no le dio continuidad, pues no tenía pruebas. Tras el suceso, le dijeron que era necesario formalizar la demanda en el Ministerio Público, pero ella tenía miedo que él se pusiera en alerta, así que empolvó el asunto.
“Las cifras oficiales son unas y las negras otras. Lamentablemente, la corrupción y la impunidad que opera en nuestro país hacen que este delito se desarrolle mucho”, explica sobre la pedofilia el experto en derecho penal Israel Trujillo. Asimismo, el abogado añade que la policía cibernética ha significado un gran avance en la denuncia del hecho, especialmente de manera anónima, aunque las redes de pornografía infantil se mueven en la oscuridad, y sus entramados les han permitido quedar impunes en muchas ocasiones, señala.
Tras la separación con Efrén, Lucía se encontró con él dos veces más en fiestas. En una este le dijo que ya iba a terapia y que entendió que lo que había hecho estaba mal. También le dijo que con la psicóloga se acordó que años atrás a él le había pasado algo, pero ella cortó la plática diciendo que no había excusas para su comportamiento…
Aún hoy en día, los expertos no han encontrado una respuesta clara para explicar la pedofilia. Sin embargo, muchos concuerdan en que que las experiencias nocivas pasadas en el terreno sexual podrían conducir a una persona por los oscuros caminos de pedofilia. Lo que es seguro, es que muchos pedófilos han encontrado en foros y chats, una manera de acceder y compartir información sin ser detectados por las autoridades.
Nico Barya https://ift.tt/eA8V8J
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