Artículo publicado por VICE Colombia.
Desde la semana pasada, la selección femenina de fútbol de nuestro país, tanto del equipo juvenil como del equipo de mayores, está en la mira de medios y opinión pública por las razones incorrectas. Me refiero a que está en el foco de la escena los casos de acoso sexual, laboral, cobros ilegales, falta de financiación y censura que se han destapado en los últimos días.
Las denuncias comenzaron a mediados de la semana pasada, cuando dos jugadoras del equipo de mayores, Isabella Echeverri y Melissa Ortiz, publicaron un video en redes sociales denunciando el mal manejo que se hacía de esta división, y que incluía cobrarles a las profesionales por hacer su trabajo, hacer convocatorias paralelas que no tenían viáticos y no tener financiación. Incluso, una de ellas, denunció cómo le cobraban por su propia camiseta. Con el hashtag #MenosMiedoMasFutbol, las jugadoras hicieron conocer varios de los abusos que se cometían en esta categoría, sobre todo, mientras Felipe Taborda era el director técnico del equipo.
Estas denuncias fueron respaldadas por personas como Carlos González Puche, presidente de la Asociación de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), quien afirmó la semana pasada que Luis Bedoya, expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, les recortó en su momento los viáticos a las jugadoras cuando estaban en preparación. Luego, según él, después de clasificar al Mundial de Canadá, la Federación les prometió 10 millones de pesos, que resultaron siendo seis. "En su momento (...) nosotros le mencionamos el tema y se molestó (...) según los dirigentes, las niñas no pueden reprochar nada porque el fútbol femenino no da plata", afirmó González.
Casi al tiempo, otras dos jugadoras de la selección Sub-17 denunciaron a través de una publicación de La liga contra el Silencio graves casos de acoso sexual dentro del equipo en contra de dos nombres específicos: Didier Luna, entrenador de la selección, y Sigifredo Alonso, quien fue preparador físico del equipo hasta mediados del año pasado, cuando lo sacaron, dicen ellas, por la gravedad de dichas denuncias. “Pero de todas formas quedó el director técnico, un tipo que tenía ciertas actitudes con las niñas como cogerles la cola, intentar besarlas, escudándose debajo de una figura paternal. Un chantaje psicológico por el cual muchas de ellas no han hablado todavía”, afirmó una de ellas.
Paralela a las denuncias de las jugadoras de ambas categorías, Carolina Rozo, exfisioterapeuta, también denunció haber tenido a finales de 2017 “un inconveniente con el señor Didier Luna por acoso sexual y laboral”. Según la fisioterapeuta, luego de rechazar varios ofrecimientos indebidos de corte sexual por parte de Luna, este empezó a acosarla laboralmente, admitiéndole incluso en un momento que el acoso en contra suyo era personal.
A pesar de la gravedad de todo esto (que ojalá cale hondo, como para destapar la olla podrida que parece ser), Álvaro González Alzate, el segundo vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, no tuvo ningún problema en decir, el pasado 19 de febrero que “en los 36 años” que lleva de dirigente “no he conocido una queja, una denuncia o un reclamo” relacionado con ninguno de estas problemáticas denunciadas en el fútbol femenino. “A uno le dicen, le cuentan. Llegan un par de líderes negativas que no están para solucionar problemas, sino para tener grupitos y predominar sobre el resto”.
Paralelo a esas "réplicas" de González, varias jugadoras se unieron en redes con el hashtag #PorTuBuenNombreDidierLuna, defendiendo al entrenador de las denuncias. Según varias de ellas, nunca se sintieron acosadas por Luna y lo respetan mucho por “la entrega que ha tenido hacia el fútbol femenino”.
Un reportero deportivo que habló para la denuncia de la Liga contra el Silencio, y que negó a dar su nombre (como todos: así está la cosa, todos temen repercusiones) afirmó que no es raro ver ese tipo de "cambalaches" durante la carrera de las jugadoras, una dinámica que en realidad es muy normalizada en nuestros mundos laborales. Desde el comentario desdeñoso, pasando por el soborno laboral, el acoso sexual en todas sus formas y tamaños, el acoso laboral como castigo cuando no aceptamos una propuesta que no se nos da la gana de aceptar… Este es el pan de cada día para muchas de nosotras, y, en este caso, a las futbolistas de nuestro país les ganó más el hartazgo que el miedo, y decidieron por fin denunciar.
Sin embargo, como casi siempre sucede cuando las mujeres denunciamos las cosas que nos afectan en los trabajos, o en las casas, o incluso ante la Fiscalía, la respuesta de la Federación ha estado por debajo de paupérrima. Hoy González, uno de los hombres con mayor poder dentro de todo este caso de presunto acoso y abuso, declaró en el periódico La Patria, de Manizales, que no creía que fuera algo serio por parte de las futbolistas hacer denuncias públicas: "sobre supuestos hechos ocurridos, sin ningún documento probatorio y, precisamente, cuando no lo hicieron mediante escritos legales ante la Federación". Según González, tanto Luna como Alonso están preparando contrademandas por difamación y calumnia contra las jugadoras.
Para González, estas denuncias, que incluyen un intento de abuso sexual a una menor de edad, hacen parte de un "afán desmedido de figuración y protagonismo inmerecido".
Incluso, aseguró que tres grandes empresas, que según él estaban presentando propuestas comerciales para patrocinar a la Federación Colombiana de Fútbol, dijeron que se retiraban de la baraja de patrocinadores por el “escándalo público que las (denuncias) motivaron”. Así llama este señor a unas denuncias muy serias: escándalo.
“Ahí sí —siguió— quedamos bien graves y además muy tristes”. Luego dijo que ve muy lejos una consolidación del fútbol femenino profesional en el país, pues, según él, se necesitan como mínimo 25 clubes y 700 jugadoras; “¿Usted cree que hoy en este país tengamos ese número de jugadoras profesionales? Disculpe, no nos hagamos falsas ilusiones”.
Tal vez, señor González, usted es el que esté equivocado en todo lo que dice.
No necesito ser una experta en fútbol para argumentar sus equivocaciones. Tal vez, la razón por la que usted no ha escuchado ninguna denuncia en 36 años es porque muchas jugadoras han estado demasiado asustadas como para denunciar; por la falta de pruebas físicas, por el miedo a truncar una carrera en el fútbol, por amenazas por parte de los directivos, por no querer exponerse ante los medios y la Federación. Tal vez este conjunto de cosas pudieron llevar a muchas jugadoras a no denunciar formalmente ante la entidad, lo cual no significa que no haya pasado.
La declaración de González es una de las típicas respuestas que recibimos las mujeres cuando denunciamos: no nos creen porque no había pasado antes, porque, porque solo queremos llamar la atención o porque hay unas líderes negativas que influencian al resto como ha dicho en los últimos días el mismo directivo.
No es posible, señor González, que en vez de presionar a la Fiscalía por una respuesta, usted gaste su tiempo culpando a esas mujeres y niñas porque dizque unos patrocinadores se fueron ante un "escándalo". No sea descarado. Tal vez, señor González, a los que tiene que culpar es a Luna, a Alonso, a Taborda, y a quién sabe cuántos más técnicos, directivos y preparadores físicos que se han aprovechado de su posición para abusar de mujeres jóvenes que están persiguiendo el sueño del fútbol en un país que vanagloria el masculino.
Probablemente también sea mentirosa, o infundada, eso que usted dice de que no hay 700 jugadoras para ser profesionales. Piense. Tal vez lo que pasa es que la Federación no solo no ha dado el apoyo suficiente, sino que ha hecho lo contrario: quitarles los viáticos, obligarlas a pagar sus propios viajes, cobrarles por las copias de las camisetas que llevan sus nombres.
El columnista César Polanía dijo que “el fútbol femenino en nuestro país nació muerto y a nadie le duele", mientras hacía un recuento de todas las promesas incumplidas, de todos los fracasos que han tenido estas jugadoras debido a la Federación: ningún partido femenino fue preliminar de juegos masculinos, casi ningún partido se transmite por televisión, ningún equipo sigue estando obligado a conformar escuadras masculinas, los torneos duran tan solo dos meses, y aun así, sigue el columnista, nuestro querido presidente Iván Duque quiere postular a Colombia como sede del Mundial femenino en 2023.
Así no se puede, muchachos.
Ojalá más y más jugadoras dejen el miedo que las ha detenido para denunciar y empiecen a contar lo que realmente esté pasando: no solo en la Federación, sino en las escuelas de fútbol del país, en los equipos femeninos de varios equipos, en todas partes. Ojalá la selección femenina de fútbol y, en general, las mujeres que juegan fútbol en Colombia, empiecen a figurar por lo que toca, y no por los abusos que están viviendo.
*Si hay mujeres futbolistas con alguna denuncia relacionada a sus equipos, escuelas o la selección, no duden en escribirle a Nathalia Guerrero: guerrero.nathalia@vice.com
Esta es la columna de feminismo y género de VICE Colombia, un espacio para la construcción, la discusión y el debate acerca de lo que significa ser mujer en este momento de la historia, a través de vivencias personales y coyunturas políticas. Las opiniones de la columnista no reflejan ninguna postura del medio.
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