Artículo publicado originalmente por VICE Nueva Zelanda.
Todo empezó cuando tenía 18 años. Totalmente ajeno a los estereotipos y la controversia que rodean al hecho de ser blanco y llevar rastas, me animé a hacérmelas. Yo no era rastafari, pero me gustaba cómo se veían y respetaba la actitud y el estilo de vida de esa gente. Después de varios meses de dejarme crecer el pelo, fui a una barbería de Nepal en la que se necesitaron cuatro tipos con casi nada de experiencia y ocho horas para hacérmelas. Debo decir que fueron, por mucho, las ocho horas más dolorosas de mi vida.
Esa noche, mientras iba de camino al hotel, ya empecé a notar un cambio en la forma en que me trataba la gente. De por si, si eres extranjero en Nepal, te van a parar cada dos pasos para ofrecerte marihuana: “Disculpe señor, ¿quiere fumar?”. Bueno, pues cuando tienes rastas, te paran cada paso para ofrecerte hierba.
Usé rastas durante los cuatro años siguientes y poco a poco me fui acostumbrando tanto a cómo me trataba la gente que llegué a asumir que era normal. Pero el año pasado me las corté y entonces me di cuenta de que había estado viviendo en un mundo distinto al del resto de la gente. Esto es lo que pasa cuando tienes rastas.
Las chicas ligan contigo porque quieren tachar de su lista lo de “acostarse con un tipo con rastas”
“¡Me encanta tu pelo! ¡Es genial!”. Las primeras veces que te lo dicen te sientes de lo mejor, pero luego tienes que pasar mínimo unos minutos más platicando con esa persona si quieres acabar teniendo sexo. No vale la pena. Está cool llamar la atención, pero al final te cansas de que te traten como a una especie de trofeo exótico barato.
Automáticamente pasas a formar parte de la sociedad secreta de tipos blancos con rastas
Cuando te cruzas con otro tipo blanco con rastas, te das cuenta de que te saluda levantando una ceja y asintiendo levemente con la cabeza. Es como si de repente estuvieras en una especie de club secreto en que nunca te has inscrito y que te da mala espina,
La gente te preguntará, “¿De dónde conoces a ese tipo?”. No lo conoces. Simplemente se da la coincidencia de que tienen el mismo peinado, lo cual, al parecer, los convierte en amigos inmediatamente.
Tus rastas derribarán barreras sociales
Eso es lo único que echo de menos de usar rastas. El tipo de personas que normalmente asustaría a tu madre te tratará bien y será agradable contigo. Las rastas proyectan una imagen de persona buena onda y sin prejuicios, y gracias a eso conocerás a gente que de otro modo nunca conocerías. Se mostrarán superabiertos desde el principio y te contarán sus vidas, sus problemas y sus vicios secretos. Yo a lo mejor conocía a alguien y a los 10 minutos ya me estaba explicando su problema con la metanfetamina. Si no hubiera sido por las rastas, nunca me habría enterado de lo mal que la pasan algunas personas.
Te invitarán a fumar todo el tiempo
Siempre pasa cuando menos lo esperas: puede pasar mientras compras verdura en el super o de camino a la universidad, no importa el momento, la gente siempre verá como un logro el hecho de fumar con un tipo con rastas. Así que haz un esfuerzo y da un buen servicio a la sociedad.
La gente normal pensará que eres una especie de genio creativo/espiritual
Todo el mundo espera que seas un genio creativo, y todo lo que hagas será juzgado con cierto nivel de expresión y creatividad. A pesar de lo mal que se me da dibujar —esto es un hecho—, varias personas me dijeron lo profundos y creativos que eran los garabatos que había hecho copiando otras ideas.
Básicamente te conviertes en esclavo de tu pelo
Y es que te pasarás mucho tiempo arreglándote y reparándote las rastas. Hay una fina línea que separa las rastas como estilo de peinado y las rastas que son resultado del abandono de tu imagen. Cuando pensabas que tu hermana pequeña dedicaba demasiado tiempo a arreglarse el pelo… te vas a sorprender.
Todo el mundo querrá venderte hierba
Es casi como un súperpoder. Basta con que te des un paseo rápido por el centro de tu ciudad y lo más seguro es que al menos una persona te ofrezca marihuana. Ni el mejor poli de la secreta conseguiría una imagen tan lograda. Y cuando salgas de fiesta, hasta tus amigos te pedirán que les consigas algo.
Absolutamente todo el mundo supondrá que vendes droga
La gente pensará que llevas un montón de drogas encima a todas horas. Y es que es normal: si buscas que alguien te pase droga, preguntas siempre primero al tipo de las rastas (ver punto anterior). Esto me hacía mucha gracia sobre todo cuando estaba en pleno periodo de abstinencia, cuando no me tomaba ni un café.
Automáticamente te pondrán la etiqueta de ultraliberal
Da igual el ideal político que tengas, lo calificarán de estúpido idealismo liberal. Los hippies creerán que estás de acuerdo con todo lo que digan, como que en los hospitales hacen falta más cristales sanadores pero que nunca llegará a pasar porque los Illuminati quieren que muramos jóvenes para mantener la población a raya. Los que no sean liberales pensarán que tu conocimiento sobre política se limita a aquella vez que te fumaste un peta y viste Zeitgeist. No importa lo bien que razones tus argumentos, acabarán tachando tu postura de idealismo de borrachera de alguien que tiene demasiadas camisetas con degradados de colores. Si quieres que tu visión política sea juzgada con criterios científicos y por tus méritos sociales, al final te hartarás de este rollo. Entonces será cuando procedas a cortarte las rastas y a hacerte el mismo peinado que lleva todo dios desde hace diez años.
Isaac Craig https://ift.tt/eA8V8J
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