Cuando era niña, mi padre compró una bolsas gigante de cereal de marca propia para enseñarme algún tipo de lección sobre el consumismo, las prácticas publicitarias engañosas o algún concepto semejante que era ligeramente elevado para alguien de 8 años de edad. Esperó hasta que me terminara el contenido de la caja de mi cereal favorito, y luego la rellenó con el otro cereal barato que había comprado. Lo supe de inmediato y claramente recuerdo haber hecho un berrinche por ello. El siguiente fin de semana, llegó a casa del supermercado con mi cereal favorito de siempre.
Un padre de Maryland llamado Scott Nash también está tratando de enseñarle a su familia sobre consumismo, pero no está usando cereales de marca propia o más baratos: está tratando de convencer a todos de que comer carne de res caduca, productos lácteos que ya expiraron, y tortillas con más de un año está bien y no causa ningún daño.
Nash, quien también es el fundador de la tienda MOM’s Organic Market, le dijo al sitio WTOP que todos desperdiciamos mucha comida debido a las fechas de "caducidad" o de "consumir preferentemente" que están impresas en casi todo lo que compramos. “Algunos artículos están dañados, y eso es legítimo, y algunas cosas realmente se descomponen; pero en la mayoría de los casos, gran parte de los alimentos se desechan debido a estas fechas arbitrarias y confusas", dijo. "Son muy vagas. ¿Qué significa 'expirar'? También está el 'consumir preferentemente', 'vender hasta'. Simplemente creo que no hay coherencia y eso está creando confusión".
Para demostrar su punto, pasó un año entero comiendo alimentos "vencidos" o que ya habían "caducado". No murió. "Me comí unas tortillas que habían caducado un año atrás. Algunas de las carnes que comí ya tenían semanas de haber expirado", dijo. "Comí crema espesa cuya fecha de caducidad había pasado hace varios meses. Comí yogur que tenía siete, ocho o nueve meses de haber vencido".
En una publicación de su blog Scott's Compost Heap, Nash dijo que este experimento con duración de un año comenzó cuando encontró un viejo envase de yogur al fondo de su refrigerador. A pesar de que habían pasado seis meses desde la fecha de su vencimiento, decidió hacerse un licuado con él de todos modos y, de nuevo, no murió. Eso lo condujo a hacer varios experimentos más con alimentos que, honestamente, la mayoría de nosotros habríamos tirado a la basura, incluyendo una mantequilla a la que tuvo que quitarle el moho y una lechuga romana que había sido desechada debido a un brote de E. coli.
La cuestión es que muchos expertos concuerdan con él, especialmente con respecto a cuánto contribuyen esas fechas de vencimiento y caducidad al desperdicio de alimentos. Según un estudio publicado esta semana, una mala interpretación casi universal de las fechas en las etiquetas de los alimentos se encuentra "fuertemente asociada" a la cantidad de alimentos que desechamos. En el estudio, los investigadores del Centro Johns Hopkins para un Futuro Habitable (CLF) en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins encuestaron a 1,029 adultos sobre todo, desde la frecuencia con la que desechan los alimentos, su interpretación de las fechas en las etiquetas de esos alimentos, su conocimiento general de las etiquetas y si están reguladas por el gobierno federal o no. (No lo están).
Los resultados fueron bastante reveladores. El ochenta y cuatro por ciento de los encuestados dijo que "al menos ocasionalmente" tiraba la comida si la fecha de caducidad en la etiqueta estaba cerca o ya había pasado, y el 37 por ciento dijo que "siempre" o "generalmente" la tiraba en ese mismo caso. El pollo crudo, los alimentos preparados y las carnes frías resultaron ser los alimentos que con más frecuencia fueron desechados al encontrarse cerca o haber pasado la fecha indicada en las etiquetas, a diferencia de otros productos como los enlatados, los cereales y el queso suave.
"Muchos de los resultados coincidieron con nuestras expectativas, pero fue dramático ver que esos números indican claramente que aquellos que perciben las fechas en las etiquetas de los alimentos como un reflejo de la seguridad o la regulación federal son especialmente propensos a desechar los alimentos en función de esas etiquetas", le dijo a FoodIngredientsFirst el Dr. Roni Neff, líder del estudio. "Teniendo en cuenta lo difundidas que se encuentran estas dos percepciones, el estudio sugiere que como resultado puede haber una cantidad considerable de alimentos desechados innecesariamente".
Es justo eso lo que Nash estaba tratando de decir... excepto que él estuvo dispuesto a comer yogurt caduco para demostrar su punto.
Este artículo apareció originalmente en VICE US.
Jelisa Castrodale https://ift.tt/eA8V8J
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