Artículo publicado originalmente por VICE Australia.
Un hombre está sujetando un espejo, mientras otro posa con sus puños apretados. Otro está mirando un reloj pegado a la pared. Otro pone tenso su pecho mientras revela cicatrices auto-infligidas. Otro sostiene contra su pecho un formato A4 impreso de un ultrasonido. Otro mira una nube de humo que se arrastra junto a su cigarrillo.
Cuando tomamos fotografías, estamos básicamente intentando capturar algo especial que no queremos olvidar. Cuando les toman fotografías a los prisioneros evidencian lo opuesto, los momentos de nuestras vidas que damos por hecho.
"Aparte de las fotografías de cosas de seguridad para un dossier, estas fotos son sus recuerdos de los días que han perdido en una celda", explica el fotógrafo Igor Coko. "A veces es más que un simple documento con fotos, es un archivo personal para ellos mismos".
Igor es un fotógrafo nacido en Croacia cuyos estudios en etnología y antropología le dan a sus retratos un pilar de sensibilidad y comunidad humana que parece estar extinto en el mundo exterior. Su ensayo de fotos, "Viviendo Tras las Rejas", fue tomado completamente dentro de la prisión del Distrito de Belgrado, el centro carcelario más grande de su tipo en los Balcanes. Es la primera vez que se ha dado acceso sin censura de los prisioneros en Serbia a un fotógrafo.
Pero el proceso no fue sencillo, me explicó Igor vía correo electrónico. "Uno simplemente no puede llegar con una cámara y comenzar a disparar. Existen procedimientos largos y lentos para obtener permisos oficiales de las autoridades carcelarias, y luego de los mismos reclusos".
Yo he estado visitando prisiones desde que cumplí 18 años y siempre he considerado que la representación cruda de los prisioneros de parte de los medios de comunicación es un estereotipo ofensivo; uno que perpetúa la idea de que un prisionero siempre será un convicto, en lugar de alguien en un estado de rehabilitación. Yo veía a reclusos en los cuartos de visita debatiendo de política, enseñándole a sus hijos a pintar y derramando lágrimas después de enterarse de la enfermedad terminal de un ser querido. Eran las mismas personas, pero en un lugar diferente.
El proyecto de Igor compartía la misma simpatía, y apuntaba a "mostrar los prisioneros como seres humanos, para eliminar prejuicios y eliminar tabús", dice Igor. "Todos podemos terminar en la cárcel o en prisión en algún momento por alguna razón. La vida es muy impredecible. No todos los prisioneros son criminales".
Para ganar la confianza de los prisioneros, especialmente de los que estaban en una institución de máxima seguridad, los reclusos ponían a prueba el compromiso de Igor con sus historias. "Gasté mucho tiempo con ellos antes de que me permitieran comenzar a tomar fotos", dice Igor. "Uno tiene que vivir parte de sus vidas, respetar sus necesidades como personas, construir empatía porque es su casa y son sus reglas".
Antes de publicar la serie, Igor duró tres años trabajando en un programa de rehabilitación creativa con los servicios de tratamiento de la prisión de Belgrado. El objetivo del programa de arte era dar apoyo a las actividades sociales, intelectuales y creativas entre los prisioneros. "Es muy importante transformar su vida de forma positiva, para que puedan pasar el tiempo en prisión con un sentimiento de propósito", agrega con orgullo.
La mayoría de sus fotos son del infame bloque 5-1, donde algunos de los prisioneros más volátiles de Serbia son encerrados 22 horas al día. "El bloque 5-1 es una sección de alta seguridad que incluye 10 celdas y cerca de 120 prisioneros que viven ahí", explica Igor. "La rehabilitación a través del arte, fue un intento importante para que ellos entraran a una unidad carcelaria mejor, o semi-abierta. Porque lo único que tienen fuera de la prisión es un pequeño tramo de cielo".
Cuando le pregunté a Igor qué fue lo más lindo que vio en el bloque 5-1, me contó sobre una presentación de la novela de Dostoevsky, Notes From The Underground, que fue tan popular que las autoridades hicieron un tour del show a lo largo de múltiples instituciones. "Seis reclusos fueron incluidos en esta obra, se presentaron 17 veces para los prisioneros en Belgrado y otros centros correccionales y prisiones en toda Serbia".
A su presentación le fue tan bien que las autoridades de la prisión le permitieron a los reclusos interpretar el final para el público, "por primera vez en la historia de la prisión del Distrito de Belgrado, los prisioneros del bloque carcelario 5-1 fueron sacados de esa área asegurada para presentarse en el Centro de Jóvenes de Belgrado frente a 500 personas. Hicieron una obra de teatro, para presumir sus capacidades, como algo que va más allá de nuestras ideas de un prisionero", dijo Igor con entusiasmo. "De repente, el público los consideró importantes y les dio respeto, a pesar de su historia criminal".
Las fotografías de Igor son perdurables por la expresión de sus personajes, y la composición del escenario, que ilustran sus tragedias personales de forma próxima. Tienen audífonos puestos, hacen ejercicio, leen el periódico y ven películas. Igor afirma que, a pesar de que sus fotografías son "un momento de confesión cara a cara", fue su habilidad de mantener sus confesiones habladas en privado, lo que le concedió la confianza de los reclusos, "si alguien quiere contarme su historia, yo escucharé sin dudarlo, pero permanecerá dentro de las paredes de la celda".
Cuando lo presioné para conocer la historia que significó más para él, relató sin detalles, "uno de ellos dijo que ser un prisionero es una habilidad que uno tiene que aprender en esta 'universidad de la vida'. Cómo sobrevivir. Cómo permanecer ileso. Cómo encontrar su propio lugar entre otro tipo de prisioneros, de todo tipo de sociedad".
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