El 22 de abril de 1973, algunos meses antes del golpe de Estado que llevaría al poder al dictador Augusto Pinochet hasta 1990, Chile vivió su primera protesta por la diversidad sexual. Entre las históricas “locas del 73”, en su mayoría travestis que ejercían el trabajo sexual, se encontraba una joven Katty Fontey, actual presidenta de Traves-CHILE —agrupación de personas transgénero— y una de las referentes trans más importantes del país. En su momento, los medios masivos de comunicación se burlaron de esa pequeña marcha que ella y sus compañeras hicieron en la Plaza de Armas de la ciudad de Santiago con títulos como “Los raros quieren casarse” o “Colipatos piden chicha y chancho”. En cuanto a las fuerzas de seguridad, la Fontey admite que, aunque en el momento su reacción no fue severa, con el golpe militar empezaría una caza de “las locas”, muchas de las cuales terminaron encarceladas, asesinadas o, como ella, exiliadas.
“Recuerdo que luego de la protesta un mayor de Carabineros advirtió que había que tener cuidado con nosotras; decía que si no la atajan toda esa gente va a empezar a empoderarse y a hacer agrupaciones que terminen en el Congreso”, cuenta. Aunque el camino, todavía largo por recorrer, no fue tan sencillo como pensaba el carabinero, algo de razón tenía: en Chile, como en el resto de Latinoamérica y el mundo, la organización y consecuente visibilización de la comunidad LGBTIQ+ en la segunda mitad del siglo XX sirvió de base para todos los derechos conquistados en las últimas dos décadas. Hoy no existirían leyes de matrimonio igualitario ni de identidad de género sin todos esos cuerpos que encarnaron la disidencia, la mayoría de los cuales se perdieron anónimos en el camino.
A pocos meses de cumplir 70 años, Katty Fontey, “dura”, como le gusta definirse, es una remarcable excepción de su comunidad, en la que la expectativa de vida no supera los 35 años. La alta tasa de mortalidad de su población es una de las grandes inquietudes de Traves-CHILE, que inauguró en 2018 el primer mausoleo trans de América Latina. “Para que todas esas travestis que mueren solitas en la calle puedan tener un lugar donde descansar. De todas ellas es el mausoleo”. Otro de los objetivos de la organización es que haya un lugar donde las trans adultas mayores como ella puedan transitar su vejez dignamente.
Katty Fontey nació en 1951 en Curicó, una ciudad al sur de Chile de la que su padre era alcalde. Tanto con él como con su madre no alcanzó a tener más que una relación distante. De ella sólo le gustaba vestir sus ropas en secreto. “Ya de chiquita siempre fui muy femenina, muy maricueca”. A los diez años su padre la expulsó del hogar al enterarse que había intimado con su chofer y la mandó “a los tiros literales” hasta Santiago, donde terminó la primaria y fue luego ingresada en un liceo de varones. “Hasta ese momento pensaba que era la única así, como yo. Claro que había más pero, como no se les notaba, yo lo vivía en soledad”.
Cuando el director la expulsó por encontrarla teniendo relaciones con su hijo en el gimnasio, terminó en la misma plaza en la que años más tarde se juntarían las “locas del 73”. En ese lugar, por primera vez, la Fontey encontró a otras como ella. Travestis míticas como “la Estrella” y “la Doctora” le dieron una mano, un hogar y toda una red de cuidados que le permitieron sobrevivir cuando no tenía a nadie. “Me sentí segura, con los dos pies sobre la tierra. Me olvidé de mis padres y ahí arrancó mi vida”.
Katty es una de lxs cincuenta líderes en disidencia sexual y de género cuya vida celebramos en nuestra quinta edición, ORGULLO.
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Fernando Pagano https://ift.tt/2B5omox
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