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domingo, 28 de junio de 2020

Salir del clóset como una cuestión política

“Queridos heterosexuales, Ustedes son la razón por la que salimos del clóset, Ustedes son la razón por la que tenemos un clóset. No me gustan los clósets, Ni siquiera en una palabra en castellano. Queridos yankis heterosexuales, Ustedes son la razón por la que tenemos un clóset, Un ropero. ¡No me gusta vivir en el ropero! Pero hicieron de la sala de estar un espacio propio, no que comparten Y entonces ahora me siento como un invitado En mi propia casa”. Fragmento del poema “Querido Heterosexual” de Mhoris eMm en Querido Heterosexual.

El “Coming Out Day” o Día para Salir del Clóset se celebra todos los 11 de octubre en distintas partes del mundo. Este día nació en 1988 con una gran manifestación en Washington DC, en la que se reclamó abiertamente sobre los derechos de la comunidad LGBTIQ+, y se convirtió en un incentivo para que muchas personas de la comunidad aflojen los tornillos del placard y los tiren bien lejos sintiéndose orgullosos.

La idea de clóset se asemeja a lo oculto, a lo que escondemos y a lo que no queremos mostrar. Es por eso que salir del encierro y de la oscuridad con la que “el clóset” se relaciona es más que una liberación, es un paso hacia la búsqueda de la libertad individual, a la visibilidad y la exigencia de ciertos derechos.

Para muchas personas esta salida puede llegar a ser traumática, difícil, casi imposible de concebir dentro de un contexto patriarcal, machista y conservador. Estos obstáculos son promovidos por personas heterosexuales que cumplen con la heteronorma y opinan sobre una causa que no les pertenece pero con el correr del tiempo apoyan.

La salida de clóset debe ser correspondiente con tus propios tiempos y con las personas que consideres deben acompañarte. Es un proceso personal, no es un proceso que se le debe a alguien. El clóset existe porque muchas personas heterosexuales decidieron que debía estar presente. Y no solo no se conformaron con ello, sino que hasta el día de hoy opinan sobre cómo y cuándo debe abrirse o cerrarse. ¿Qué paradoja, no? A estas personas no se le exige que aclaren lo obvio, lo que la sociedad espera de ellas al nacer —que te guste un varón si sos mujer y que te guste una mujer si sos varón—.

Queridos heterosexuales: no empujen al clóset a los que no queremos estar ahí, no nos saquen a la fuerza, tironeando de nuestra ropa, como si fuese pintoresco. Todo clóset es personal y político.

El armario, el ropero, el encierro existe porque nos encontramos con que no todes vivimos la privilegiada sexualidad normativa. Es por eso que al salir nos enfretamos con amigues, familiares y colegas que pueden reaccionar con violencia y discriminación, ya que le hacemos frente a un estigma esperado por la mayoría de ustedes.

Si existe la posibilidad de tener que aclarar que no me gusta lo que la sociedad espera que me guste quizás el clóset es real y sigue existiendo. Salir de él no solo es valiente, es una pelea incómoda a la desigualdad de poder basada en tener o no tener que dar cierto tipo de explicaciones. Es desobediente a lo que muchas personas esperan del amor.

A las personas que decidieron hacerlo, quizás las agredan, las puteen por la calle, las golpeen a la salida de un bar, pero es importante no desanimar esta rebelión porque se trata de ir hacia el camino el de la felicidad. Como decía Carlos Jáuregui, “en una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”.

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