Artículo publicado por VICE Argentina
En el mes de enero se desataron incendios en la Patagonia. El ecosistema andino patagónico siempre mantuvo una relación estrecha con la dinámica del fuego, aunque la actividad industrial ha modificado el ecosistema desde el siglo pasado. Sobran indicios de que estos incidentes son provocados intencionalmente, afectando grandes áreas de bosques de alto valor de conservación y abriendo el camino a la entrada de industrias extractivas a gran escala
El fuego y el gigantesco esfuerzo para apagarlo.
A fines de enero el humo oscurece un atardecer perfecto en la Comarca Andina patagónica. Los incendios empezaron en las localidades de Lago Puelo y Epuyén, provincia de Chubut, y días después, también al otro lado de la cordillera, en Aysén, Chile. Días enteros marcados por el incesante ir y venir de los aviones hidrantes y los helicópteros y el trabajo agotador de bomberos, brigadistas y voluntarios para contener los focos, que de a ratos y ayudados por el viento y el inusual calor de estos días en estas latitudes, enardecían y se propagaban con mucha facilidad. El trabajo arduo y constante durará por días hasta lograr contener los focos.
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El despliegue de personal e infraestructura que se necesita para contener los fuegos es gigantesco: sólo para atacar los focos que se iniciaron en la zona de Lago Puelo, trabajo personal de los cuarteles del Servicio de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales de El Bolsón y de Bariloche, brigadistas locales y las cuadrillas del servicio de manejo de fuego de Chubut y nacionales, cuatro aviones hidrantes y dos helicópteros que llegaron desde Chile.
Mientras tanto, el verano en la Comarca continúa casi en total normalidad. En la zona están acostumbrados a los incendios forestales, pero ya nadie cree que éstos sean la simple y natural dinámica de este ecosistema que históricamente evolució con los incendios, sino que según se comenta en El Bolsón “una vez que queman un pedazo de bosque, luego entran los proyectos turísticos o inmobiliarios, mineras o empresas forestales”.
Walter, brigadista del Servicio Nacional de Manejo del Fuego de Río Negro, que brindó apoyo en la provincia vecina de Chubut, explica basado en su experiencia “la topografía de estas montañas permiten la reactivación de focos azuzados por los vientos y facilitados por los cañadones, que los hacen difíciles de detectar”. Para combatir el fuego utilizan bombeo de agua desde los ríos cercanos, hasta donde es posible la aplicación de este método, y luego entran en escena los aviones y helicópteros que cargan agua en los ríos cercanos y luego la arrojan sobre los focos de incendio. Los días de verano en Patagonia son largos, por eso los trabajos con aviones y helicópteros para apagar los incendios duran desde las primeras horas de la mañana hasta bien pasada la medianoche, cuando ya no hay luz solar.
El calor y el viento, con la presencia de especies de árboles que son propensas a prenderse fuego, hacen que la situación explote en cuestión de horas.
¿Qué motivos hay detrás de estos incendios?
La información oficial sobre el incendio que afectó a la localidad de Epuyén, en Chubut, es que el fuego se originó en un cortocircuito de un cable de electricidad, sin embargo, el Ministerio Público Fiscal local inició tres legajos de investigación vinculados a los incendios. Todo apunta a que estos incidentes son intencionales, incluso se ofrece una recompensa a quien aporte datos sobre las personas que pudieron haber iniciado los incendios.
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Los habitantes de la Comarca Andina saben que cuando empiezan los incendios, tras de ellos sobrevuela la amenaza del avance de los negocios inmobiliarios, madereros y mineros en la zona y el desastre ambiental que producen a su paso. Recorrer los pueblos de la comarca es toparse en cada rincón con alguna pintada, algún mural o frase escrita en una pared que hace alusión a este problema y a la lucha de los pueblos contra la explotación de los bienes comunes naturales. Energía nuclear, minería, hidroeléctricas y la forestación con especies exóticas a gran escala son las industrias y proyectos que más conflicto socioambiental producen en toda la Patagonia.
Y sus sospechas tienen fundamentos. En 2015, luego de los incendios que afectaron a la localidad de El Bolsón, la Asamblea Permanente por el Bosque de la Comarca Andina denunció que las áreas donde el bosque nativo fue arrasado por el fuego, luego fueron vendidas a privados para desarrollar este tipo de emprendimientos.
El bosque andino patagónico y su relación con el fuego
Según el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP), un organismo local de investigación, innovación y desarrollo tecnológico que realiza prácticas e investigaciones en relación al uso sustentable y la reforestación del bosque andino patagónico, los bosques del norte de la Patagonia que hoy vemos son producto del fuego.
Desde fines de los años 1800 hasta principios de 1900, los incendios de origen humano a gran escala produjeron cambios en la distribución de la vegetación. La introducción del ganado y las plantaciones forestales también modificaron los suelos e impactaron en los ecosistemas y la disponibilidad de material orgánico combustible, lo cual debido en parte a la política de exclusión del uso del fuego para su manejo, se convierte en un riesgo importante. A nivel ecosistema es este conjunto de características el que la facilita la ocurrencia de los incendios masivos, especialmente en años secos y calurosos, que afectan enormes superficies de difícil recuperación.
El Director de Protección Forestal del Servicio Provincial de Manejo del Fuego del Noroeste de Chubut, Fernando Epele, confirma que en los incendios recientes fueron afectadas áreas de bosques de alto valor de conservación. Argentina cuenta con una Ley de presupuestos mínimos de protección ambiental de bosques nativos (Ley N.º 26331) que categoriza en tres niveles a los bosques según su estado de preservación: verde, amarillo y rojo. Los bosques catalogados en verde pueden ser modificados para actividades humanas, los amarillos pueden ser manejados hasta cierto nivel de intromisión y en rojo se encuentran las áreas que deben ser conservadas en su estado actual. Lamentablemente, estos incendios afectan a las zonas mejor conservadas (categoría rojo) y una vez que el bosque desaparece (o está tan degradado que es removido de ese nivel de protección), se beneficia la entrada de las industrias extractivas.
¿Es posible recuperar el bosque?
Existen experiencias de reforestación arbórea con especies nativas en áreas quemadas que funcionan en base a enfoques pilotos o localizados y con la idea de extenderlas al resto de las zonas comprometidas. No es una tarea fácil considerando las grandes extensiones quemadas, la natural sucesión de especies que “renacen” y la invasión de especies foráneas que se han adaptado a estos ecosistemas.
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Los esfuerzos son principalmente dirigidos hacia las áreas de mejor respuesta de regeneración espontánea de especies nativas y a las áreas más vulnerables a la erosión, informan desde la Dirección de Protección Forestal. El mayor inconveniente de este método es que también hay regeneración de pino implantado y el proceso de regeneración del bosque está dominado por las especies exóticas (como la rosa mosqueta en algunos sectores), por lo que los bosques nunca vuelven a ser los mismos. El ecosistema original se degrada a tal punto que, aunque parezca increíble, los fuegos en la montaña afectan incluso a los peces de los ríos que corren abajo.
Tal vez no sea posible ya recuperar el bosque como era antes de la llegada de los humanos y sus animales domésticos, que modificaron a gran escala este paisaje único en el mundo. El cambio climático, que genera eventos más extremos de calor, podría sumar a la ya compleja situación de vulnerabilidad de estos ecosistemas únicos. La ambición de las industrias mineras y forestales y el valor del suelo en localidades que crecen sin proyectos claros, también aportan su cuota de amenaza para estos bosques.
Sin embargo, en la Patagonia, las comunidades se organizan para preservar los paisajes y los recursos naturales con los que se sustentan, con la colaboración de las instituciones científicas y universidades que trabajan para estudiar cómo reforestar y recuperar los bosques quemados. Desde el “No a la mina” que llevó adelante la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de la localidad de Esquel, en Chubut, que en el año 2003 logró llegar a un referéndum para echar a la empresa minera El Desquite de sus montañas, hasta el movimiento Patagonia Sin Represas y su lucha contra el represamiento de ríos en Chile, la Patagonia sigue unida y en resistencia, defendiendo sus ecosistemas, con su biodiversidad única, sus montañas, bosques y ríos.
Laura Borse https://ift.tt/2STSP0Q
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