Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos lanzó 67 bombas atómicas sobre las Islas Marshall. Después de eso, el pentágono probó armas biológicas allí mismo. Cuando acabaron, retiraron el suelo radiactivo de las islas, lo echaron en un cráter creado por una de las explosiones, lo mezclaron con hormigón y lo cubrieron todo creando un domo. Lo llamaron “la Tumba”. Según un informe del periódico The Los Angeles Times "el cambio climático está comenzando a agrietar la estructura". El aumento del nivel del mar y las temperaturas están creando fisuras en la Tumba, de la que podrían filtrarse residuos nucleares en el océano Pacífico con resultados catastróficos.
Las Islas Marshall son un grupo de 29 atolones en 1156 islas con más de 50.000 habitantes. Entre 1946 y 1958, fue un terreno de pruebas nucleares del ejército estadounidense. El 1 de marzo de 1954, el Pentágono llevó a cabo la operación Castle Bravo y detonó un misil termonuclear de 15 megatones en el atolón Bikini, es el explosivo nuclear más grande jamás detonado por los Estados Unidos.
La lluvia radiactiva de la explosión cayó sobre los habitantes de las Islas Marshall.
“En cuestión de un par de años, las mujeres de la isla comenzaron a dar a luz a verdaderas aberraciones”, dijo una mujer de las Islas Marshall a unos diplomáticos que estaban en la isla en una misión de investigación. Las mutaciones genéticas en niños son tan comunes que los habitantes tienen nombres para describirlos, entre ellos: marlines, demonios, niños medusa y bebés uva.
Estado Unidos ha negado en gran medida su responsabilidad en el asunto. Reubicó a la mayoría de los habitantes, y afirma que el costo que pagó por la reubicación y la construcción de la Tumba en el atolón Enewetak es suficiente para cubrir los daños que pudo causar. A medida que suben las temperaturas y el nivel del mar, el agua se precipita sobre el domo extrayendo plutonio, el cual acaba en el mar.
El Gobierno de Estados Unidos dice que la Tumba es ahora responsabilidad de las Islas Marshall.
“Yo pienso: ¿Cómo puede [el domo] ser cosa nuestra?”, declaró Hilda Heine, presidenta de la República de las Islas Marshall, al Los Ángeles Times. “No lo queremos. Nosotros no lo construimos. La basura que hay dentro no es nuestra. Es de ellos”.
“Me cuesta creer que si les pasara a ellos, considerarían que sus medidas son suficientes”, nos explicó Alex Wellerstein, historiador nuclear en el Stevens Institute of Technology, en un mensaje de Twitter. “Es una burla que la nación más rica del planeta no tenga la voluntad política de arreglar las cosas en un país mucho más pequeño y pobre que sacrificó mucho en beneficio del ejército estadounidense. Durante la Guerra Fría, las autoridades estadounidenses no paraban de explicarnos lo importante que era probar esas bombas para la supervivencia de su país, pero por alguna razón nunca vimos a esas autoridades demostrar gratitud sincera por el sufrimiento causado a las islas”.
En la Tumba se encuentran no solo el suelo y el metal radiocontaminado que estaban en el fondo del Pacífico, sino también 130 toneladas de tierra extra importada desde Nevada, regalo del Pentágono. Un estudio de la Universidad de Columbia concluyó que ciertas regiones de las Islas Marshall son más radiactivas que Chernóbil.
En 2001, el Tribunal de Reclamaciones Nucleares de las Islas Marshall, una entidad independiente con la autoridad de arbitrar las relaciones jurídicas entre Estados Unidos y las Islas Marshall, concedió a las Islas Marshall una compensación de 2000 millones de dólares en concepto de daños. Washington ha pagado tan solo 4 millones de dólares. En el momento de la construcción del domo, un teniente general de las fuerzas aéreas estadounidenses dijo que, si el domo fallara alguna vez, sería responsabilidad de Estados Unidos. Terry Hamilton, investigador del Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore y el Departamento de Energía de las Islas Marshall, declaró en una entrevista para el Los Ángeles Times que “con las condiciones de vida actuales, no hay ningún fundamento radiológico por el que alguien deba preocuparse por vivir en Enewetak”.
“Ninguno de los expertos, que aseguran que ciertos lugares son lo suficientemente seguros para habitarlos, suele vivir en ellos”, dijo Wellerstein. “Creo que es fácil creer que tus datos son correctos y obviar las incertidumbres cuando no sufres personalmente las consecuencias de tu equivocación”.
El nivel del mar ha aumentado 8 milímetros cada año en las Islas Marshall desde 1993. Esto supone un crecimiento mayor que la media global, la cual llega casi a los 4 milímetros. A finales de siglo, los expertos creen que el nivel del mar podría aumentar un metro o un metro y medio, sumergiendo las Islas Marshall y la Tumba en el mar. Con esa presión, el domo de hormigón se agrietaría, vertiendo en el Pacífico todos los desechos que Estados Unidos produjo durante la Guerra Fría.
Matthew Gault https://ift.tt/eA8V8J
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