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lunes, 2 de diciembre de 2019

¿Guayabo financiero? Esto puedes hacer cuando te excedes gastando y luego te arrepientes

Cuando Antonia volvió a Bogotá tras su viaje a Medellín fue confrontada por una realidad inexorable: se había gastado gran parte de su sueldo del mes comprando ropa ese fin de semana. “Y pensé marica, ¿qué hago? ¿cómo lo supero”. Es duro, y quizás a todos nos ha pasado: después del subidón que da comprar lo que queremos puede venir el choque, una suerte de guayabo financiero que nos recuerda a la fuerza que acabamos de desequilibrar nuestras finanzas personales. Y entonces, ¿qué viene? Para Antonia fue sencillo: “Me hice el pajazo mental de que la vida es muy cortica y hay que gastar para ser feliz”.

Como con una buena fiesta, el guayabo solo se hace evidente un tiempo después, cuando la adrenalina y la diversión del momento pasaron y el espejo escupe las verdades más honestas: “realmente no necesitabas gastar tanta plata y lo que compraste tampoco te hizo tan feliz. ¿Qué vas a hacer ahora?” Así se sintió Javier cuando – ciego por la emoción – gastó cientos de dólares en juegos de Play Station en un diciembre de hace un par de años. Recuerda que “cuando llegué a mi casa me di cuenta de que eso no tenía sentido. Y me sentí mal. Tenía dos opciones: devolverlos y sentirme mejor o clavarme a jugar los juegos, porque sí eran muy buenos. Elegí la segunda y seguí sintiéndome mal, pero me divertí mucho, fueron unas vacaciones fabulosas”.

Así también se sintió Isabel cuando, mientras estaba de viaje en Estados Unidos, y, según lo cuenta, multiplicaba por 2 para hacer la conversión de dólar a pesos, aunque sabía que era mucho más. Cuando llegó a su casa y reflexionó, afrontó la debacle financiera que se acababa de infligir: “Vi que me había gastado como 2 millones de pesos en maquillaje y dije, “qué putas, ¿en qué momento pasó esto?” y me puse a llorar”. Por suerte, una acción rápida y decidida fue todo lo que necesitaba Isabel para estabilizarse, y al final su bolsillo no sufrió tanto. Fue y devolvió el 80% de lo que había comprado, porque “sentí como una basura humana. Como allá devuelven la plata, no fue tan horrible el guayabo, pero me sentí como una mierda de persona”.

guayabo financiero

Si el guayabo es arrepentirse de un gasto grande e innecesario, entonces la vida nocturna puede venir llena de guayabo físico y también del financiero. Pero no es mortal: requiere saber cuidarlo y tratarlo. En particular, es posible compensar un gasto desmedido con un ahorro fuerte en la semana posterior o en lo que queda de mes. Así lo hace Julián, quien sufre de guayabo financiero frecuentemente, sobre todo cuando sale a una fiesta mediocre: “Al día siguiente está el guayabo de lo que sea que haya consumido, más una especie de guayabo financiero por haber gastado de más y que no haya valido la pena. Pagar el cover de un sitio, o gastar mucho en transporte para no durar más de 1 hora en ningún lado”.

Julián también tiene una solución parcial que funciona para él: “mi forma de superarlo es compensarlo ahorrando en otros gastos. Si salí anoche y gasté más de lo que quería, hoy cocino en la casa y ando en bici para no gastar nada. Es una especie de pajazo mental que me hago para no acumular guayabo financiero con guayabo físico y moral y suele funcionar, aunque carezca de razonamiento económico. No recuerdo nunca que me haya sucedido en otro escenario distinto al de la fiesta, porque usualmente soy muy cuidadoso antes de realizar una compra y me aseguro muy bien que realmente lo quiero” explica.

Si bien las decisiones que tomamos – incluidas las financieras – no se pueden separar entre racionales y pasionales, sí parece haber un patrón en el que los sentimientos impulsivos nublan el juicio a la hora de hacer compras poco convenientes. “Me ha pasado que me dejo guiar por la emoción y me hago el pajazo mental de que solo tengo esa oportunidad de compra”, acota María del Mar. Y ya sabe cómo lidiar con eso: “Siempre intento poner máximo a tres cuotas el pago para sí o sí verme obligada a pagar en el menor tiempo posible. Lo que hago es que dependiendo de cuánto sea, saco de mi mensualidad una cantidad, digamos 200, para pagar la tarjeta o cosas así. O cuando me enfiesto y me da por hacer la gracia de invitar a algo” explica.

Y cada uno tiene su forma de darle sentido a esa compra y evitar que el impacto destruya los ahorros. Daniel trabaja como fotógrafo freelance y, tras un gasto desmedido que le genera guayabo, sabe que su próximo trabajo tendrá que ahorrarlo todo para compensar. “Porque es como si el trabajo anterior me lo hubiera gastado todo, entonces el siguiente lo guardo todo, y así. Un poco como “el que peca y reza, empata”, creo que eso fue lo único que me quedó de mi colegio religioso. Pero sí, creo que es un tema de equilibrio y de sumar algo equivalente a lo que se resta”, propone.

Para algunos, el guayabo financiero no es un problema. Para Isabela, solo llega si gasta mucha plata en ropa que no va a usar, y entonces se la regala a alguien que sí la necesite y la vaya a usar, para no sentirse tan mal. De resto, “cuando gasto mucho en comida o algo así, no me arrepiento, me parece una buena inversión. O en un viaje. Ahí no pasa nada”. Como el guayabo corporal, cada uno lo sufre de distintas formas, la clave es saber prevenirlo y, cuando llega, saber lidiar con él.

Idealmente, la estrategia y el control de las finanzas evitan gastos descontrolados que luego nos hagan sentir mal. Pero si te llega ese momento, no estás solo: más personas se han sentido cómo tú y tienen algunos tips para retomar y no dejar que eso los hunda. Además de información, desde el proyecto de VICE y Bancolombia también buscamos generar conversaciones: el primer paso para que usemos mejor la plata es hablar de plata, incluso de cuando la hemos usado mal.

Santiago Cembrano https://ift.tt/33Jaw3z

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