Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Han pasado más de veinte días desde que las miradas empezaron a dirigirse a Comedian, la pieza artística de Maurizio Cattelan, en la feria artística Art Basel Miami Beach. Desde entonces, hemos escuchado tanto críticas favorables como desfavorables, hemos visto que dio origen a una protesta de conserjes con malos salarios en Miami, que inspiró una selfie muy peculiar de Brooke Shield y atrajo a multitudes a la feria para, final e inevitablemente, servirle de alimento a alguien.
¿Cómo demonios podría un plátano, literalmente, un solo plátano, desatar tanta controversia? Es difícil decir la razón, pero vale la pena señalar que históricamente esto ya ha sucedido antes, en especial con mujeres artistas.
Como escribió la crítica Roberta Smith en su cuenta de Instagram: "Si bien en el mundo del arte predomina la testosterona, el falocentrismo y los timos por parte de personas estúpidas, debemos recordar que hay más de una forma de usar los plátanos, y que las Guerrilla Girls lo han hecho durante décadas".
La pieza a la que se refiere, realizada en 1989, se basa en la icónica portada de Andy Warhol para el álbum homónimo de Velvet Underground que tenía un plátano justo al centro. El colectivo radical usó dos plátanos para formar un enorme cero, el cual simbolizaba la cantidad de obras de mujeres artistas que se encontraban entre las colecciones de arte de Warhol y la elogiada colección de Emily y Burton G. Tremaine. El póster se convirtió en una de las más fructíferas obras de arte del colectivo, pues sirvió como un llamado a la acción para exigir que más voces femeninas fueran reconocidas en el canon de la historia del arte.
Sin embargo, una voz femenina que logró consolidarse dentro de los libros de texto es la de Frida Kahlo. Esta artista empleó el plátano en su trabajo La novia asustada al ver la vida abierta en 1939, pintado en el estilo tradicional de naturaleza muerta.
Los plátanos se encuentran notablemente ausentes en muchas de las obras de arte de bodegones hechas por hombres en los siglos XVII y XVIII, debido a que la fruta simplemente no estaba presente en las partes del mundo en las que estaba ocurriendo ese movimiento artístico. Sin embargo, La novia asustada al ver la vida abierta incluye varias frutas que son originarias de países más cercanos al Ecuador y que se encuentran muy alejados de las instituciones que ahora acogen a la mayoría de esos famosos bodegones. En la obra se puede ver de manera enfática una penca de plátanos junto a una papaya abierta. Este rico y provocativo cuadro presentó a estas frutas como un testimonio de la fuerza de la sexualidad humana, lo cual intimida a la novia con forma de muñeca que se encuentra en la esquina izquierda.
Sarah Lucas, miembro del grupo de artistas contemporáneos conocidos como los Jóvenes Artistas Británicos (YBA, por sus siglas en inglés), no tiene miedo de su propia sexualidad y tuvo su primera y muy elogiada exposición en los Estados Unidos en el New Museum en 2018. En la retrospectiva, varios autorretratos de la andrógina artista miraban desafiantemente a los ojos de los asistentes, incluido uno de 1990 titulado Eating a Banana [Comiendo un plátano]. En él viste una chaqueta de cuero, lleva un corte de pelo masculino y tiene una mirada desdeñosa. De esta manera, Lucas reclama los aspectos masculinos de su identidad al morder un símbolo fálico. Lucas rindió homenaje al retrato nuevamente en 2017, con un retrato mucho más sexualmente abierto llamado Eating a Banana (Revisited) [Comiendo un plátano, (Reelaborado)].
Kara Walker empleó la historia de los movimientos centrados en el plátano que ha habido en todo el mundo como un comentario sobre el colonialismo y la esclavitud en su exitosa instalación de obras escultóricas en la antigua fábrica Domino Sugar en Brooklyn en 2014. Además de la gigantesca pieza tipo esfinge hecha de azúcar que atrajo la aclamación mundial, había una figura más pequeña, hecha parcialmente con melaza y azúcar. Se trataba de un niño que llevaba un penca de plátanos a la espalda. La pieza, African Boy Attendant Curio with Molasses and Brown Sugar, de la instalación "The Marvelous Sugar Baby" en la vieja fabrica Domino Sugar Factory Warehouse (Bananas), presenta el cuerpo del niño inclinado para llevarse las bananas a la parte superior del torso, con unas piernas fuertes plantadas firmemente en el suelo. Su físico denota tanto la carga de un gran peso como una gran fuerza.
Vale la pena señalar que el plátano como objeto listo para su uso, presentado dentro de un cubo blanco, es algo que ya había sucedido antes. En 2008, Adriana Lara acusó a los empleados del New Museum de comerse unos plátanos y tirar las cáscaras al piso de la trienal que ahí se llevaba a cabo para un trabajo llamado Installation (Banana Peel) [Instalación (cáscara de plátano)], una obra absurda que desafiaba a los espectadores a considerar aquello en lo que pensamos como basura, y tal vez también a resbalarse pisando una cáscara al estilo de Buster Keaton. Diez años más tarde, Karin Sander clavó un plátano, entre varios productos más, en la pared de la galería Carolina Nitsch Project Roo con el objetivo de mostrar cómo los organismos vivos se descomponen con el tiempo. La instalación Strange Fruit de Zoe Leonard tenía frutas en proceso de descomposición esparcidas por el suelo. Las frutas tenían ataduras con hilo en una especie de ataúd desvencijado, siendo así una reflexión sobre la muerte y la mortalidad.
Existen estos ejemplos, y muchos más, de cómo se ha utilizado el plátano como símbolo de vida, sexo, muerte, tragedia y comedia, a través de los anales de la historia del arte. La pieza de Cattelan agregó uno ejemplo más a la creciente lista: un símbolo de lo absurdo del mercado del arte, lo cual es un esfuerzo digno. Si bien agregamos la pieza Comedian a la lista de obras que involucran plátanos dentro de la historia del arte, no olvidemos a las muchas mujeres que lo hicieron antes.
Annie Armstrong https://ift.tt/39gPehN
No hay comentarios:
Publicar un comentario