Artículo publicado por VICE Argentina
Como seres humanos tomamos miles de decisiones por día. Enormes o insignificantes, pueden derivar en un cambio radical. Algunas vienen de un pálpito furtivo que no queremos dejar pasar. Dejar nuestro lugar de confort sentimental para aventurarnos a vivir de otra manera, quizás en otro idioma y seguramente en otro clima. “Yo no creo en el desarraigo”, me dijo mi abuela el día que me subí al avión para irme a vivir a España. “Eso es una estupidez”, le contesté. Y cuando extrañaba los asados los domingos, las navidades con calor y los pibes de la esquina me acordaba de ella.
Lo cierto es que nuestra generación tiene la suerte de tener las distancias más cortas. Es decir, los países nunca cambiaron de sitio, pero sí los costos de los pasajes y la facilidad para movernos.
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Argentina es un país que recibe inmigrantes, refugiados, turistas, gente fascinada con nuestro encanto y la inmensidad de la Pampa; de hecho, es el país de América del Sur con más inmigrantes según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que señala que el 4,6 por ciento de la población que vive acá es extranjera, es decir, dos millones de personas. Pero Argentina también es un país que por momentos te echa, te dice que acá ya no hay un techo a dónde llegar.
Seguimos preguntándonos cómo es posible vivir así, en un país tan rico, repleto de gente tan inteligente, y que todo siga yéndose a la mismísima mierda.
Actualmente tenemos una tasa de desempleo del 9,1 por ciento y una inflación del 51, 3 por ciento que aumentó en los últimos 12 meses, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Con estas cifras muchos optan por emigrar sin tener un trabajo seguro, "a probar suerte”. “En Buenos Aires estaba cómodamente incómodo”, escuché decir a un periodista que se fue a vivir al viejo continente hace dos meses. En VICE buscamos más testimonios de personas que decidieron emigrar para vivir mejor y con la gran incertidumbre de un devenir.
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Pablo, 35 años, politólogo
Me voy porque estoy aburrido de este país, no creo que ya represente un desafío y estoy aburrido de hacer lo mismo todos los días. Me parece interesante vivir en otro lugar, la falta de desafíos se conjugó con la aparición de un programa de que se basa en repatriar hijos de españoles para vivir en una zona determinada. Esa oportunidad me pareció que era perfecta para irme, en principio habría laburo académico, pero después no lo se.
Lo que pasa con Argentina es que ya no me representa un desafío porque todo lo que haces depende de los amigos que tengas. Personalmente quería acceder a otro cargo en el lugar en el que estoy y me lo negaron por no tener suficientes antecedentes académicos y finalmente esa posición la ocupa una persona a la que no le pidieron lo mismo. Siento que solo en este país pasan esas cosas, que no importa cuánto te muevas o cuánto trabajes, quizás en España es similar, no lo se, pero me voy a obligar a salir de mi comodidad y hasta quizás gane menos dinero.
Irina, 29 años y Lucas 31 años, ambos biólogos
Me dedico a la ciencia, soy becaria doctoral en el área de biología de neurociencias y se me termina la beca doctoral. No apliqué acá para una beca postdoctoral básicamente por sabía que no la iba a sacar, por otro lado tenía ganas de irme afuera a trabajar y tener una experiencia en el exterior, no sé bien si como algo permanente o solo para formarme y volver.
Actualmente no me queda otra, ya sabía que si me quedaba acá no iba a poder dedicarme a la ciencia que es lo que quiero. Me voy a Boston, me voy en pareja porque lo dos hacemos lo mismo. También hablamos con la gente que está en pareja pero que tienen distinta profesión y sabemos que les debe resultar difícil. Sabemos que conseguir trabajo en el exterior no es para nada fácil, más si tenés que revalidar el titulo y esas cosas. No es nuestro caso, porque los dos vamos a hacer lo mismo, un postdoctorado en la universidad de Brandeis.
Siempre tuve la fantasía de volver, me formé en la universidad pública y siento una espacie de deuda, el sueldo también me lo pagaba el Estado, pero bueno, está cada vez más difícil el panorama de la vuelta, todo es incertidumbre, cada vez cobro menos. Por suerte mis viejos también me ayudan con la mudanza inicial, porque es un gasto inmenso y no lo hubiese podido afrontar con mi pareja. Vamos a ver cómo nos va y sacarle el provecho. Sabemos que estar afuera es duro. No tenemos amigos cercanos en Boston.
José María, 30 años, abogado
Desde hace mucho tiempo tengo pensado pasar un tiempo en el exterior. El motivo de ese deseo no responde a cuestiones económicas o laborales, sino que encuentro ese tipo de vivencias como muy enriquecedoras para la vida personal, lo que, en su momento, potencia diversas habilidades que pueden ser volcadas a la vida profesional. Me encantaría hacer un curso de posgrado en Alemania porque de chico estudié el idioma y desde entonces me siento atraído a la cultura de ese país.
Hace poco tiempo surgió un proyecto para trabajar en el sur de Brasil para una compañía privada. En ese momento pensé que había llegado el momento de tener mi experiencia en el exterior. Lamentablemente el proyecto se canceló.
No estoy cerrado a la posibilidad de trabajar allá, aunque por mi profesión las posibilidades son mas escasas. Me gusta mucho vivir en Argentina, no me visualizo pasando el resto de mi vida en otro lugar, pero lo cierto es que uno no puede afirmar esas cosas con toda certeza.
Dita, 31 años, asistente de boletería
Fue una crisis personal, laboral y demás. Echaron a mucha gente de mi laburo hace tiempo, yo me quedé pero no me ascendieron cuando trabajo hace 11 años ahí y metieron a un pibe que no iba con el puesto. Me dieron ataques de pánico y sentía que no era recompensada por todo el tiempo que le había dedicado. En principio me voy a Alemania, siento que me va a gustar, tengo amigos allá. Quiero irme a mitad de año, aunque ahora estoy con deudas por lo que vivimos todos los días. Quiero agarrar lo que venga, aunque lo mejor que me puede pasar es laburar en cocina en un lugar vegano. Mi plan B es el maquillaje, no sé si quiero dedicarme a eso, pero sé que es una posibilidad.
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Me quise ir siempre, cuando era más chica flasheaba con Londres, ser freak y que a nadie le importe. Hace un par de años estaba tratando de conseguir otro sueño que parecía más realista: abrir un bar... Y resultó que no lo fue. En un principio pensé la idea de viajar para ahorrar, volver y poner el bar pero con el tiempo me di cuenta de que acá no tenía futuro ni espacio para crecer. Entré en crisis de los 30.
Fede, 29 años, contador
Hice un click el año pasado. Actualmente soy supervisor en la parte de Recursos Humanos, no me va mal pero me pasó de llegar a la oficina, trabajar 10 horas por día para tener dos semanas de vacaciones al año. Empecé a pensar que no quería este estilo de vida, así que averigüé estos programas de work and holidays en Alemania y Dinamarca. Me voy en febrero. No amo lo que hago, tampoco lo odio, pero siento que se me pasa el tiempo. No me entra en la cabeza no poder irme un mes de vacaciones cuando trabajo demasiado.
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