Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.
Cuando Hettie Mcintyre tenía 16 años, fue a la fiesta en una habitación de hotel de un estudiante mayor que conoció en unas clases de verano. Ella había asistido toda su vida a una escuela que era solo para mujeres y esa "era la primera vez que convivía con chicos", admite.
Estaban todos en la habitación cuando él les pidió a los demás que se fueran, cerró la puerta con llave y la violó. "Lo intentó y forzó cuanto pudo", dice Mcintyre ahora. "Había mucha sangre. Fue tan doloroso. Sentía que nunca se terminaría".
Así fue el primer beso de Mcintyre y cómo perdió su virginidad, de manera forzada e involuntaria. Ella pensó que el dolor se debía a que era su primera vez, y el hecho de que no fue algo consensual.
Pero un año después, cuando intentaba tener sexo con un chico con el que estaba saliendo, se dio cuenta de que realmente no podía hacerlo. "Simplemente no iba a entrar, y me dolía muchísimo. Pensé que había algo malo en mí".
Mcintyre tiene vaginismo, definido como "cuando los músculos dentro o alrededor de la vagina se contraen involuntariamente, haciendo que las relaciones sexuales sean dolorosas o imposibles". "No es solo algo que está en la cabeza de las mujeres", enfatiza la Dra. Virginia Beckettdel del Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos en Reino Unido. Explica también que los músculos vaginales se contraen cuando se desencadenan recuerdos de malestar psicológico o físico. El vaginismo no solo afecta a las sobrevivientes de violación o agresión sexual, en muchos casos no hay un detonante discernible. "Es un padecimiento complejo, y requiere mucha investigación", como si el afectado considera que el sexo también juega un papel importante en ello; si lo asocia con dolor o trauma, esto podría ser una noción ya internalizada, conscientemente o no.
Zara, de 22 años, creció en Londres en una familia musulmana conservadora. La importancia de mantener su himen intacto y permanecer virgen hasta el matrimonio le fue inculcada desde muy temprana edad. (Zara solicitó un seudónimo, ya que no quiere que su familia descubra que ya ha tenido relaciones sexuales).
Los tampones, las pruebas con torunda, los chicos intentando llegar a segunda base, todos produjeron el mismo resultado: un dolor insoportable en los siguientes días. A la edad de 14 años, Zara también fue agredida sexualmente por un amigo de la familia. "Recuerdo mucho dolor, y el deseo de que no ocurriera. Después de eso, simplemente dejé de intentar poner cualquier cosa ahí adentro".
Apegarse a los estrictos valores religiosos era una forma de ocultar sus síntomas, explica. “Creí en conservar la virginidad hasta el matrimonio por mucho tiempo, pero creo que lo hice porque sabía que nadie lo cuestionaría. Me sentía culpable al considerar el sexo por mi familia y no quería intentarlo por el dolor".
En estos casos, es importante que los médicos consideren los aspectos y las expectativas culturales y sociales que rodean la virginidad. Son "una profecía autocumplida", confirma Beckett. Si alguien cree el mito de que un tampón le hará perder su virginidad, y que eso sería indeseable o incluso vergonzoso, la vagina se contraerá y el tampón no entrará.
Tanto Mcintyre como Zara dijeron que se retiraron de las situaciones en las que pensaban que las relaciones sexuales podían ocurrir y, sin embargo, durante mucho tiempo pensaron que en alguna forma algo en ellas estaba mal.
Mcintyre, quien ahora tiene 19 años y es estudiante de cine en el Kings College de Londres, recuerda que no quería que nadie se le acercara después de aquel segundo intento fallido: "Simplemente pensé, 'Nunca lo volveré a hacer' ". Solo después de que la madre de una amiga mencionara el vaginismo, se dio cuenta de la existencia del padecimiento y pudo ser diagnosticada. "Estaba muy feliz de descubrir que es algo real y que le pasa a otras mujeres". Reconozco que mucha gente lo padece sin siquiera darse cuenta".
La educación sexual actual le enseña a las mujeres sobre la menstruación, el embarazo y cómo usar un condón; se centra en el placer masculino. "Se nos enseña que las mujeres deben soportar el sexo y los hombres deben disfrutarlo. El sexo no debe ser algo forzado ni doloroso", dijo Mcintyre, quien cree que su propia falta de educación sexual contribuyó a su ansiedad con respecto al sexo.
Beckett subraya que el vaginismo es una reacción física del cuerpo de la mujer, y no una reacción puramente psicológica, como suele creerse. Cuando Zara acudió a su médico en busca de ayuda, le dieron dilatadores, básicamente dildos que varían en tamaño y se usan para intentar y facilitar a los pacientes la idea de la inserción. "Me dijeron que me relajara y los probara, pero para mí eran exactamente lo mismo que los tampones, o cualquier otra cosa que haya probado. No funcionó, y recuerdo haber llorado y llorado. Es frustrante pensar que no puedes controlar tu cuerpo".
Si bien no existe una solución definitiva para el vaginismo, la terapia de relajación, la terapia cognitiva conductual, el uso del dilatador bajo la supervisión de un terapeuta, el tipo de juego previo adecuado y la lubricación son puntos de partida recomendados para su tratamiento.
"A menudo, una experiencia sexual agradable es la cura para el vaginismo a largo plazo", dijo Beckett. "La sensación de sentirse segura juega un papel muy importante en ello".
Mcintyre fue capaz de tener relaciones sexuales con su primer novio a la edad de 17 años. "Tan pronto como sucedió, lloré y llamé a mi mejor amiga y le dije: Acabo de tener sexo y funcionó".
Del mismo modo, Zara perdió su virginidad con un chico con el que salió durante más de un año y con el que se sentía cómoda hablando de su pasado. "Nunca me había sentido tan a gusto con nadie antes", dijo. "Simplemente sabía que podía confiar en él".
Pero, a pesar de ser capaces de tener experiencias sexuales positivas y de haber superado sus experiencias traumáticas, todavía experimentan vaginismo ocasionalmente. Según nos cuenta Mcintyre, cuando intentó tener sexo casual, su vaginismo volvió. "Fue como si mi himen se rompiera por primera vez, otra vez".
"Es como forzar algo cuando no es posible que encaje", dijo Zara, quien no fue capaz de tener relaciones sexuales con un ex infiel.
La sensación psicológica de seguridad juega un papel importante en ello, sugiere Beckett. "Hay un elemento inconsciente en el vaginismo, e incluso si crees que es algo que quieres, hay algo que te dice que no es así".
El tiempo, el apoyo y el encontrar a la pareja adecuada, ya sea casual o a largo plazo, son todas formas de ayudar a aliviar los síntomas del vaginismo. Y también lo es hablar al respecto, sugirió Mcintyre. "Nunca te sientas avergonzada", dijo confiada. "Tenemos que dar a conocer estos temas y hablar".
Maighna Nanu https://ift.tt/eA8V8J
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