Esta nota fue co-creada con Nike Air Max
Ricardo González, It’s a Living, nació hace 30 años en Durango, México. Sus gustos musicales forman un triángulo equilátero en el que viven Wu-Tang Clan, Beach House y Death from Above, agrupaciones de las que se han desprendido muchas de sus sentencias urbanas. De niño, no sólo llenaba con apuntes sus cuadernos, sino con cientos de florituras y decoraciones que posteriormente se convertirían en los primeros trazos de una vida dedicada al diseño y al arte.
Antes de convertirse en el rockstar latino de la tipografía que vive en Nueva York, Ricardo patinaba y grafiteaba en el norte mexicano, hasta que en 2008 lo detuvo in fraganti la policía. Hoy sigue siendo complicado acomodar el grafiti en los gustos de todas las personas, y aunque hace once años firmar muros sin permiso era un acto suicida, Ricardo seguía terco con la idea de hacer realidad It’s a Living, un proyecto artístico que unía la tipografía con el arte urbano a través de un estilo de vida que incluía skate, odiseas en otros países y explosiones creativas simultáneas.
El domingo fuimos a The Mexico City Department en el Centro de Artes Vivas de la CDMX, una celebración a la creatividad y al diseño promovida por NIKE Air, en la que hubo talleres y charlas con artistas como Carla Fernández, diseñadora textil, Moisés Hernández, diseñador de producto, y el artista visual, Orly Anan. Uno de los artistas invitados fue Ricardo, con quien conversamos a fondo sobre su obra, su colaboración con NIKE, su infancia, tacos favoritos, diseño, WordArt, skate, procesos creativos y demás episodios que terminaron por convertir a Ricardo González en It’s a Living.
VICE: ¿Cuándo y cómo surge el nombre de tu proyecto?
Ricardo González: Salió por ahí de 2010, no sabía bien lo que quería, pero sabía que necesitaba una identidad para diferenciarme de otros artistas, y una vez viendo Death from Above, vi que Sebastien Grainger, baterista y vocal, tenía un tatuaje que decía “It’s a Living”, de ahí surge. Después algunas personas me preguntaban, ¿qué haces para vivir? Y sin darme cuenta, esa frase ambigua que me gustaba mucho, empezó a identificarme de forma más real. It’s a Living es el día a día, el vivir haciendo lo que te gusta.
¿Cómo es un día promedio de It’s a Living?
No tengo una rutina, últimamente estoy viajando mucho. Pero si un día en mi casa en Nueva York me levanto temprano, voy por un café —por eso no tengo cafetera—, un cold brew, regreso a chambear a mi estudio-casa y después salgo a comer.
Casi siempre voy al lugar de unos compas donde hay un mural mío, es un restaurante mexicano, se llama La Lonchería, está muy chida la comida, es un proyecto mexicano de amigos: comida, mezcalito y chelas.
Antes de asentarte en Nueva York, ¿ya estabas haciendo graffiti en México?
Sí. Siempre me ha gustado el graffiti. Paré en el 2008 y me quedé con ganas de seguir, desde ahí viene desbloqueado. Toda la vida me ha gustado escribir, taggear, andar echando firmas en todos lados, etc. Me encantan los marcadores de colores.
¿Por qué paraste en 2008?
Iba con unos amigos, caminando y cotorreando, hasta que unos policías nos vieron, estábamos taggeando unas cajas de luz; aventamos los marcadores, pero ya nos habían topado; nos dijeron que no podíamos estar haciendo eso y lo dejamos pasar, yo estaba taggeando mucho en ese momento, así que sí pude haber caído en el bote, pero todo bien.
Después de eso inicié mi formación como diseñador gráfico y fue ahí que empecé a dedicarme al lettering y al arte urbano.
Posteriormente estudié diseño gráfico como formación académica. Eso me acerco más a la ejecución del diseño, al trabajo. El arte vino después, ya que me establecí en Nueva York —hace cinco años. Desde entonces ha sido una evolución muy rápida entre graffiti, diseño y arte, todo condensado en lettering, arte urbano y diseño de tipografía.
¿Y el skate?
Es parte de mi estilo de vida: viajar y patinar. De hecho, ahorita voy a Puerto Vallarta. Voy a patinar y a verme con unos amigos. NIKE SB acaba de lanzar el video de Vórtice, que son puros mexicanos –ahí sale el Huevo, yo patinaba con él, y Carlos Padilla, que lo conocí en Nueva York. Entonces, le voy a caer un rato para la vacación.
¿Cómo eliges las palabras para tus murales?
Muchos de los murales son cosas personales que pueden estar derivadas de una canción, un fragmento o un par de palabras que me gustaron mucho. Se trata de un sentimiento, por ejemplo, pinté uno en Monterrey, “Destination Unknown”, y para mi significaba algo como “no sé a dónde voy” [inspirado por la canción “Ruby Soho”, de Rancid]. Son mensajes ambiguos que para mi significan algo, pero que cuando los ve alguien más pueden significar otra cosa.
Destination Unknown, mural en el corazón del barrio de San Pedro en Monterrey, México, hecho en colaboración con Dum Dum Studio.
¿Cómo es tu proceso creativo antes de ejecutar una idea?
Debe sentirse humano. Mucha gente cree que mi obra se trata de una tipografía o una fuente predeterminada, pero no, cada diseño es único. Todo puede empezar en una servilleta: lo escribo, le tomo una foto, lo escaneo, lo subo a la computadora, lo limpio, hago una selección de color, etc. Y después de todo este proceso, lo replico en la dimensión necesaria usando aerosol.
¿A qué responden los colores que eliges para cada proyecto?
Al mood, tengo paletas de color que puedo usar para ciertos proyectos, aunque casi siempre uso verdes, morados, rosas. Amarillo no uso, es un color que se desgasta con el sol. Pero para elegir el color, depende del proyecto, una vez que está completa la parte del concepto, pienso y defino los colores.
¿Recuerdas algún descuido que te haya servido para mejorar?
Muchos. Estaba pintando con un amigo que es ilustrador, en Williamsburg. Él estaba haciendo una rata y yo le estaba poniendo “cruising”, porque los dos patinamos. En eso llega una chica y nos dice: “Oye, está increíble lo que están haciendo, pero, te falta una ‘“i””, vi el mural, y si, faltaba una letra, lo borré rápidamente y lo corregí. Le agradezco mucho que me haya dicho, a partir de ahí me fijo más en eso. Y a raíz de esa situación tengo una broma con mis amigos, siempre me andan diciendo “No manches, te faltó una x”.
¿Cómo mides y calculas tus logros?
Es difícil, puede ser en el ámbito comercial o personal, pero, por ejemplo, este año el show que tuve en Japón me abrió mucho las puertas en el mundo del arte: cuadros, estudios, etc., y la colaboración con NIKE, es algo que yo quería hacer desde hace mucho tiempo: colaborar con una marca así de grande, pero en México. Es un gran equipo, y fue una gran oportunidad, porque la idea de ilustrar el AirMax 720 funcionó bien con mi trabajo, mis letras parecen una válvula de aire, y la paleta de colores está basada en los colores del tenis.
¿Qué importancia tiene tu identidad latina en una meca artística como Nueva York?
Como latino estoy trabajando en un par de proyectos con marcas norteamericanas que están, precisamente, buscando personas de Latinoamérica que vivan en Estados Unidos, esto como respuesta a las oportunidades reducidas que tenemos los latinos al salir de nuestros países. Pero a pesar de esta situación, estar en NY me ha ayudado muchísimo, no por vivir ahí, sino por las conexiones que puedes hacer, la gente que te rodea, los proyectos… aunque no necesitas vivir ahí para ser conocido o exitoso, lo importante es mover tu trabajo; estar en Nueva York fue una cuestión de azar, además, así como NY te chupa, te puede escupir.
Si pudieras poner una obra tuya donde fuera, ¿qué lugar elegirías?
Me gustaría un proyecto grande acá en la CDMX, en un edificio, por ejemplo. Pintar la palabra PAZ, algo muy significativo. Porque aunque trato mucho de trabajar en México, a veces es un poco complicado. Además, casi siempre pinto en inglés y he tenido la oportunidad de pintar en japonés, chino, francés, pero me gusta mucho México, y quiero dejar una pieza en español en el centro.
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