Los gimnasios son espacios con pequeños universos bastante curiosos llenos de olor, gritos y gemidos. También está el ser humano que solamente va para ver en el espejo como mágica y cuidadosamente sus bíceps se ven perfectos; las influencers de Instagram que transmiten todo su entrenamiento en vivo; y está el grupo de personas que más me saca de quicio: las parejas que van juntas a entrenar.
También están las personas como yo, las menos afortunadas. Vamos al gimnasio porque de lo contrario nos perderíamos en los excesos de las drogas el alcohol y la comida barata. No nos queda de otra. No tenemos opción. No tenemos el metabolismo divino de algunas personas. Somos tristes y tenemos que aceptar nuestra realidad.
Pero cada pequeño universo tiene sus jefes. Si no, no giraría de la manera correcta y no funcionaría. Los gimnasios tienen a los entrenadores. Estos protagonistas pasan la mayor parte de su día ahí. Escuchando excusas de todos los asistentes de por qué no comen bien. Por qué faltaron el miércoles. Por qué solamente van los lunes y martes. Imaginen tener que platicar con todas las personas que se ejercitan. Tratar con sus egos. Decirles que así no se hace tal ejercicio. Debe ser cansador y difícil.
Los entrenadores ven todo lo que sucede: trampas, esteroides, proteínas y ligues. Todo lo que puede suceder en un espacio donde la adrenalina y los egos de muchos seres humanos están a niveles bastante altos. Así que tienen un acceso privilegiado a observar muchísimas escenas del terrible comportamiento humano.
Platiqué con varios entrenadores de gimnasio acerca de sus trabajos, lo que más les caga, lo más raro y peor que han visto en sus carreras como entrenadores.
Vi una orgía en el sauna
Dependiendo de los horarios, regularmente me ha tocado ver diario cómo entran y salen personas del sauna o baño de vapor. En las noches es cuando hay más gente: luego de ducharse, la gente tiene la costumbre de tomar un baño de vapor. Es bastante relajante entrar con los músculos casados por las pesas y un entrenamiento fuerte, entonces regularmente está lleno de personas. Hay un sauna dentro del baño de mujeres y otro dentro del baño de hombres. La gente entra en ropa interior y toallas, no se permite entrar sin ropa.
Llevo cinco años trabajando como entrenador dentro del gimnasio, y claramente dentro de los baños he visto cosas raras. Pero nada ha superado esto. Nunca estás más de 20 o 30 minutos dentro del sauna, es muy caliente y no es productivo pasar tanto tiempo ahí. Pero cuando terminó mi turno, me metí a bañar y ya faltaban menos de 20 minutos para que cerrara el gimnasio. Por casualidad me entraron ganas de pasar un rato dentro del sauna para relajarme, y cuando me puse mi toalla para entrar, vi en la ventanita de la puerta cómo cuatro hombres estaban tocándose y teniendo sexo. Decidí no entrar e hice como si nada, me ahorré la pena de tener que regañar a cuatro personas que estaban teniendo una orgía. No usé el sauna, me vestí y me fui.
—Paco, 45 años.
Corrieron a un entrenador por vender marihuana
Dependiendo del gimnasio donde estés, el salario que ganas como entrenador probablemente no te alcance. Yo personalmente tengo dos trabajos, apenas salgo de mi turno en el gimnasio voy a una oficina donde trabajo medio tiempo haciendo distintos tipos de mandados. A mí me gusta mi chamba, disfruto ver cómo la gente que entreno mejora o logra su objetivo: ya sea perder peso, ganar músculo o cualquier otra cosa. Pero a menos que tengas muchísimos clientes entrenando personalmente contigo, el salario puede ser muy bajo y muchísima gente busca otros ingresos.
Uno de mis amigos más cercanos vendía marihuana en el gimnasio para ayudar con sus gastos. Algunos usuarios del gimnasio fumaban para entrenar y todo, y varios de nosotros sabíamos, pero pensábamos que era algo bastante inofensivo. Hay rumores de que uno de los entrenadores lo delató porque vio que estaba haciendo su buen dinero, pero nunca lo sabremos. Un día su gafete de entrada dejó de funcionar, no pudo entrar más al gimnasio. Le comunicaron por mail que estaba despedido por vender estupefacientes en el gimnasio (uno firma un contrato que no puedes vender esteroides o estupefacientes).
—Danilo, 36 años.
Es más difícil que te hagan caso siendo mujer
Cuando entras al gimnasio y solicitas entrenamiento personal, te da las opciones de los entrenadores que hay. Somos dos mujeres y cinco hombres los entrenadores personales, y las que menos clientes recibimos somos nosotras dos, así tengamos mucha más experiencia y premios que nuestros compañeros. Todo por el simple hecho de ser mujer. Lo hemos hablado. Es como si por ser mujer no sabemos cómo lograr que tus objetivos se cumplan. ¿Han visto a hombres que estén bastante avanzados en el gimnasio entrenar con alguna entrenadora personal mujer? Son muy pocos. Es mucho más difícil que te hagan caso o tomen en serio siendo mujer.
Es un ambiente bastante machista. Haz este ejercicio: imagínate un “entrenador personal”. La primera imagen que te llega a la cabeza es la de un hombre, no la de una mujer. Llevo años luchando contra esto y espero que en un futuro cercano esta especie de machismo vaya desapareciendo.
—Corina, 38 años.
He visto decenas de personas usar esteroides, pastillas prohibidas
Recuerdo que fue en los 90 que se puso de moda el uso de esteroides. Ya luego bajó un poco, pero esa “fórmula mágica” para crecer los músculos nunca se dejó de usar por completo. He sido testigo de personas que compran pastillas para perder peso con efedrina (que está prohibido su uso) para perder grasa muchísimo más rápido. Las personas aún creen en ese remedio mágico o rápido para poder estar con el cuerpo que siempre han deseado y realmente no creo que esto pase de moda alguna vez. La cultura del trabajo diario, serio y sano no está impuesta aún. Si pasamos seis meses comiendo y entrenando bien, va a ser muchísimo más difícil perder todo lo que hemos logrado. En cambio, si confiamos en unas pastillas que nos prometen perder 10 kilos en un mes, pero que a las dos o tres semanas los recuperamos o hasta doblamos, nunca vamos a estar contentos con nuestro cuerpo.
Creo que parte de esto viene del internet. Vemos a personas que nos venden sus cuerpos falsos y sentimos presión social para lograrlos. Además no estamos conscientes del peligro que este tipo de productos tiene. En una ocasión uno de mis clientes empezó a sufrir una especie de dolores en el pecho, migrañas, mal humor. No vale la pena esto. He visto a decenas de personas usar esteroides, pastillas prohibidas, sustancias peligrosas, para lograr un cuerpo que al final pierden.
—Mario, 39 años.
Es incómodo ver cómo acosan a algunas mujeres
De las peores cosas que he visto (y de lo que menos me gusta en mi trabajo) es ver cómo algunas mujeres sufren acoso en el gimnasio. Claramente vienen con ropa cómoda, nadie va a venir a entrenar en ropa que no funcione para hacer ejercicios en los que tienes que tener una cierta elasticidad y comodidad. No es funcional. Pero es casi seguro que cualquier hombre te va a abordar en el gimnasio. Nosotros estamos pendientes de cualquier cosa. Pero tampoco podemos meternos en la vida privada de cada quién. Si quieren platicar, coquetear o lo que sea claramente están en su derecho.
Pero es incómodo ver cuando algún hombre trata de abordar a las mujeres: les piden su teléfono, hacen preguntas incómodas, las “ayudan” a entrenar. En par de ocasiones hemos tenido que tener pláticas privadas con algunos hombres para que dejen de hacer esto ya que se han quejado las usuarias.
—Luis, 36 años.
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