Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
En 1988, un gánster del cártel de Medellín estaba acosando a una mujer en el State Street, un club y casino de Las Vegas propiedad del actor Gianni Russo, que interpretó a Carlo Rizzi en el icónico filme de mafiosos de Francis Ford Coppola, El padrino. Cuando Russo intervino, el colombiano le rompió una botella de cristal en la cara. Sin parar de sangrar, sacó su arma con licencia y descerrajó dos tiros en la cabeza al hombre. La muerte se clasificó como homicidio justificado, pero aun así Russo tuvo que enfrentarse a que nada menos que Pablo Escobar pusiera precio a su vida. Pero cuando el señor de la cocaína descubrió que Russo había actuado en la icónica película, la favorita de Escobar, lo canceló.
Coincidiendo con el 50 aniversario de El padrino de Mario Puzo, Russo ha publicado Hollywood Godfather: My Life in the Movies and the Mob, unas memorias sobre su vida en las que detalla sus relaciones con mafiosos infames como Frank Costello, Carlo Gambino o Carlos Marcello y con celebridades de Hollywood como Frank Sinatra, Marlon Brando, Al Pacino, Marilyn Monroe, Elvis y Francis Ford Coppola. VICE habló con Russo sobre su fascinante libro, sobre cómo la mafia ha afectado a su vida, sobre cómo consiguió su papel en El padrino y sobre si alguien sabía por aquel entonces que se convertiría en todo un clásico. Esto es lo que nos dijo.
VICE: ¿Cuándo y por qué decidiste escribir un libro sobre tu vida y cuánto tiempo tardaste desde que tuviste la idea hasta que se hizo realidad?
Gianni Russo: Esperé mucho tiempo. Tengo más de 75 años. Quería que el libro fuera ante todo un libro inspirador. Puede sonar a locura teniendo en cuenta el tipo de material que aparece, pero por eso lo hice. La última frase del libro es “Sí, tú puedes”. De joven tuve que superar muchos obstáculos y por eso quería animar a la gente a que persiga sus sueños, sea cual sea su color de piel o su contexto. Tuve que superar muchas cosas siendo muy joven y luego empecé a hacer lo que me daba la gana. Quería mandar ese mensaje, no solo a mis 11 hijos y nietos, sino a todo le mundo. Por eso escribí el libro.
¿Cómo fue tu primer encuentro con la mafia y qué impacto tuvo en tu vida?
Fui mensajero de Frank Costello muchos años. Era una de las personas más importantes del panorama criminal mundial. Solían llamarle el Embajador. Surgió en la era de la prohibición de Joe Kennedy y los dos se convirtieron en multimillonarios. Más tarde se asoció con Meyer Lansky para crear El sindicato. Cuando aún era bastante joven, tuve la suerte de que me acogiera bajo su protección y de que me enseñara como ninguna otra persona podría haberlo hecho. Me ofreció experiencias y oportunidades que nunca habría tenido siendo un inmigrante italiano de la calle Mulberry. Mi familia no llegaba ni a clase media. Y aquí estoy.
Sigo involucrado con la mafia porque todos mis amigos eran mafiosos. Yo, personalmente, no estoy dentro, pero Mr. Gambino y Costello me protegían. Empecé como mensajero de adolescente y luego fui ganando responsabilidades. Comencé a viajar por el mundo con contactos que tenía en Chicago y en Las Vegas. Nos metimos en negocios internacionales, como blanqueo de dinero y marketing, y nos fuimos moviendo. Ese sería un buen resumen.
¿Cómo conseguiste el papel de Carlo Rizzo en El padrino y cómo fue formar parte de una película tan icónica?
No sé que habría sido de mi vida los últimos 50 años sin El padrino. Leí un artículo en Los Angeles Times que decía que querían contar con desconocidos para la película. Los sicilianos serían sicilianos, los médicos judíos serían médicos judíos y así. Por suerte, en ese momento tenía dinero. Grabé una prueba de castin para Michael, Sonny y Carlo. La mandé a Paramount y me escribieron una carta respondiendo: “Sentimos mucho si te hemos confundido. Parece que te has gastado mucho dinero en producir estas pruebas, pero vamos a contar con actores profesionales. Lo sentimos, pero no te contrataremos”.
Por suerte, Joe Colombo había creado la Liga antidifamación italiana el año anterior y cuando el libro de Puzo salió, le dio la oportunidad de usarlo como muestra de la negatividad con la que se retrata a los italoamericanos en Estados Unidos. Que todos somos gánsteres. Resulta irónico, porque él, siendo un gánster, se quejaba, se manifestaba frente al edificio del FBI. Era una locura.
Aproveché la situación como oportunidad para hacer de intermediario entre Paramount, los Colombo y la Liga antidifamación italiana. Negocié un trato: permitirían rodar la película en Nueva York, yo haría de Michael, Sonny o Carlo y la Liga tendría el control de todos los eventos del estreno en cada ciudad y conseguiría mucho dinero. Básicamente, así fue como conseguí el papel.
Cuando estabas de rodaje con Francis Ford Coppola y los demás actores, ¿alguno os esperabais el éxito que iba a tener la película?
Nadie se lo imaginaba. De hecho, mientras rodábamos, Paramount nos amenazaba con cancelar. Francis Ford Coppola luchó por que Al Pacino hiciera de Michael. Ya habían elegido a Jimmy Caan para ese papel y Carmine Caridi iba a hacer de Sonny, pero Francia insistía en que quería a Al Pacino para el papel. Es gracioso, porque Al Pacino estaba trabajando en otra película de Columbia Motion Pictures, Casi, casi una mafia. Tuvieron que hacer un trato con Columbia y cambiaron a Carmine Caridi por Al Pacino. Así fue como Jimmy Caan acabó interpretando a Sonny y yo a Carlo.
Ninguno de nosotros sabía si se iba a estrenar la película. Incluso amenazaban a Francis Ford Coppola. Al principio no les gustaba su forma de dirigir y querían sustituirlo. Gracias a Dios, según fuimos avanzando, empezaron a ver los resultados, a ver cómo Al Pacino pasaba de ser un tímido soldadito en la escena de la boda, la boda de mi personaje, de hecho, a ser el Michael Corleone que todos conoceríamos. Fue perfecto.
¿Cómo fue trabajar con Marlon Brando y qué es lo que más recuerdas de él?
A Marlon le gusté desde el principio por unas cosas muy extrañas. Sigo presumiendo de ello hoy en día. Quiero decir, Marlon Brando fue mi único profesor de interpretación y Frank Sinatra mi único profesor de canto. Todo lo que me habéis visto hacer en la película me lo enseñó él. Para mí, mi única escena buena es la última, las demás eran todas físicas y de violencia. Pero para poder llegar a esa última escena con Al Pacino, que es un actor brillante y muy bien formado, Brando me enseñó todos los trucos. Me dijo: “Van a proyectarte en la gran pantalla de un cine y la gente va a saber si eres creíble o no. Tienes que mostrar miedo”.
¿Qué es lo que más recuerdas de tu tiempo con Sinatra?
Estuve con él en el Caesars Palace y su madre llegaba tarde. Estaba en el escenario en su primer concierto en el Caesars. Hacía dos espectáculos por noche en aquella época. Justo antes de su última canción, pidió al público que rezara por su madre, porque su avión había desaparecido. Nosotros ya sabíamos que había muerto, pero no querían decirle nada hasta que no acabara la primera actuación. Preferimos que diera el concierto. Bueno, yo no, yo no tenía ningún poder de decisión. Cuando se fue a bastidores, le dijeron que el avión de su madre se había estrellado contra una montaña y que había fallecido. Esa noche, en el escenario, fue la segunda vez que vi la humanidad salir de este hombre. Se le llenaron los ojos de lágrimas y empezó a llorar.
¿Cómo crees que está la mafia hoy en día y en qué se diferencia a la de tu época?
He tenido esta conversación miles de veces. Al principio era una organización. Surgió con un buen objetivo, porque la gente se aprovechaba de los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos y se les maltrataba. Se organizaron para conseguir algo de respeto e igualdad. Cuando el dinero entra en juego, de repente ya no se trata de eso. Cuando entras en la mafia, es por dinero. Es por ganar pasta. Así es como escalas en la organización. Tiraron el respeto por la ventana. Hay muy pocos hombres respetables hoy en día. Todo se basa en el dinero, en la avaricia, en conseguirlo sea como sea.
No creo que hoy se pueda tener una organización porque por la tecnología hay cámaras por todas partes. Incluso yo seguramente estaría viviendo en otra parte. Te miran con lupa y son todos unas ratas. Te interrogan y acabas delatando al tipo con el que has trabajado toda la vida. Mira a Sammy el Toro y a John Gotti. A John lo pillan en una grabación diciendo que va a pegar a Sammy. Eso acabó con Sammy. Y él no era ninguna rata, John le hizo serlo. Tras el fiasco de Gotti y luego el de Anthony Spilotro en la mafia de Chicago, lo que conocíamos como gánsteres han desaparecido.
Yo sé de esto más que la mayoría. Llevo en este mundo desde los 12 años. Haz cuentas. Son unos 64 años. He visto lo mejor y sigo teniendo amigos que son muy respetados, pero son viejas glorias. Es decir, mira a Sonny Franzese. Tiene 102 años. Sigue vivo, está en libertad condicional. El tipo tiene 102 años y está en el hospital. ¿Qué va a hacer? Es de locos. No. Esa vida se acabó. Se acabó.
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