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viernes, 20 de marzo de 2020

Como una persona introvertida, el coronavirus es la excusa perfecta para mi distanciamiento social

Artículo publicado originalmente por VICE India.

Si hay algo que la histeria, el pánico y las estafas en torno a la cepa del coronavirus COVID-19 nos han enseñado (y continuarán enseñándonos en el futuro imprevisible), es que una pandemia saca lo peor de nosotros. Y no se trata solo de acumular papel higiénico, creer en "curas" con orina de vaca, o usar el COVID-19 para ser abiertamente racista (en lugar de seguir manteniéndolo en secreto como antes). Esta enfermedad ha sacado lo peor de nosotros porque, seamos sinceros, aquellos que tienen pánico querrán sobrevivir por encima de los demás, con o sin orina. Es por eso que, en medio de las muchas, muchas acciones complicadas e hipervigilantes que las personas están haciendo para controlar sus ansiedades, yo he aceptado solo una: el distanciamiento social.

Como una persona introvertida (que puede ser ambivertida en el mejor de los casos), me parece ridículo que las maravillas del distanciamiento social solo sean reconocidas frente a una epidemia mundial. En los últimos días, este término se ha apoderado de las redes sociales y fuentes de noticias como una de las medidas más importantes sugeridas por los expertos, y ello ha quedado demostrado por todos los eventos, conferencias, conciertos y torneos deportivos cancelados, así como los divertidos memes y chistes sobre la introversión, e incluso por el movimiento #StayTheFuckHome (quédate en tu maldita casa). En Estados Unidos, la tendencia de #SocialDistancing (distanciamiento social) alcanzó un máximo histórico en Google Trends la semana pasada (en India, la herramienta arroja resultados que señalan el hashtag como tendencia en estados como Uttar Pradesh, Karnataka y Tamil Nadu). "Cancelen todo", dice el titular de una revista, el cual resulta ser mi lema personal en la vida.

Los expertos definen el distanciamiento social como una serie de medidas para ampliar el espacio físico entre las personas y así frenar la propagación del virus. Yo lo defino como una serie de medidas para aumentar el espacio físico entre las personas. Eso es. Esa es la belleza de ello. Y aun cuando las personas altamente sociales ponen los ojos en blanco (tal como mi editor lo está haciendo justo ahora) ante todos los introvertidos del mundo que nos regocijamos en silencio por esta nueva medida de salud, tal alteración de la vida social no es tan difícil, ni tan mala.

Lo primero es lo primero. "Distanciamiento social" no significa aislamiento completo, es decir, no es tan drástico como la cuarentena en aislamiento total a la que tienen que someterse las personas que se sospecha que portan el virus. Como alguien introvertida, puedo asegurarte que la gente como yo no obtiene placer alguno de la ausencia total de contacto social. Simplemente no nos gusta que sea demasiado. ¿Te preguntas, qué es demasiado? Piensa en restaurantes y bares abarrotados, reuniones en casa con más de 2-3 personas, supermercados, centros comerciales, transporte público, fiestas, bodas o eventos comunitarios. Vaya, espera, estos también son los lugares que los epidemiólogos señalan como focos altamente infecciosos para una epidemia como el COVID-19.

Para la implementación del distanciamiento social, las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han tomado en cuenta el tamaño de la comunidad, la densidad de la población, el acceso a la atención médica y la situación local. Así que cuando vives en una ciudad superpoblada con una infraestructura cívica precaria como la mía, es posible que quieras prestar atención a esa información.

Este es también un buen momento para ver cuánto nos hemos desensibilizado ante los muchos inconvenientes básicos del hacinamiento, como vivir con compañeros de departamento o familiares que no conozcan de límites, o que algún extraño tosa en nuestra dirección sin cubrirse la boca, o que el sudor de un compañero de viaje caiga sobre nosotros durante un viaje caluroso y húmedo en el metro (sí, eso me ha pasado). Y aunque el que nuestras ansiedades o nuestros TOCs se disparen puede ser un extremo del miedo que ha provocado el coronavirus, lo bueno es que el distanciamiento social puede hacernos hiperconscientes de las diferentes formas en que nuestro espacio personal es invadido a diario. Así que, claro, por fin ustedes también pueden disfrutar de las alegrías de la etiqueta social y el decoro. ¿Realmente era necesaria una epidemia?

En segundo lugar, como una crítica de la "socialización compulsiva" (lo que un usuario de Reddit define como "socialmente desprovisto y consumido al mismo tiempo"), veo el distanciamiento social como un respiro para las personas que sufren de ansiedades inducidas por las redes sociales. La nuestra es una generación con problemas agudos de soledad y salud mental, a pesar de estar tan bien conectados y rodeados constantemente de personas. Entonces, si bien es posible que el distanciamiento social no afecte por completo el comportamiento desarrollado exclusivamente para una validación en las redes sociales (y aquí es donde vienen a mi mente las personas que irónicamente bombardean sus redes sociales con la alegría de distanciarse de todo), sin duda esa presión afectará a la mayoría.

Por último, muchas editoriales argumentan que la gente como yo ha estado "entrenándose inadvertidamente durante años para combatir el coronavirus", y que podríamos estar listos para la siguiente pandemia. Lo cual es verdad hasta cierto punto, porque los introvertidos nos sentimos esencialmente cómodos, tal vez incluso emocionados, al cancelar planes y evitar a la gente. Yo, personalmente, alguna vez dije que estaba "en camino" a una cena, cuando en realidad estaba cómoda bajo mis sábanas y lista para dormir a las 10:30 pm, con mi teléfono en modo avión. Una vez, también fingí que mi madre me llamó por teléfono cuando una amiga me pidió confirmar un plan para salir, todo para poder decirle que no podía salir con ella debido a un compromiso familiar (mi amiga me creyó). En otra ocasión, viajé al otro extremo de la ciudad porque la banda de un amigo cercano iba a tocar; lo saludé y de inmediato volvía casa (aunque él todavía cree que yo estuve entre la multitud durante todo su concierto).

Puedo pensar en cientos de incidentes "evasivos" (al igual que mis desprevenidas víctimas, que están leyendo esto), los cuales me han dado grandes alegrías y para nada he temido perderme de algo. Mi hogar es mi santuario sagrado de máscaras, luz ambiental, comida casera, mucho té y un sinfín de espectáculos en línea. Ahora, finalmente puedo decirlo, con muy poca vergüenza y con un, “¡Ja, ahora esto es lo correcto! ¡No puedo sentirme mal!". El mundo finalmente lo entenderá. Realmente lo harán.

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