Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Nuestro recuerdo de la gripe española de 1918 que mató a más de 50 millones de personas y cambió nuestro mundo para siempre se desvaneció hace mucho tiempo, y hemos llegado al siguiente punto decisivo en la historia de la salud mundial. Con variables casi infinitas (las opciones de higiene de las personas, los patrones de viajes internacionales, las políticas de cuarentena de los 195 gobiernos nacionales de la Tierra), se desconoce qué tan rápido se convertirá en pandemia el virus COVID-19, pero lo hará. La amenaza más peligrosa en los próximos meses no es el virus en sí, sino el potencial de histeria masiva, la información falsa, el racismo y lo más importante, la sobrecarga de nuestros sistemas de salud.
Preferiría estar equivocado, pero estoy de acuerdo con muchos otros expertos en que el COVID-19 no solo se ha extendido sigilosamente a nuestras comunidades, sino que infectará a la mayoría de la población humana de la Tierra: algunas estimaciones señalan que hasta el 70 por ciento quedará infectada. La pandemia del COVID-19 será similar a un brote de gripe estacional extremadamente severo que llegará en oleadas, en el que una minoría de personas jóvenes y sanas se verán afectadas, pero los ancianos y las personas con afecciones de salud preexistentes estarán realmente en riesgo, al igual que los trabajadores del sector de la salud en todo el mundo.
Las enfermeras, los médicos y el personal de los hospitales y las clínicas estarán expuestos regularmente a pacientes con altas cargas virales, lo que aumentará enormemente nuestro riesgo personal. Como médico de urgencias, ciertamente estoy en la categoría de mayor riesgo de contraer esta enfermedad, y es probable que cientos de personas infectadas pasen por las puertas de mi departamento en los próximos meses. Tiendo a contraer la gripe anualmente, a pesar de aplicarme la vacuna contra la gripe y tomar las precauciones correctas con mis pacientes. El COVID-19 tiene una tasa de transmisibilidad que es más del doble que la mayoría de los virus de la influenza.
He aceptado que mi riesgo de muerte, si contrajera el COVID-19, es cinco veces mayor que la tasa extremadamente baja de la gripe del 0,06 por ciento. Pero según los CDC de China, los trabajadores del sector de la salud solo tienen un riesgo del 15 por ciento de enfermarse gravemente y ser hospitalizados mientras atienden pacientes. Además, la mayoría de los pacientes lo suficientemente enfermos como para llegar a la sala de emergencias serán gente mayor y frágil, y probablemente requerirán máquinas de intubación y respiración, un procedimiento en el cual mi rostro, boca y ojos estarán a centímetros de los suyos cuando inserte un tubo de respiración en su tráquea. Es el procedimiento de mayor riesgo para contraer cualquier virus respiratorio.
Esta exposición es casi inevitable, ya que cada vez hay más casos que no son detectados por los protocolos de detección. Los departamentos de salud pública, incluidos los CDC, tienen que adaptarse en todo el mundo, y nosotros también tendremos que hacerlo.
¿Qué está pasando ahora y qué está por venir?
El 26 de febrero, los CDC hicieron su mayor cambio hasta la fecha, ampliando los criterios de prueba para incluir a las personas que han visitado los países que están experimentando una transmisión comunitaria generalizada o sostenida, que ahora incluyen a China, Irán, Italia, Japón y Corea del Sur. Más importante aún, finalmente nos han permitido evaluar a personas que no han tenido riesgo de exposición pero que, sin embargo, tienen los síntomas típicos del COVID-19: fiebre, dificultad para respirar y neumonía.
Antes de esto, si se sospechaba de un caso pero el paciente no había viajado a China, o no había tenido ningún contacto cercano con una persona bajo investigación, los departamentos de salud estatales y los CDC se negaban a analizar nuestras muestras. Esto significa que algunos casos sospechosos nunca se confirmaron, pero, lo que es importante en la fase de contención de un brote, tampoco se refutaron. Este lapso en las pruebas, debido a un retraso en los kits de pruebas confiables y la falta de coordinación de un ausente equipo de respuesta a pandemias —que fue desmantelado por el gobierno de Trump en 2018— demostrará ser una de las principales causas del brote en Estados Unidos. Pero probablemente habría sido inevitable de todos modos.
En las próximas semanas habrá un aumento de personas infectadas en Estados Unidos, lo que conducirá a una acción gubernamental más estricta modelada en China y que actualmente se lleva a cabo en Italia, Japón y Corea del Sur. La única razón por la cual el COVID-19 no se esparció más rápido en China fue la estricta adhesión del país a las medidas de contención que han evolucionado rápidamente y que, según la OMS, "requirieron un profundo compromiso del pueblo chino con las acciones colectivas". China nos ha dado un ejemplo maravilloso porque, en este punto, creer que el coronavirus no se propagará a nivel mundial es tan inútil como creer que la influenza estacional no se presentará este año. La influenza estacional se da todos los años y ha ocurrido durante los últimos 2.000 años.
Si bien no está cerca de la tasa de mortalidad del 10 por ciento de su primo el SARS, o la tasa de mortalidad del 34 por ciento del MERS, el COVID-19 tiene una tasa de mortalidad general del 2,3 por ciento: un 80 por ciento de las muertes ocurren en personas por encima de los 60 años. Casi el 81 por ciento de todos los casos resultan ser leves, y los niños menores de diez años parecen no verse afectados, probablemente debido a que habitualmente se contagian y comparten tipos benignos de coronavirus que resultan en un "resfriado común". A continuación mostramos las cifras de mortalidad más confiables de las primeras 44.672 infecciones en China, publicadas por el CDC de China el 14 de febrero de 2020, por edad y comorbilidades.
Edad y tasa de mortalidad del COVID-19
0-9: 0%
10-19: 0,2%
20-29: 0,2%
30-39: 0,2%
40-49: 0,4%
50-59: 1,3%
60-69: 3,6%
70-80: 8%
80+: 14,8%
Enfermedad comórbida: tasa de mortalidad del COVID-19
Hipertensión: 6%
Diabetes: 7,3%
Enfermedad cardiovascular: 10,5%
Enfermedad respiratoria crónica 6,3%
Cáncer (cualquiera): 5,6%
Qué piensan los trabajadores de la salud de esta situación
Para muchas personas dedicadas a la atención médica, el riesgo es mucho mayor que el mío, y su toma de decisiones en torno a este riesgo debe hacerse de manera inminente.
A diferencia de mí, muchos de mis colegas tienen problemas médicos, son mayores de 50 años o tienen niños pequeños o familiares mayores que atender. Aquellos con familiares vulnerables están tomando precauciones para ponerse en cuarentena. Algunos de nosotros estamos reorganizando nuestras situaciones de vida, viviendo en sótanos, cerrando partes de la casa y tomando otras medidas. Todos procuramos quitarnos los zapatos, separamos adecuadamente nuestras prendas de trabajo y nos duchamos inmediatamente al entrar a la casa. La semana pasada le dije a mi familia que se abasteciera de productos no perecederos, y llevé a mi novia a una salida improvisada a Costco. También pedí un suministro de dos meses de comidas congeladas, ya que probablemente me aísle y es posible que no los vea por un tiempo.
Mis colegas que estaban pensando en retirarse se están jubilando, y aquellos con problemas de salud enfrentan un dilema moral. Somos médicos, pero ¿estamos dispuestos a arriesgar nuestras propias vidas y seguridad, y las de nuestras familias, por el bien de ustedes y sus familias? Para la mayoría de nosotros, la respuesta es sí, porque hicimos un juramento sin importar el peligro. Pero no culparía a mis colegas si la respuesta fuera no, porque en última instancia, se trata de un trabajo. Si ir a trabajar tuviera un alto riesgo de muerte para mí y para aquellos que me importan, si fuera, por ejemplo, diabético o estuviera tomando inmunosupresores, también lo consideraría. Otros trabajadores incluso contemplan pedir un pago adicional por el riesgo.
Pero esta es la sala de emergencias, un sitio que cumple el mismo papel que las iglesias medievales alguna vez tuvieron: lugares que brindan consuelo para todos. La Ley de Tratamiento Médico y Trabajo de Emergencia de 1986 incluso legalizó este sentimiento, diciendo que nadie debe ser rechazado de una sala de emergencias, independientemente de su raza, color, credo o capacidad financiera. Esta reverencia por el tratamiento justo, por encima de todo, le ha dado a la mayoría de los médicos, enfermeras y paramédicos de emergencias un sentido palpable de responsabilidad hacia nuestras comunidades, pero si nuestros sistemas médicos quedan sobrecargados, nos desafiará de maneras que solo hemos leído en los libros y visto en películas.
Qué pueden hacer para protegerse ustedes y a los trabajadores de la salud
Se necesitará la cooperación de todas las ramas de la sociedad para soportar esta próxima tormenta, incluyéndote a ti. La mejor prevención para ti, tu familia y la sociedad son las mismas medidas para prevenir la gripe; lávate las manos con frecuencia y tose en tu brazo. Si no estás enfermo, el uso de una mascarilla quirúrgica no te servirá de ayuda, ya que hará que toques más tu rostro y tus ojos y, al no estar entrenado, te la podrías quitar incorrectamente, lo que aumentaría el riesgo de contraer el COVID-19. Sin embargo, si estás enfermo, el uso de una mascarilla servirá para contener las gotas de fluido que se producen al toser y estornudar.
Habrá una increíble cantidad de información errónea, ya que esta será la primera pandemia mundial en la era de las redes sociales, e insto a las personas a escuchar a los funcionarios de salud pública de su departamento de salud local, los CDC y la OMS. Ellos son los expertos, no son cualquier fulano hablando a la ligera.
Nuestras salas de emergencias tendrán un aumento masivo de casos además de nuestras emergencias diarias normales, así que no se justifica llegar a nuestras puertas con solo tos y fiebre. Los quince pacientes que llegaron preocupados por el coronavirus en la última semana resultaron tener solo gripe. Además, debido a que el 81 por ciento de los casos de COVID-19 son leves, la siguiente mejor opción es quedarse en cuarentena en su hogar, porque acudir con nosotros pondrá en riesgo a todas las personas cercanas a ustedes, desde que salen de su casa hasta que llegan al hospital. Sin embargo, si tienen una enfermedad grave, o si comienzan a tener dificultad o problemas para respirar, además de tos y fiebre, deben comunicarse con su centro de salud o médico más cercano. También los insto a que se vacunen contra la gripe si aún no lo han hecho, ya que esta es una forma sencilla de evitar visitas innecesarias al hospital, donde es cada vez más probable que el COVID-19 los esté esperando.
En última instancia, la cooperación de todos ayudará a evitar que el COVID-19 arrase con el país y el mundo simultáneamente. Y si esto sucede, las camas de hospital, las unidades de cuidados intensivos, los ventiladores, los suministros médicos y la cantidad de trabajadores sanitarios se convertirán en el factor limitante en nuestra capacidad de proporcionar una atención adecuada, y aumentará la frecuencia de resultados negativos. La única estrategia que tiene el mundo ahora es reducir la propagación de COVID-19 y evitar que todos se enfermen de inmediato. El pánico tampoco servirá, pero definitivamente es hora de protegerte a ti, a tu familia y tus seres queridos, de la misma manera que se protegerían contra un huracán, una tormenta o un desastre natural. No hay motivo para alarmarse, ya que la gran mayoría de las personas en Wuhan sobrevivieron: solo sufrieron de aburrimiento las semanas que pasaron encerrados. Escuchen a sus funcionarios de salud pública, porque para evitar un colapso del sistema de salud, todos debemos actuar con rapidez y unidad.
Darragh O'Carroll es médico de emergencias en Honolulu, Hawái, y se desempeñó como consultor médico para la reciente serie documental médica de Netflix "Pandemic: How to Prevent an Outbreak".
Darragh O’Carroll, MD https://ift.tt/eA8V8J
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