Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.
Hace unas semanas que comenzó el confinamiento, pero la pandemia del coronavirus ha cambiado drásticamente nuestras vidas. Los supermercados se quedan sin rollos de papel higiénico o suministros de repostería, nadie recuerda lo que es ponerse unos jeans y las calles están prácticamente desiertas mientras millones de personas se quedan en casa durante la crisis sanitaria más catastrófica desde hace décadas. En resumidas cuentas, es horrible y la repercusión política y económica va a durar muchos años.
Hay otra cara menos visible de esta crisis que está ocurriendo ahora mismo en el hogar de cientos de mujeres heterosexuales. Al mismo tiempo que el virus obliga a miles de personas a trabajar desde casa, hay mujeres que inconscientemente tienen que compartir su desastroso wifi con un espectro distópico que al parecer no sabe cómo silenciar sus notificaciones de Hangouts.
Con los Airpods en las orejas, deambula por la habitación, tiene su agenda Moleskine en una mano y su MacBook Air en otra. Lleva una hora en una llamada con el equipo de Publicidad, haciendo una lluvia de ideas para un plan de sinergia digital alineada con la marca. “Sí”, grita. Su voz atraviesa punzante el sonido del video "Sonidos de la Naturaleza/Bosque/Relajación/Meditación" de YouTube que he puesto. "Volvamos a eso. Sí, sí, sí, sí. No, claaaaaaaro". *Se ríe extremadamente fuerte durante (lo que parecen) 15 minutos.
Es tu novio, que trabaja desde casa ¡y tienes que aguantarlo durante al menos otros tres meses!
El novio que trabaja desde casa puede tomar diferentes formas. Quizás el tuyo come siempre a las 11:37 de la mañana —ni un minuto más, ni un minuto menos—, o videollama a su jefe por la mañana antes de sentarse en el sillón durante ocho horas, pausando su juego de FIFA solo para enviar Tiktoks sobre coronavirus a sus compañeros de trabajo.
O quizás se ha propuesto llevar una camiseta de futbol vieja diferente cada día. O no se ha duchado en una semana y media, pero te envía un correo electrónico con el asunto: "INVITACIÓN PARA UNA REUNIÓN IMPORTANTE", que al final resulta ser una mamada. Sí, te está invitando a una mamada. Este es el novio que trabaja desde casa que, aunque parece caótico, no está del todo mal. Cuídalo como un tesoro, porque va a descargar Los Sims 4 con sus expansiones en tu computadora y va a experimentar con el horno cuando en el súper no quede ni levadura ni harina.
Luego está el otro tipo, el de los Airpods. Es un emprendedor que no va a permitir que una minucia como una pandemia global interrumpa su objetivo de KPI para el cuarto trimestre. O es un "creativo" al que la situación le afecta tanto que no puede trabajar en la sala, pero que se recuerda así mismo que Ai Weiwei realizó sus mejores obras en el exilio. Está planteándose escribir una novela durante el confinamiento, aunque todavía no ha empezado porque se ha dado cuenta de que puede ver todos los episodios de Friends en Netflix.
Esa actitud #workgoals de tu novio que trabaja desde casa sonaba bastante atractiva en la primera cita de Tinder e incluso llegaste a decir que la app que estaba desarrollando parecía interesante de verdad, después de haberte tomado unas cuantas cervezas, claro. Admítelo, lo único que quieres es pasar el apocalipsis con alguien que te dé sexo oral de vez en cuando, pero ahora, en este extraño mundo de distanciamiento social y colas interminables para entrar al supermercado, en el que tienes que compartir cama y escritorio con un tipo cuya personalidad real no conocías, afortunadamente, te preguntas: ¿Quién carajo es este sujeto?
El novio que trabaja desde casa empieza la mañana con un café que destila siguiendo un procedimiento que requiere cuatro tazas limpias y un dispositivo que para hacer espuma de leche que pidió a Amazon Prime antes de que empezara el confinamiento. Tiene una relación extraña con esta bebida porque, después de comer, cuando le toca a él hacer café, lo olvida completamente.
Cuando estás recogiendo los platos, él ya está embutido en una sudadera polar y sentado en el escritorio de tu habitación, contestando un millón de llamadas e interrumpiendo a sus compañeras cuando intentan sacar un tema sensible. Sabes más de la estrategia de marketing de su compañía de Internet que el más veterano del equipo de gestión.
Entre el mediodía y las cuatro de la tarde, tu novio que trabaja desde casa se mete en todos los grupos de WhatsApp, lee el periódico digital y busca las últimas noticias sobre raperos estadounidenses y traperos puertorriqueños. Tras beberse el tercer café, se pone una mezcla de Ben UFO y empieza a teclear frenéticamente mientras propina insultos a Keynote por no importar la misma fuente sans serif que él quería. La mesa endeble de Ikea que utilizas como escritorio empieza a temblar y tú decides que ya has tenido suficiente por hoy y te encierras en el baño para ver memes de Tiger King.
Normalmente, en una oficina, tu novio está como un rey. Su voz queda amortiguada por las plantas de interior y el cemento blanqueado de las paredes de los espacios abiertos. Habla con Julián, el de ventas, con un vocabulario digno de director y se carcajean en la máquina de café, donde no molestan a nadie. Come bandejas de sushi del supermercado en su escritorio o trabaja desde una cafetería llena de gente igual de ruidosa que él. Pero confinado entre las pequeñas paredes de un apartamento compartido —y con la ansiedad que provoca el coronavirus volviéndonos locos a todos— se vuelve una bestia diferente. Básicamente, tu novio que trabaja desde casa ha tenido que recrear un escritorio de pie con cajas de cervezas vacías y está triste y confundido.
Phoebe Hurst https://ift.tt/eA8V8J
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