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jueves, 2 de abril de 2020

Por qué estás soñando cosas raras durante el confinamiento

Artículo publicado originalmente por VICE España.

"El otro día soñé que Amancio Ortega organizaba un macrofestival en Herencia durante la cuarentena y estaba permitido ir, con mascarillas y eso. El caso es que nadie se lo agradecía y se enfadaba y lo desmantelaba en pleno concierto de Lori Meyers". Esta fue una de las respuestas que recibí en mi buzón de mensajes de Instagram cuando conté en una story que estaba teniendo sueños raros y que, sobre todo, me estaba acordando mucho de ellos al despertarme, cosa que no me ocurre normalmente.

Me llegaron decenas. No voy a reproducirlos porque oír los sueños de otros es, por regla general, interesante solo para el otro, para el que lo cuenta.

El caso es que durante la cuarentena muchos estamos experimentando que "soñamos más" —es decir, que recordamos más nuestros sueños— y que son por regla general más extraños, inquietantes o evidentemente simbólicos que antes. También soñamos, claro, con cuestiones relacionadas al coronavirus, con las medidas tomadas para paliar la pandemia en alguna de sus formas, con el estado de alarma, con los supermercados desabastecidos, con el fin del mundo...

Nuestro inconsciente, además, parece no atender mucho a lo del "no uses metáforas belicistas, que esto no es una guerra", porque muchos de nosotros soñamos con conflictos armados, trincheras, persecuciones o violencia en alguna de sus formas.

"Los sueños estos tienden a ir un poco por delante de lo que nosotros nos damos cuenta de nosotros mismos"

Y todo ello tiene explicación. Que soñemos raro en estos días ni es una excepcionalidad ni nos hace únicos. No somos tan especiales. Nunca. "Los sueños han tenido siempre, y siguen teniendo ahora para la ciencia, un cierto carácter de misterio, de ser algo desconocido. Todavía no conocemos en esencia las funciones de las imágenes que ocurren de forma autónoma durante el sueño", aclara en primer lugar el Doctor en psiquiatría y psicólogo Francisco López Cánovas.

"Los médicos nos interesamos por si un paciente tiene o no pesadillas, pues puede indicarnos y ser un criterio diagnóstico de haber padecido alguna vivencia difícil de digerir psicológicamente, y hemos de investigarlo. Por lo tanto, hemos de acercarnos con actitud científica, sin juzgar, sin sacar conclusiones antes de tiempo sobre algo que no hayamos reflexionado y estudiado antes, hemos de entender cómo han sucedido, como detectives ante un crimen".

"El sueño", dice, "tiende a ser una actividad que 'compensa' o 'señala' cómo ha estado yendo nuestra psicología durante el día. Un ejemplo simple pero ilustrativo sería pensar que si alguna noche nos hemos ido a la cama sin haber cenado lo suficiente, podríamos soñar que estamos preparando una receta, o que estamos en un restaurante en los minutos previos a que se nos sirva algo apetitoso. Son imágenes que se relacionan con el hambre de fondo con la que nos hemos ido a dormir", explica.

Y de una forma más compleja, en un período de confinamiento como el que estamos viviendo podemos soñar con "el miedo a enfermar por el virus, la fragilidad e impotencia ante familiares o amigos afectados, la incertidumbre ante el futuro, la percepción de forma diferente del valor de la economía, del trabajo, de las relaciones afectivas, del ocio, las comodidades materiales… En mi experiencia y en la de muchos autores psicoanalíticos, los sueños tienden a ir un poco por delante de lo que nosotros mismos percibimos. Quizá durante el día no haya tenido tiempo ni me haya podido parar a sentir miedo, pero en el sueño puede manifestarse en forma de imagen", añade.

CÓMO SE FABRICAN NUESTROS SUEÑOS (Y QUÉ HAY DE DISTINTO EN ETAPAS DE CONFINAMIENTO)

El psicólogo clínico Juan Antonio Membrive, que a petición popular publicaba en estos días un hilo en Twitter sobre por qué "soñamos raro" durante estos días, sostiene que solo podemos esbozar algunas hipótesis por que no hay evidencia suficiente de cómo funcionan los sueños en situaciones como esta.

La primera sería que "las experiencias que tenemos a lo largo del día o de nuestra vida", dice, "cuando son significativas o rompen con la monotonía, funcionan como 'marcadores' en nuestra capacidad para recordar. Prestamos más atención a estos eventos. Es obvio que en este tiempo que pasamos confinados tenemos menos experiencias a lo largo del día, por eso es fácil que nuestros sueños sean una experiencia muy diferente al resto de eventos diarios, donde la estimulación es siempre la misma".

"La segunda hipótesis", continúa, "tiene que ver con nuestra atención y estado de ánimo. Hay dos condiciones que aumentan la llamada autofocalización (centrarse en uno mismo y las propias reacciones psicológicas). Estas dos condiciones son el estado de ánimo disfórico (malestar) y la baja estimulación. Ambas condiciones se dan en nuestra situación actual y a su vez esta autofocalización conlleva un aumento del estado de ánimo disfórico, retroalimentándose el uno al otro. En este sentido, sabemos que un estado de ánimo alterado puede predisponer a tener más sueños y, sobre todo, sueños con una carga emocional mayor. Entre ellas, las pesadillas".

Al respecto, el Doctor López Cánovas habla de que "el estímulo para el sueño no depende tanto de que nos pasen cosas externamente, sino que se moviliza según la actividad interna, la vivencia subjetiva de lo que está ocurriendo. Esto puede estar siendo tremendamente intenso: puede que no haya hecho nada exteriormente, pero si he pasado el día confinado, sintiendo ahogo, preocupado por la vulnerabilidad de un familiar mayor o he sentido soledad o desconexión al ver el parque vacío por la ventana, todo esto es material que podría manifestarse como imagen en una escena de un sueño".

"Para fabricar sueños, el cerebro puede partir de eventos y personas reales que tenga en la memoria, más o menos deformados, pero también nos encontramos con que puede crear imágenes inéditas. Así, tanto niños como adultos pueden acabar teniendo un sueño con algo que no han visto ni vivido nunca y que sorprenden al soñante, pero lo importante de ello es agarrarnos a lo que la imagen puede estar queriendo exponer de forma simbólica", añade.

"Los contenidos de los sueños suelen hacer referencia a aspectos relacionados con nuestra supervivencia"

Pero, ¿cómo interpretarlos? "En La interpretación de los sueños, en 1900, Freud expone que en su experiencia el sueño suele ser una realización alucinatoria de deseos más o menos conscientes del soñante. El psicoanálisis actual, en sus diversas escuelas, aunque ampliando y matizando esta afirmación, está de acuerdo con la actividad compensatoria, prospectiva y simbólica de las imágenes del sueño en relación con la vida psíquica del soñante durante su día a día. Con todo lo que está pasando se generan situaciones emocionales muy diversas y personales. Soñar con un encuentro con una ex pareja, por ejemplo, durante el confinamiento, significará cosas muy distintas según la historia pasada y actual de quien lo sueña", responde López Cánovas.

Respecto a la posibilidad de soñar con conflictos, amenazas, persecuciones o guerras durante estos días, Membrive añade que "se ha encontrado que los contenidos de los sueños suelen hacer referencia a aspectos relacionados con nuestra supervivencia, como amenazas a nuestra integridad y la salud propia u otras temáticas relacionadas como la agresión y su evitabilidad, las interacciones sociales relevantes y la sexualidad. No es que estos contenidos estén escritos en nuestros genes, pero somos más vulnerables a estos eventos y temáticas por motivos filogenéticos, de forma que son también los más salientes de entre todos los que ocurren en nuestro día a día".

¿PODEMOS TOMAR EL CONTROL DE NUESTROS SUEÑOS?

La respuesta rápida es no. "Hay personas que de forma natural tienen la vivencia de poder 'escoger' con qué soñar o qué hacer dentro de un sueño. Pero incluso para esas personas el sueño es en gran porcentaje un proceso autónomo", explica el médico psiquiatra.

El psicólogo añade que "ser un soñador lúcido es algo que se puede entrenar a través de técnicas como la de la reflexión. La capacidad de ser un soñador lúcido se ha utilizado para tratar problemas de pesadillas, con buenos resultados en algunos casos. Otras técnicas para cambiar el contenido de los sueños son las técnicas de imaginería mental (IRT) y desensibilización sistemática. Básicamente, consisten en repetir el sueño problemático en la imaginación mientras estamos despiertos, pero con un final diferente o mientras intentas relajarte como conducta alternativa al carácter ansiógeno y amenazante del sueño. Suelen utilizarse cuando el malestar generado por las pesadillas es tan intenso que interfiere en nuestro día a día, aunque pueden utilizarlas también personas que no tengan problemas tan graves o que simplemente quiera tener experiencias diferentes en sus sueños", remata.

Lo que con seguridad podemos hacer para prevenir sueños raros de cuarentena es cuidar la salud de nuestro sueño. "El confinamiento puede afectar mucho a nuestros patrones de sueño", dice el neurofisiólogo clínico especializado en medicina del sueño Javier Albares. "En él confluyen dos factores: por un lado, el estrés y la ansiedad por la situación dramática que estamos viviendo a causa de la pandemia y sus consecuencias y, por el otro, el confinamiento en sí mismo. Con él perdemos gran parte de nuestros sincronizadores externos. Nuestro sueño y nuestra vigilia funcionan de acuerdo a un ritmo circadiano, con períodos 24 horas, como otros muchos ritmos biológicos. Para funcionar bien necesitan relojes, uno interno central y varios periféricos, pero estos no funcionan solos sino que hay que darles cuerda a través de, fundamentalmente, tres sincronizadores externos: la luz y la oscuridad, la alimentación y la actividad física. Son tres factores muy fáciles de perder en una cuarentena, y el cuarto, que serían las relaciones sociales, también lo es en gran medida", explica.

"Es conveniente estar en ambientes con luces cálidas y de baja intensidad, evitar aparatos digitales y generar un ambiente relajado"

Por ello es importante que nos hagamos conscientes de que necesitamos sincronizadores externos y que trabajemos en ellos para descansar bien. "Lo esencial es trabajar en esos tres sincronizadores. En primer lugar, en el ciclo luz/oscuridad. Es muy importante que la luz natural, en la medida de lo posible, claro, porque no todo el mundo vive en las mismas condiciones, nos llegue desde primera hora de la mañana. Descorrer cortinas y persianas en cuanto nos levantamos es decirle a nuestro cuerpo que es de día, y este se activa. Si empiezo a tener luz antes, tendré sueño antes. Lo mismo con la oscuridad: dos o tres horas antes de dormir hay que empezar a decirle a nuestro cuerpo que es de noche para que segregue la hormona del sueño, la melatonina, y así facilitarlo. Es conveniente estar en ambientes con luces cálidas y de baja intensidad, evitar aparatos digitales y generar un ambiente relajado", explica.

Además, hay que atender a los otros dos sincronizadores: las rutinas de alimentación, "que son las que marcan el resto de las rutinas de nuestro día", comenta el neurofisiólogo, y la actividad física. Y por último recomienda hacer, en la medida de lo posible, "dieta informativa", regulando el tiempo que pasamos expuestos a información y noticias de actualidad, y practicar la meditación o hacer en casa técnicas de mindfulness.

Si aun así no lo consigues, si nada de lo anterior te funciona, si sigues soñando que Amancio Ortega monta macrofestivales en Herencia, si tus sueños parecen dirigidos por el jodido Tarkovski y te despiertas un poco desconcertado pues siempre puedes darle la turra a tus amigos con que "había una máscara, y salías tú, que bueno, en realidad no eras tú pero yo sabía que eras tú". Eso o empezar un diario con tus sueños porque recuerda: la ilusión que sentimos al contar uno es directamente proporcional a la tortura a la que sometemos a quien condenamos a escucharlo.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

Ana Iris Simón https://ift.tt/eA8V8J

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