Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.
Siendo objetivos, no hay nada que corte más el deseo sexual que una pandemia. Aunque la preocupación de acabar propagando un virus letal no sea suficiente para detener a los más lujuriosos, el estrés de una crisis económica mundial y el aumento de la tasa de desempleo sí parecen disminuir el deseo (de la mayoría, claro). Además, no podemos salir de casa para nada, solo para comprar. Así que si quieres desahogarte con alguien que no vive contigo, ahora es el momento de perfeccionar el arte del sexo por videollamada.
En Inglaterra, donde hace poco declararon el confinamiento obligatorio y solo se puede salir para ir al supermercado o hacer ejercicio, mucha gente está saltándose las reglas. ¿Para poder ir a ver a su madre que vive sola en Londres con cuatro gatos? Parece que no. Mientras tú te quedas en casa sola con un consolador como única compañía, otros se están saltando el confinamiento para tener sexo. Sin guantes, sin mascarilla, rozándose la piel. ¿Pero, por qué? ¿Es que no ven las noticias?
Laura*, de 23 años vive en Londres y me cuenta que, desde antes del confinamiento, se ha estado acostando con alguien que vive a dos calles. “Él vive solo y no ve a nadie y yo vivo con un compañero, así que creo que no haya ningún riesgo”, razona. “Por la distancia, es casi como si viviéramos juntos, pero sin ser así, en realidad. Y ambos trabajamos desde casa. Si endurecen el confinamiento, me lo replantearé, pero ahora no me siento culpable por pasarla bien una vez a la semana”.
Rhi tiene 25 años y lleva sola casi un mes. Me cuenta que no había tenido sexo con nadie en todo ese tiempo. Sin embargo, una noche empezó a beber y estaba cachonda. “Estaba en la aplicación Hinge, hablando con un chico que también llevaba tres semanas en cuarentena. Estaba bebiendo Prosecco, bailando en el balcón, y dijimos: ‘Al diablo’”, me cuenta. “Me fui a su casa, estuvimos hablando horas y yo estaba borrachísima. Al final, tuvimos sexo y me fui a dormir”.
Rhi admite que fue solo una vez y es consciente de que es el peor momento para a ver a alguien. “Luego me arrepentí mucho más de lo que esperaba”.
Mucha gente con la que hablo me cuenta que estos encuentros sexuales que han tenido durante el encierro empiezan siempre con buenas intenciones. “Salí en una cita con un chico con el que tuve sexo antes del confinamiento y no lo había visto desde entonces”, me cuenta Frances, de 26 años. “Ayer empezó a bromear diciendo que iba a venir a verme, pero me di cuenta de que hablaba en serio y se dirigía hacia aquí. Así que lo dejé entrar y nos sentamos a dos metros de distancia. Pero luego nos tomamos unas cervezas, nos fumamos un porro y acabamos haciéndolo dos veces”.
Frances dice que por una parte se sintió mal. “Mis compañeros de departamento estaban muy enfadados, así que le dije que se fuera y limpié todas las zonas donde había estado”, explica. “¡Me sentí fatal!”.
Para otros, no se trata tanto de sexo sino de no estar solo en casa. Alex, de 29 años, me cuenta que tuvo un momento de debilidad y fue a ver a su ex. “Habíamos roto justo antes del confinamiento, así que habría sido raro no tener un cierre adecuado. Yo no habría sido capaz de sobrellevarlo”, explica. “Tuvimos sexo y fue realmente agradable estar con otro ser humano y con esa familiaridad. De hecho, por primera vez me olvidé de todo el estrés que había acumulado durante semanas”.
Al igual que Rhi, Alex no piensa hacerlo de nuevo. “Además de que lo hemos dejado definitivamente, me sentí un poco mal. Si hubiera sido algún amigo mío le hubiera dicho: ‘¿Qué diablos haces?’, así que es un poco hipócrita. Pero a veces no pensamos con la cabeza”.
A pesar de la situación o de las implicaciones, parece que la gente siempre se las va a ingeniar para tener sexo. Y normalmente sería algo bueno: cada uno que haga lo que quiera. Pero cuando se trata de una pandemia mundial… quizás, no sé, ¿aguántate un poquito? O simplemente esfuérzate en idear una forma en la que puedas tener sexo sin otra persona. Dudo que haya algún pene tan magnífico como para arriesgarse a propagar una enfermedad tan letal.
*Todos los nombres se han cambiado.
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